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Por Alexander Cambero - opinion@elcolombiano.com.co
La situación electoral del presidente Nicolás Maduro es sumamente precaria. El repudio generalizado es de tal magnitud que no tiene la más mínima posibilidad de ganar unas elecciones medianamente transparentes. El alto mando revolucionario está claro que solamente violentando el ordenamiento jurídico electoral es que tendría alguna posibilidad de éxito. Todo un mecanismo delictivo que nos ofrece el gran menú de una dictadura sin recatos. Es por ello que degollaron a los partidos políticos democráticos para execrarlos de manera impune. Secuestraron a líderes construyéndoles expedientes falsos, inhabilitaron a quien goza del respaldo casi unánime de Venezuela, María Corina Machado, violentan el Estado de derecho para hacer de la justicia nacional una verdadera asquerosidad. Toda una ofensiva visceral con la intención de realizar unos comicios en donde ellos escojan al adversario que se prestará para su juego.
Nicolás Maduro siente pavor a unos sufragios libres en donde el ciudadano se exprese sin ninguna cortapisa. En mayor proporción, impidió que María Corina Machado fuera candidata. A quienes las fuerzas democráticas escogieron para sustituirla de manera unánime a la destacadísima académica Corina Yoris, tampoco la dejaron inscribirse, quien cumple con sobrados méritos todos los requisitos exigidos por la ley. Solo con el ramplón argumentillo de no darle la real gana. Que solo aceptaban a quien gusta al tirano de Miraflores, alguien que pueda limpiar el rostro, pero que no represente un peligro real para perder el poder. ¿Se puede creer que son elecciones libres cuando el gobierno impone de manera dictatorial las condiciones? La verdadera democracia se ejerce con las reglas de juego claras, en donde las distintas opciones tengan las mismas oportunidades.