El costo de vida en la eurozona, bloque conformado por 19 países, llegó en septiembre a 10% anual, un tope jamás visto desde que la Oficina de Estadísticas Comunitarias (Eurostat) comenzó a entregar el dato para esta agrupación de naciones en 1997.
En el viejo continente los precios de la energía siguen disparados, de acuerdo con el más reciente reporte, el incremento es de 40,8% si se compara con el mismo mes del año pasado. Los alimentos también pesan en el bolsillo de los europeos y son la segunda división de gasto más onerosa con una subida año a año del 11,8%.
Según los analistas, este Índice de Precios al Consumidor (IPC) le meterá más presión al Banco Central Europeo (BCE) para que aumente agresivamente las tasas de interés en su reunión de octubre, y aumenta la probabilidad de una recesión económica, término utilizado por los economistas para señalar un periodo de tiempo en el que la generación de riqueza merma y cae la generación de empleo.
Europa, igual que Estados Unidos, está enfrentando unos precios desbordados en los productos y servicios que necesitan las personas, una crisis inflacionaria heredada de la pandemia y, en el caso del viejo continente, agravada por la guerra entre Rusia y Ucrania, que ha causado problemas en el abastecimiento energético.
Ante ese panorama, se prevé que el BCE tendrá que aumentar agresivamente la tasa de interés interbacancaria con miras a mermar el consumo de la gente y tratar de enfriar el costo de vida, razón por la que se prevé una contracción de la economía en la eurozona.
“Con los mercados laborales aún ajustados y la inflación cada vez más arraigada en la economía de la zona euro, las cifras de hoy solo animarán al BCE a centrarse únicamente en la inflación, dándole luz verde para introducir otro aumento considerable de la tasa de política monetaria, incluso cuando la economía se precipita en un invierno duro y una recesión”, comentó para CNBC Seema Shah, estratega jefe de la firma Principal Global Investors.