En vísperas de arrancar el quinto mes de actividades como operador del servicio de energía en los departamentos de Bolívar, Cesar, Córdoba, Sucre y once municipios del sur de Magdalena, la empresa Afinia, filial de EPM, admite que sacar de cuidados intensivos la red eléctrica requerirá esfuerzos superlativos y billonarias inversiones.
No obstante, califica como satisfactorio el trabajo ejecutado desde octubre, que ha permitido, entre otras cosas, bajar en un 18 % el número de horas de interrupción del servicio, aumentar el recaudo mensual del 75 % al 88 % y ejecutar unas inversiones iniciales por 20.000 millones de pesos.
Para Blanca Liliana Ruiz, gerente de Afinia, lo hecho en este poco tiempo se asemeja a un plan de primeros auxilios que debió implementarse para recibir la operación de Electricaribe, que arrastraba unos estándares bajos y un sistema obsoleto con un gran desafío diario: evitar que se apagara.
Ella aún tiene fresco el recuerdo del primer fin de semana como gerente de la empresa, cuando uno de los empleados la llamó en la noche a avisarle que se había caído una red eléctrica, dejando herido a un niño. “Fue impresionante, pero son cosas que aquí sucedían y lo sabíamos”, expresó la funcionaria, quien en diálogo con EL COLOMBIANO detalló aspectos del plan de inversiones que se contempla para este y los próximos años.
De todo lo que se comprometió el Gobierno para que llegaran nuevos operadores a la costa Atlántica, ¿falta por cumplir algo?
“De esos temas me gustaría que hablara más EPM como dueño de la transacción. Pero, el Gobierno ha cumplido prácticamente con todo. El compromiso ha sido enorme y ha cumplido con él”.
¿Es decir que no ha encontrado sorpresas negativas?
“No, en absoluto. Aquí hay un nivel de corresponsabilidad grande de muchas entidades, agentes e instituciones. La seriedad con que se ha manejado este tema es impecable”.
¿Cómo describe el despegue de Afinia?
“Un despegue absolutamente maravilloso. Llevamos muy poquito tiempo y es impensable que vamos a cambiarle de manera estructural el curso a este negocio en pocos meses, pero ha sido satisfactorio por muchas razones. Una de ellas, la acogida de esta región al Grupo EPM, pues venía con un operador con un desgaste de marca muy grande y gran deterioro en materia de prestación del servicio de energía. La apertura ha sido total, todos los días hay mejoras y esta nueva dinámica va generando compromisos de la gente. Con el arranque teníamos la obligación de recibir la compañía anterior, garantizar los mínimos que traían, pero es que esos mínimos eran tan bajitos que inmediatamente empezamos a hacer tareas, a prestarle los cuidados intensivos al sistema, los primeros auxilios. Entramos en esa dinámica con unos empleados absolutamente comprometidos y felices, pues ellos no se la creen que hagan parte de EPM y que tengan futuro, porque ellos ya no pensaban en el futuro, ellos estaban en el día a día, resolviendo las afugias para que el sistema no se apagara. Ahora pertenecen a una empresa seria, responsable, y pueden dedicarse a hacer cosas que sabían que tenían que hacer, pero no podían”.
¿Es decir, un despegue sin sustos?
“En general, todo como dentro de lo esperado. Encontramos el sistema que esperábamos recibir, profundamente degradado, con problemas infinitos de calidad y confiabilidad y una red vulnerable. El primer fin de semana mío aquí, me llamó uno de los gerentes territoriales y me dice, Blanca Liliana, se acaba de caer una red y le partió la cabeza a un niño. Me asusté mucho porque no se podía ingresar al sitio, todo estaba a oscuras, así que fue impresionante. Son situaciones que aquí sucedían y sabíamos, lo que pasa es que esas son cosas que ya hay que vivirlas aquí al frente de la empresa”.
¿Cuánto se ha invertido en lo que llama cuidados intensivos?
“Más o menos, 20.000 millones de pesos”.
¿La etapa de cuidados intensivos ya terminó?
“Yo no me siento tranquila todavía, honestamente. Hemos hecho mucho, pero también creo que sería una utopía decir que ya terminamos. Sigo insistiendo, como una mamá cantaletosa, vayan mirando porque como el sistema es frágil, puede que hoy no esté en el piso, pero no puedo garantizar todavía que no vaya a estar el día de mañana en el suelo, o que se caiga el poste que hoy pasé y lo vi derecho, pero que ya tenía ciertos problemas y es fácil que se caiga. Entonces, diría que no. Mientras no hagamos las inversiones agresivas que vamos a desarrollar y no consolidemos más el sistema y mientras no lo controlemos, estaremos como en cuidados intensivos”.
¿Cuál es el plan que se ejecutará?
“Hay un plan de inversiones de cuatro billones de pesos para los próximos cuatro años. $700.000 millones es la inversión de este año, con lo que esperamos incorporar cuatro nuevas subestaciones, en puntos muy estratégicos y necesarios. Estas inversiones ya sí empiezan a cambiar la cara en lo profundo, en términos de calidad, confiabilidad, y en términos de vulnerabilidad de la red. Nos permitirán mejorar los indicadores de calidad y confiabilidad, así como reducir las pérdidas, para que la región siga creciendo. Vamos a incorporar trece transformadores de potencia, 4.000 transformadores de distribución, eso es una locura, y a construir 2.000 kilómetros de red, esa es otra locura. De verdad que son datos impresionantes”.
¿Todo corresponde a infraestructura y equipos nuevos?
“Sí, todo nuevo. La regulación es muy exigente. Eso no es que el cacharro viejo que estaba por ahí venga y lo pongo, no. Además, una de las características de este sistema es que es muy obsoleto, y ni siquiera haciéndole un buen mantenimiento a la infraestructura uno no le puede alargar la vida a los activos eternamente. El activo llega a un momento en el que, claramente, falló y hay que reponerlo. Entonces, esto es mucho de reposición, mucho de expansión. También vamos a incorporar 32 circuitos nuevos, eso es pura expansión. Entonces, todo es nuevecito y eso se tiene que sentir”.
¿La red que opera qué longitud tiene?
“Son unos 42.000 kilómetros”.
¿Y qué porcentaje necesita renovación?
“Puedo decir que cerca de la mitad de esa infraestructura y hasta un poquito más. Obviamente, no todo eso se hace en el primer año”.
¿Qué más debe fortalecerse?
“Encontramos un proceso comercial muy débil. Una empresa que no les garantizaba los derechos mínimos a los usuarios. Para dar una cifra, 200.000 usuarios no tienen medidor o lo tienen averiado, entonces se les factura por promedio y tras esto hay una falta de credibilidad muy grande por parte de los usuarios, de proveedores, de todo el mundo con la compañía anterior”.
¿Cómo resolverán ese aspecto?
“De esos 200.000 usuarios en estos meses hemos logrado corregirles el problema a 10.000. Tenemos este año la meta de instalar 143.000 medidores inteligentes y 25.000 normales para corregir ese problema totalmente, porque mientras los usuarios no se sientan tranquilos con el consumo que les facturamos, pues por supuesto van a seguir reclamando”.
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“Esa foto que toma la Superservicios es con la vista de la empresa anterior. Como parte de la transacción era claro que todos aquellos reclamos previos al cierre, nosotros les damos traslado a Electricaribe para que los resuelva. Pero es así, es que esa era la realidad. Y si bien hemos hecho muchas cosas y venimos cambiando, algo que les digo siempre a las personas con las que hablo es que esto va a ser un proceso gradual. Espero que en el próximo informe de la superintendencia los números vayan cambiando” (ver Anécdota).
Algunos exgerentes de EPM han criticado esta operación con el argumento de que el cliente de la costa es proclive a no pagar los servicios, ¿qué ha visto?
“Los mercados se disciplinan y van cambiando su cultura. Y ¿cómo cambian su cultura?, con trabajo persistente y tenaz. Cuando los usuarios ven una empresa seria al frente que está respondiendo, y que está mejorando la calidad del servicio en lo técnico y en lo comercial, o sea una empresa responsable, ellos van respondiendo. Nosotros recibimos la compañía en octubre y en ese mes el recaudo fue del 75 %. Diciembre lo cerramos con el 88 % y esa fue una cosa sorprendentemente favorable, porque no lo teníamos previsto así. La dinámica, ya lo vamos sintiendo, ya se respira otra cosa aquí”.
¿El susto del primer fin de semana cómo se resolvió?
“Ah, resulta y sucede que efectivamente se había caído el cable, pero afortunadamente no le había partido la cabecita al niño, solo lo golpeó en un lado. Obviamente, lo llevamos para que lo atendieran y le hicieron todos los exámenes médicos y no pasó a mayores. El susto fue tremendo. Iban pasando casualmente el papá, la mamá y el muchachito y se cae la red. Tenaz. Pero eso era normal aquí, que es lo triste”.
Con 6 millones de personas que requieren el servicio de energía en 134 municipios, ¿le queda espacio para ir a la playa en Cartagena?
“(Risas) Le puedo contar que no me he llegado a meter al mar. En algún momento sacaremos el ratico”