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Por Sofía Gil Sánchez - @sofiagilsanchez
La contienda electoral se está convirtiendo en la puesta en escena de un titiritero obsesionado por gobernar en cuerpo ajeno con el respaldo económico de un presupuesto desaparecido. Una obra protagonizada por un empresario exitoso, maestro en aumento patrimonial, que se vio forzado a diversificar sus opciones para garantizar un continuismo que encubra sus prácticas. Nadie le avisó a Daniel Quintero que los hilos de la trayectoria de sus marionetas no son invisibles y revelan sus conexiones.
La relación más evidente con el alcalde es la del primo de su esposa, Juan Carlos Upegui. Responsable de presentar a la feliz pareja que saqueó la ciudad, cofundador con Quintero del Partido Tomate – movimiento denunciado por uso ilegal de bases de datos –, encargado de la Secretaría de la No Violencia con un presupuesto aproximado de $96.000 millones y elegido para continuar con su legado del terror.
La perfecta distracción no puede desviar la atención de sus otros aliados. Albert Corredor comenzó siendo asesor de MinTIC mientras el alcalde era viceministro de esa cartera. Quintero renunció para apoyar la candidatura presidencial de Humberto de la Calle y Corredor fue nombrado gerente de la misma campaña en Antioquia. Su familia fundó el Censa, la Corporación Universitaria Americana (CUA) y Censa International College (CIC), Corredor fue junta del CIC y utilizó el cargo para certificar su trabajo de grado en coautoría con Daniel Quintero: “Estudio cuantitativo sobre las percepciones de los empleados sobre salario emocional”.
La mayoría de cuotas de Corredor están en la Secretaría de Educación. La cabeza de la entidad imputada por la malversación de los fondos de alimentación de Buen Comienzo, Alexandra Agudelo, fue directora de Desarrollo Social del Censa. Guardar silencio fue fácil porque el reemplazo de Alexandra, Juan David Agudelo, trabajó en la Corporación Universitaria Americana. Quintero le garantizó juego al interior de la Administración Distrital con contratistas para apoyar su campaña.
Rodolfo Correa decidió ser el candidato “sin jefes políticos”, una frase de su aliado: Daniel Quintero. Los une su relación con el exconcejal y exgerente de Plaza Mayor, Gabriel Jaime Rico. Correa se desempeñó en el año 2015 como director de su campaña y sumó apoyos con algunos congresistas liberales como John Jairo Roldán, Julián Bedoya y Óscar Hurtado Pérez – actual Secretario de Hacienda –. Rico se encuentra en varios procesos de la alcaldía: fue miembro del equipo de empalme con Empresas Públicas de Medellín y tuvo listas propias para intentar llegar a la Junta Directiva de la Cámara de Comercio en la denominada “operación avispa” del alcalde para tomarse la entidad.
La cuota de Correa en la administración es su esposa, María Isabel Ramírez Aristizábal, que fue contratada en el año 2020 como directora de libre nombramiento de la Gerencia de Servicios y Operaciones de Plaza Mayor y, en el año 2021, se desempeñó como directora de Experiencias en la misma entidad.
El último alfil de Daniel Quintero siguió sus mandatos en el Concejo de Medellín votando por Lucas Cañas a la presidencia de la corporación y a favor de la venta de UNE. Paulina Aguinaga fue recompensada con participación en el Tecnológico de Antioquia, Metrosalud, Telemedellín, Instituto Tecnológico Metropolitano y Área Metropolitana del Valle de Aburrá para cinco personas que trabajaron en su unidad de apoyo, según una investigación de El Colombiano.
Daniel Quintero lanzó cuatro fichas con el objetivo de ganar la partida electoral, sin contar dentro de sus cálculos que los medellinenses ya saben jugar. El 29 de octubre, en las urnas será el juego final y los aliados camuflados del alcalde verán su derrota en manos de la ciudadanía a la que le hicieron trampa durante cuatro años.