Juan Felipe Hoyos Mejía podría ser el último de los presidentes de Coninsa Ramón H. que proviene de alguno de los cuatro grupos familiares que son dueños de la compañía. Dejar por fuera a los parientes, fue una decisión estratégica que se adoptó hace más de 20 años. Como resultado, de 1.800 colaboradores que tienen hoy, apenas cuatro están ligados al árbol genealógico de los fundadores.
En su vida laboral, Hoyos Mejía solo ha trabajado para Coninsa Ramón H. De 37 años que lleva allí, 11 los ha pasado en el cargo de presidente.
“Aquí estaré hasta el día en que dé resultados”, expresó en tono jocoso, luego de advertir que la política interna de retiro está entre los 62 y los 65 años. Como organización seria, que piensa en la sostenibilidad en el largo plazo, comentó que tanto él, como la compañía, están preparados para cuando llegue el momento de hacer el relevo.
Otra evidencia de la manera como han ido dejando atrás el sello de empresa familiar, es que de los 10 miembros de la Junta Directiva, seis son independientes: Alejandro Ceballos, presidente, Diego Medina, Santiago Piedrahíta, Christian Toro, Guillermo Arango Rave y José Manuel Vélez.
Por fortuna, agregó, las decisiones siempre se han tomado por consenso, aunque han existido diferencias que nunca generaron esos conflictos que usualmente acaban con las sociedades familiares.
En sus 45 años de existencia, Coninsa Ramón H. pasó de ser la empresa que nació en un local comercial de la Avenida Las Vegas, a una firma nacional, con presencia en Antioquia, Bogotá, Santa Marta, Barranquilla y Cartagena. En la actualidad tiene cuatro frentes de trabajo: diseños arquitectónicos e integrales, desarrollos inmobiliarios, construcción pública y privada y arrendamientos.
En 2016, según datos de la propia empresa, sus ingresos contables ascendieron a 260.000 millones de pesos y la ganancia neta fue de 31.000 millones de pesos.
Sus mejores dividendos provienen de los desarrollos inmobiliarios, seguidos por la contratación pública y privada.
Al preguntarle sobre las metas para el 2017, el presidente de Coninsa Ramón H. exclamó que “siempre lo ponen a uno a crecer”.
Eso es particularmente retador en momentos como los actuales, en que la economía en su conjunto está desacelerada. Las ventas de vivienda así lo reflejan. Entre enero-julio de 2017 por ese concepto se movieron en el país 15 billones de pesos, monto que fue inferior en 9,3 por ciento al registro de igual período del 2016. Al ponerle la lupa al indicador, se aprecia cómo las ventas de Vivienda de Interés Social (VIS) llegaron a 4,5 billones de pesos, con incremento del 16 por ciento. Esto, explicado en buena medida por los subsidios estatales y las tasas de interés preferenciales que tienen estos inmuebles.
Por su parte, las ventas de no VIS marcaron 10,4 billones de pesos, con descenso del 17 por ciento, lo cual revela que los estratos medio y alto prefieren ser cautelosos frente a este tipo de inversiones.
Por sus ventas de vivienda, Coninsa Ramón H. se ubica en el sexto lugar en el ranquin de las diez primeras constructoras colombianas. Ente agosto de 2016 y julio de 2017 por su caja registradora pasaron 378.000 millones de pesos.
La primera en ventas fue Constructora Bolívar, con 1,5 billones de pesos. Le siguieron, Marval, con 1,2 billones; Amarilo, con 1 billón; Constructora Capital, con 850.000 millones; y Jaramillo Mora, con 510.000 millones.
Entre sus nuevos proyectos de vivienda, Coninsa Ramón H. destacó que en VIS el más grande se encuentra en Bogotá. Se llama Castilla La Nueva, tiene 800 unidades habitacionales, han vendido 150 y el precio unitario es de 102 millones de pesos. En el otro extremo, o sea el estrato alto, se encuentra Murano, un proyecto que definen como exitoso, iniciarán la torre 3, con apartamentos desde los 200 metros cuadrados y precios que oscilan entre los 800 y los 1.200 millones de pesos.