Un equipo internacional describe por primera vez cómo las aves migratorias son capaces de recuperar su ruta cuando la pierden, siguiendo la firma magnética de la Tierra.
Los observadores de aves se emocionan mucho cuando un ave migratoria “rara” llega a tierra después de haberse desviado de su ruta y haber volado más allá de su área de distribución normal. Pero éstas son raras por una razón: la mayoría de las aves que han hecho el viaje antes son capaces de corregir los grandes desplazamientos y encontrar su destino final.
El equipo de investigadores, de las universidades británicas de Bangor y Keele, describe cómo el carricero común puede navegar desde una ‘posición magnética’ más allá de lo que han experimentado en su ruta de migración normal, de regreso hacia la ruta correcta. Su estudio se publica en Current Biology.
Las diferentes partes de la Tierra tienen una “firma geomagnética” distinta según su ubicación. Esta es una combinación de la fuerza del campo geomagnético, la inclinación magnética o el ángulo de inmersión entre las líneas del campo magnético y el horizonte y la declinación magnética, o el ángulo entre las direcciones a los polos norte geográfico y magnético.
Aves adultas que ya estaban familiarizadas con su ruta de migración y sus firmas magnéticas generales fueron mantenidas en cautividad durante un breve periodo antes de ser liberados en la naturaleza, y expuestos a una simulación de la firma magnética de la Tierra en un lugar situado miles de kilómetros más allá del corredor migratorio natural de las aves.
A pesar de permanecer físicamente en su lugar de captura y de experimentar todas las demás pistas sensoriales sobre su ubicación, incluida la luz de las estrellas y las vistas, el olor y los sonidos de su ubicación real, las aves seguían mostrando el impulso de iniciar su viaje como si estuvieran en el lugar sugerido por la señal magnética que experimentaban.