En los alrededores de la planta de Cementos El Cairo solo se escuchan los caudales crecidos del río Buey y la quebrada Sabaletas que rodean el complejo industrial, los motores de algunos vehículos de servicio público y particular que pasan esporádicamente y la música de una tienda veredal que está a unos 300 metros de la que era la portería principal de la fábrica.
El martes, en esta zona rural donde confluyen los municipios de Santa Bárbara, Abejorral y Montebello una pareja, aprovechando que el tránsito es casi nulo, intentaba aprender a montar en moto en la extendida placa de concreto por la que anteriormente circulaban volquetas y tractomulas cargadas con caliza, cemento, maquinaria o materias primas.
Al lugar llegó Nolberto López, otrora contratista de soldadura y mecánico de la empresa, cargaba una pala y un azadón y dijo venir de un predio que hace algún tiempo le entregó un directivo de El Cairo, en el que tiene sembrados de aguacate, plátano e inicia un cultivo de café.
“Tenemos una incertidumbre ni la berraca porque buena parte de la comunidad vivía de esta compañía. Ahora no sabemos a quién le corresponde el arreglo de las vías y nadie ha llegado a decirnos qué va a pasar con nosotros. Quedamos desamparados”, expresó este habitante de la vereda Primavera de Santa Bárbara, quien sostiene que esa inquietud ronda entre los pobladores de comunidades rurales aledañas como San Miguelito, Loma de los Santos, El Buey, Piedra Galana (partes alta y baja), La Loma, Canteras y La Cascada.
Unos kilómetros más adelante, en Piedra Galana, las opiniones están divididas: para algunos, el que la planta cementera esté abierta o cerrada no importa, pues su sustento no depende de ella, sino de la pesca, la cría de cerdos y los cultivos.
Otros, como Orlando Bedoya, un extrabajador de El Cairo quien operó por once años una grúa, añora los tiempos de actividad plena, en los que había ocupación para muchas otras personas, así fuera lavando los camiones, preparando alimentos para trabajadores o conductores, reparando averías o haciendo mantenimiento en las vías de acceso a la planta, la mina o la hidroeléctrica, esta última en manos de GLF Colombia.
Desde 2006 tras un proceso de fusión de las cementeras del Valle, Argos, Nare, Rioclaro, Paz del Río, Colclinker, Tolcemento y Caribe, El Cairo pasó a integrar el conglomerado Cementos Argos.
Proceso
En el informe de gestión de 2020, Cementos Argos señaló que la ejecución del programa Construyendo Eficiencia y Sostenibilidad para el Mañana (BEST por sus siglas en inglés) y la búsqueda constante y continua de mayor competitividad en su plataforma productiva en Colombia exigieron un proceso de transformación integral de la planta El Cairo desde 2018, pero sin mencionar que esa tarea implicaría un cese o cierre de operaciones, lo cual ocurrió en septiembre del año anterior.
En el reporte se lee que como parte de ese esfuerzo se materializaron “112 traslados, 32 bonificaciones diferidas a trabajadores con edad cercana a la jubilación y 14 pensiones”.
Este diario conoció que el proceso de transformación inició con 218 trabajadores, de los cuales 126 se trasladaron a las plantas de Cartagena y Rioclaro, otros 33 salieron bajo la figura de renta mensual diferida o prejubilación, y 14 fueron pensionados, es decir un 80 % de los colaboradores se beneficiaron de la oferta que les hizo la empresa.
En la actualidad un grupo de 10 o 12 trabajadores participa del proceso de cierre de la mina. Pero, no se sabe con certeza cuántos empleos indirectos se generaban en actividades de apoyo como transporte, oficios varios o mantenimiento.
Alveiro Mesa, presidente del Sindicato Unitario de Trabajadores de la Industria de Materiales para la Construcción (Sutimac), en Santa Bárbara, confirmó que hasta él mismo salió “beneficiado” bajo la figura de prejubilación, luego de 34 años de servicio como oficial de mantenimiento de maquinaria pesada.
Más factores
Fuentes de Cementos Argos le explicaron a EL COLOMBIANO que la transformación productiva de El Cairo obedeció a la realidad de mercado cementero que observó una contracción, así como a la llegada de nuevas inversiones al sector en el departamento de Antioquia (Cemex en Maceo y Empresa Colombiana de Cementos y su marca Alión en Rioclaro).
En ese contexto, la mina y la planta perdieron competitividad por tener tecnología antigua y un proceso de producción húmedo, pues allí se debía extraer la caliza de una mina subterránea y moler estas piedras con agua, generando sobrecostos y perdiendo eficiencia ante los mayores consumos de energía y agua, y emitiendo mayores volúmenes de CO2.
Así, mientras extraer una tonelada de caliza a cielo abierto para producir cemento cuesta entre 4.000 y 5.000 pesos, en las condiciones de El Cairo y su red de túneles de unos 35 kilómetros vale 32.000 pesos.
Otro factor en contra son las reservas del yacimiento, que la empresa estima en unos 7 años, aunque el sindicato y los pobladores de la región aseguran que hay estudios que muestran que existe caliza para 20 o 30 años más.
En cualquier caso, a futuro habría que excavar incluso por debajo del lecho del río Buey para extraer esa materia prima, lo que sería mucho más costoso y complejo, por lo que la compañía desestima que haya interesados en hacerlo.
En su mejor momento, en 2015, El Cairo sumó la mayor producción anual que fue de 320.000 toneladas, pero otras plantas más modernas y eficientes superaran esa cifras y con menores costos. Ese volumen fue bajando a 240.000 toneladas, luego a 140.000 hasta caer a 70.000 toneladas.
El mercado natural de esta explotación minera y su producción cementera fue el departamento del Chocó, pero los nuevos jugadores y competidores de Cementos Argos coparon ese espacio.
Desde la perspectiva de Mesa, además de la clausura de la planta se cerraron las posibilidades de sustento para unas 450 familias, localizadas en 30 veredas.
También reconoció que los costos de operación y producción en El Cairo son mayores a los que tiene Cementos Argos en otras partes del país, pero consideró que el grupo tiene el músculo económico para modernizar y seguir apalancando el funcionamiento en este yacimiento.
Cementos Argos, a su turno, precisó que en los últimos 10 años la inversión social en el área de influencia del complejo fue de 4.500 millones de pesos, entre intervenciones viales, mejoras de vivienda, construcciones para la educación, capacitaciones ambientales y entrega de becas.
De igual manera sostiene un proyecto productivo de huertas caseras para 170 familias, y proyecto de fique con 27 familias, en el predio Galilea, con los que se busca dejar en la zona alguna alternativa que genere ingresos y alguna seguridad económica. Entre 2020 y lo que va de 2021 la inversión supera los 400 millones de pesos.
Municipios
La particular ubicación del entable que operó desde 1946 hizo que la mina y canteras estuvieran en Abejorral, la planta de hornos y empacado se ubicó en Montebello y la mayor parte de la mano de obra vivía en Santa Bárbara.
No obstante, desde la empresa se aseguró que el impacto del cierre no fue significativo para esas localidades, pues las regalías de explotación minera correspondían a Abejorral, el impuesto de Industria y Comercio a Montebello, valores que según dijeron “no movían la aguja”.
Pero, otra cosa piensan los alcaldes, y en el caso de Montebello, Virgilo Garzón, expresó que a este municipio le ingresaban cada año entre 800 y 1.000 millones de pesos por concepto del impuesto de Industria y Comercio.
“Aquí las administraciones anteriores no se prepararon para un momento como este, nunca hubo una actualización catastral ni un plan de ordenamiento territorial. Es así como los ingresos del pueblo están afectados en un 100%, porque todo está desactualizado, y sin los ingresos de Cementos Argos, a hoy, le adeudamos la prima a los empleados”, comentó el mandatario local.
Con el proceso de transformación de El Cairo y la disminución de la producción cementera, Montebello también observó una reducción en el pago de impuestos al punto que en 2020 esos ingresos sumaron 70 millones de pesos y en el segundo trimestre de este año el pago cayó a 2.000 pesos.
A su turno, Luis Fernando Tangarife, alcalde de Santa Bárbara, mencionó que el mayor perjuicio para el pueblo fue en el aspecto laboral, dado que muchas personas que trabajaban en la planta, fueran del municipio o de otras partes, vivían en la localidad.
“Al ser trasladados, muchos de esos colaboradores se fueron a vivir a otras partes dejando de mover la economía local, pues ya sus hijos no estudian aquí, las familias dejaron de mercar y consumir en el casco urbano”, dijo.
Frente a los reclamos de Nolberto, el habitante de la vereda Primavera que aseguró que ninguna autoridad ha ido a la zona, Tangarife anunció que la administración de Santa Bárbara hará una visita para concertar posibles soluciones, e impulsar un trapiche comunitario que podría respaldar la reactivación económica de esa comunidad.
Aunque se le consultó a la administración municipal de Abejorral sobre el efecto del cierre de este complejo industrial y minero en las cuentas locales, al cierre de esta edición no hubo respuesta.
Sin claridad
Si bien la planta despachó su última tonelada de material hace un año, Cementos Argos avanza en el cierre y entrega del yacimiento y el título minero, atendiendo los requerimientos de la Secretaría de Minas de Antioquia y la autoridad ambiental Cornare.
Este es un proceso en construcción, pues nunca se había hecho en el país y por lo que sigue, en parte, la experiencia que en 2011 ejecutó Cementos Melón en Chile. Aún no se sabe cuánto tiempo tardará la clausura de los portales de acceso, y los socavones no es necesario rellenarlos.
Otro detalle que no se conoce es qué va a pasar con la planta. En Piedra Galana se oyen rumores de que una caja de compensación familiar estaría interesada en establecer un parque, e incluso que en la vereda se contempla construir otra hidroeléctrica, versiones que los alcaldes de Santa Bárbara y Montebello no confirman.
De momento, Nolberto dice que seguirá aprovechando las tierras de la cementera hasta que le pidan devolverlas. “Llegado el les pediré una compensación por las mejoras hechas y, ¿por qué no decirles que me las den como una donación?”, concluyó.