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El deterioro de Júpiter reavivó debate sobre papel de zoológicos

  • Este es Júpiter en la jaula en la que fue trasladado. Foto: Colprensa.
    Este es Júpiter en la jaula en la que fue trasladado. Foto: Colprensa.
27 de febrero de 2020
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El recuerdo de Júpiter es de hace unos diez años: saca las manos y la trompa de la jaula para darle un beso en la boca a Ana Julia Torres, la cuidadora que lo tenía en un refugio privado en Cali. Es un león grande, de más de 200 kilos. Desde entonces han pasado varias cosas: en 2017 fue retirado del lugar y trasladado al zoológico Los Caimanes en Buenavista, Córdoba. Por estos volvió a ser noticia, y ya no se parece: pesa unos 90 kilos y está en grave estado de salud.

Con los lamentos y las preocupaciones que se han expresado en redes, han vuelto las preguntas sobe si los zoológicos son necesarios, si le hacen bien o mal a los animales y cuál es su función en la actualidad.

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Catalina Díaz, bióloga y coordinadora de flora y fauna del zoológico Santa Fe, explica que hay una tendencia con estos espacios que gira hacia su transformación y se está dando en todo el mundo. “En Colombia vamos un poco atrás de la norma de zoológicos modernos, que incluye con más fuerza la conservación y la investigación de la fauna silvestre, pero estamos en el proceso”.

La especialista destaca que tradicionalmente los zoológicos han sido sitios de exhibición de animales para entretenimiento y con el tiempo eso ha cambiado, “ahora asociaciones de zoológicos como la Aza, que es la Asociación Americana de Zoológicos; la Waza, la Asociación Mundial de Zoos y Acuarios, y la Eaza, Asociación Europea de Zoos y Acuarios, tienen unos estándares muy altos para sus miembros, en cuanto a seguridad, manejo de animales e inversión en investigación y conservación”.

Precisamente, la Eaza enfoca su trabajo en el bienestar animal, la legislación y la capacitación como aspectos importantes y vitales de la práctica profesional de manejo de estos lugares. “Se requiere que el zoológico moderno contribuya al desarrollo posterior de estos campos de especialización. Actualmente, los miembros de Eaza están colaborando y cooperando en los campos de bienestar de los animales, legislación y marco de calificación profesional europeo para los zookeeper (las personas que trabajan en el cuidado de animales en los zoológicos)”, indican en su página web.

Daniel Jaramillo, de la Corporación La Trinidad, y quien ha trabajado el tema de conservación con mariposas, considera que sí tiene que existir esa transición en estos espacios, “y soy un convencido de que así debe ser. Cuando tú generas un ecosistema para conservar una especie estás activando todo a su alrededor. En el caso de las mariposas, estas tienen una característica y es que están en la base de la cadena alimenticia, cualquier proceso que hagas de conservación, por ejemplo un mariposario abierto, genera un montón de activaciones externas adicionales que van a permitir un impacto mucho mayor, un ecosistema donde tienen lugar (llegan abejas, pájaros, colibríes, avispas)”.

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Díaz destaca el zoo de Londres como un pionero en dicho cambio. “Está a la vanguardia en cuanto a zoológicos modernos, además este es uno de los más antiguos y tiene una trayectoria y aprendizaje mucho más fuerte que otros del mundo”. La bióloga dice que los europeos tienen estándares de seguridad y de manejo de animales y conservación muy estrictos, y que ese es en definitiva el camino que están llevando estas instituciones en todo el planeta: el de la conservación.

Entonces, los zoológicos, pensados para ver animales en cautiverio, ¿se van a acabar? La bióloga considera que la perspectiva puede cambiar, pero igual el público siempre será importante: “Los visitantes serán parte integral, siempre vamos a invitar a la gente, porque los esfuerzos de conservación no significan reintroducir animales a la vida silvestre. La conservación es un esfuerzo integral que tiene que incluir a las comunidades y al público en general para poder ser exitoso”.La conservación tiene sus claves

Un programa de conservación que tenga el deseo de regresar a los animales a su vida natural va a estar en conflicto con las ideas de exhibición de animales para entretenimiento, porque –indica Díaz– para poder rehabilitar un animal y luego liberarlo a la vida silvestre tiene que evitar el contacto con las personas.

Uno de los casos de éxito que tiene el zoológico Santa Fe es el de los monos aulladores que están fuera de exhibición, “eso quiere decir que la gente no los está viendo, pero son nuestro esfuerzo de conservación y tienen que estar separados de la gente”. Precisamente este programa es importante porque ellos reciben los monos aulladores que fueron capturados en tráfico ilegal de fauna, principalmente, y los preparan para que puedan regresar a su hogar, en tanto al salir de la selva muchas veces pierden habilidades y deben enseñarles de nuevo a sobrevivir y, sobre todo, a no acercarse a los humanos.

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Un punto vital es que no todos los animales puede reintegrarse a la vida salvaje, “por muchas razones no se han podido liberar, porque tienen problemas veterinarios, problemas de comportamiento, no saben cómo sobrevivir por sí solos, son animales sociales y están solos. Muchas razones por las que liberarlos sería más irresponsable que tratar de brindarles el mayor bienestar posible, en cautiverio, el resto de sus vidas”.

Esto porque muchos de los que llegan a estos lugares lo han hecho por tráfico o decomisados a circos, es decir, fueron sacados de su hábitat natural.

Otra aclaración que hace la especialista es que los animales que habitan en un sitio como el Santa Fe, y mientras se hace la transición a un zoo moderno no se van a reemplazar. “Sabemos que por las condiciones veterinarias o biológicas de algunos de los animales que recibimos de tráfico ilegal de fauna no se pueden liberar, se quedarán viviendo aquí hasta el final de sus vidas y nos servirán como embajadores para enseñar, acercarnos al público y hacer toda la parte de educación ambiental, vital para los esfuerzos de conservación”.

Y así sucederá en este proceso de transformación de los zoo en el mundo, uno de los que va a la vanguardia en dicho tema es el Temaikén en Argentina, que pasó de ser zoológico a bioparque, y cuyos tres pilares, según su página web son “conservar, educar e involucrar (a la sociedad)”.

Dichos cambios serán paulatinos, “es que el zoológico a veces funciona como si fuera un hotel, yo no puedo arreglar todas las habitaciones del hotel al mismo tiempo. No puedo tumbar toda la infraestructura porque se quedan los animales sin donde vivir y a ellos no les conviene vivir en una obra abierta con taladros y arreglos y demás. Tiene que ser un cambio gradual”, concluye Díaz.

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