Conjeturas lingüísticas le permitieron a Carlos Castaño-Uribe, antropólogo ambiental y arqueólogo de la Universidad de los Andes, junto a otros investigadores, deducir que la traducción de Chiribiquete sería Casa solar del enjambre de estrellas o casa del enjambre solar.
Él ha dedicado gran parte de su vida a la investigación y conservación del Parque Nacional Chiribiquete y estudia hace más de 30 años las cerca de 75.000 pinturas indígenas de este lugar que “es único por su cadena montañosa, data del Precámbrico y forma parte del Escudo Guayanés, uno de los más antiguos del planeta. Se levanta en medio de la planicie amazónica”, cuenta Julia Miranda, directora general de Parques Nacionales de Colombia.
Estos dibujos con representaciones humanas como hombres jaguar, plantas y animales en interacción, rituales y costumbres propias de esta región, constituyen el arte rupestre más antiguo descubierto hasta ahora en este continente.
Castaño explica que “allí están consignados pasajes mitológicos y rituales de muchos siglos atrás que son totalmente correspondientes con las primeras poblaciones humanas que llegan a esta parte del continente”, y lo más sorprendente es que “se ha logrado mantener desde entonces hasta nuestros días”.
En el centro del planeta
Aunque ocupa el 6 por ciento de la superficie terrestre, aloja más de la mitad de los organismos conocidos, se puede leer en el libro recientemente editado Chiribiquete: la maloka cósmica de los hombres jaguar. Se publicaron dos versiones del mismo texto que aloja 400 páginas de fotografías coloridas e impactantes sobre esta serranía que hasta hace muy poco era uno de los secretos mejor guardados del país.
Villegas Editores hizo la edición más grande y de colección y Mesa Estándar la de bolsillo. “Este es uno de los mayores anhelos que logro cumplir. El libro no es el fin último de un proceso sino el inicio de un esfuerzo que hacemos por socializar lo que significa el patrimonio natural y cultural de esta Serranía”, aclara. Castaño está convencido de que es importante que el público se maraville con lo que hay allí, y a su vez entienda por qué “hay que proteger este sitio con una visión un poco diferente al resto”.
Por eso una de las formas de ayudar a conservarlo es “no visitándolo”, dice Castaño.
Además de que es peligroso ir a este lugar lleno de riscos, en los que se combinan varios tipos de vegetación, caños de aguas oscuras propias de la selva y cascadas y ríos, mantenerlo intacto sería la clave para entender de dónde vienen y quiénes son los habitantes contemporáneos de Colombia.
“Allí podemos encontrar una serie de aspectos fundamentales que ayuden a construir ese gran vacío que tenemos los colombianos con nuestra identidad, que es muy notoria en todos los aspectos. No hay tantas cosas que nos unan en la actualidad, los íconos de nuestras raíces han sido muy subestimados y alrededor de nuestras culturas ancestrales no tenemos mucha precisión para entender lo fecundas que son y lo importantes que fueron en el desarrollo, incluso, de lo que hoy somos como país”.
Una Alejandría aborigen
Ocho expediciones científicas se han hecho a la serranía en las que los más expertos del país han hecho inventarios y descubrimientos en un lugar lleno de ecosistemas copiosos.
Cada vez que llegan a un sitio encuentran especies nuevas para la ciencia y los murales pictóricos de Chiribiquete han sido un laboratorio de aprendizaje.
“Allí están consignados no tomos físicos para la lectura a través de lengua escrita, sino murales completos de un lenguaje codificado que fue hecho a través de la pintura para transmitir un conocimiento ancestral que ha seguido perdurando a través de los siglos hasta nuestros días”, continúa Castaño.
Patrimonio de la humanidad
En 2018 esta serranía fue incluida en la lista de Patrimonio Mixto, Cultural y Natural de la Humanidad. Es el primero que tiene Colombia en esta categoría, cuenta Miranda en uno de los textos que introducen al libro de Castaño, sin embargo es la región más deforestada del país en los últimos años.
Por eso el arqueólogo hace una invitación con esta publicación. Conocer sus historias desde la lejanía es lo más sensato que puede hacerse para proteger la maloka del jaguar. Este territorio convoca a la sociedad a cuidarlo para evitar que le saqueen sus recursos.
Esta es la razón por la que el Grupo Sura se ha comprometido con entregar las ganancias del libro de Castaño en versión de bolsillo para hacerle un fondo de ahorros a este prístino parque. Regálelo en Navidad, es una buena forma de actuar mientras aún hay posibilidades para la biodiversidad del planeta.