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Los días difíciles del tejido empresarial venezolano

  • Industria venezolana, en declive desde 2012. FOTO EFE
    Industria venezolana, en declive desde 2012. FOTO EFE
  • Lisbeth en su panadería. FOTO Camilo Suárez
    Lisbeth en su panadería. FOTO Camilo Suárez
  • Margarita y su local en Bello. FOTO Camilo Suárez
    Margarita y su local en Bello. FOTO Camilo Suárez
Los días difíciles del tejido empresarial venezolano
17 de noviembre de 2020
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Además de ejercer como docente, Lisbeth contaba con una casa de banquetes, negocio familiar, como fuente de ingresos en una –para entonces– próspera Venezuela. Sin embargo, la situación económica se complejizó hasta el punto en el que sencillamente las quincenas no alcanzaban. Emprender rumbo a Colombia fue la decisión tomada para poder avanzar (ver Primer Recuadro).

Como Lisbeth, son 1.748.716 las personas que tuvieron que arrancar de Venezuela al territorio nacional, acompañadas de una moneda que se devalúa cada vez más, un crecimiento económico incierto y una inflación pronunciada que bordea los cuatro dígitos (ver Gráfico).

De acuerdo con las estadísticas de Migración Colombia, de esa cifra, con corte a 30 de junio, solamente 43,6 % se encontraban en condiciones regulares de papeleo.

Frente a este panorama y al igual que la mayoría de colombianos, Margarita Toro, tendera local, ve con buenos ojos y abraza la llegada de migrantes al país y los negocios que deciden montar, puesto que por lo menos en las tiendas, asegura que siempre habrá clientela para todos.

El declive empresarial

Y es que en términos de negocios, justamente uno de los puntos por los que se ha dado una contracción industrial en Venezuela es por la dureza que representa montar una empresa allí. Para dimensionarlo, solo en el caso del sector comercio se calcula que para inicio de este siglo la cantidad de compañías en ese país era de 500.000, y actualmente no se está ni cerca de tal cifra.

Esto, en tanto el número de firmas que previo al fenómeno de la covid-19 operaban en ese país no era mayor a 23.000, con lo que atrás quedaron los seis dígitos que antes eran normales al momento de pensar en cantidad de comercios.

Se estima que por causa de la pandemia cerró cerca del 40 % del tejido empresarial que había previamente en el mencionado sector económico. No obstante, lo que apuntó Josefina Salvatierra, directora ejecutiva de Consecomercio, gremio del comercio venezolano, es que se espera que este se recupere con el pasar de la contingencia y que vuelva a abrir sus puertas.

Según describió Salvatierra, el descenso en generación de empresa se acrecentó después de 2012, año en el cual la economía del país sufrió el impacto de “un cambio de gobierno que se tuvo que profundizar en un modelo económico con restricción y control de precios”.

Adicionalmente, otra situación en la que se vio envuelto el tejido empresarial venezolano fue la de las expropiaciones. Dicho mecanismo buscaba un Estado robusto que estuviese en capacidad de ofrecer determinados servicios, pero no se dio así.

Es importante recalcar que desde el lado de la industria, un estudio de Conindustria, gremio de este sector de la economía, estimó que durante la época de expropiación hubo un total de 5.000 organizaciones que pasaron a manos del Estado, de las cuales solo se mantienen 3.000 en pie.

De acuerdo con Salvatierra, “al final, el resultado de esa política ha sido negativo, porque dejó un Estado que está cargado de un mundo de empresas y que no sabe qué hacer con ellas ya que no tiene recursos. Además, nadie va a recomprar una cosa que no vale nada”.

Así mismo, desde Conindustria una encuesta reveló que 79 % de los industriales prevé que la situación económica del país será aún peor en los próximos doce meses, y que 93 % analizó que a cierre de junio la situación era peor que un año atrás.

Cabe tener en cuenta que la economía global va a sufrir un golpe importante a causa de la pandemia, por lo que las cifras que en otras partes del mundo pueden parecer irreales, en Venezuela se mantendrán. Por ejemplo, según el Fondo Monetario Internacional al cierre de este año en el vecino país habría una tasa de desempleo cercana al 54,4 %.

El mensaje que dejó Salvatierra es que pueblos venezolanos y colombianos son muy parecidos y que ambos han sabido superar la adversidad. “Esta no será la excepción”, concluyó .

***

El camino de Lisbeth para montar su propio negocio en Medellín

Una casa de banquetes era el negocio con el que Lisbeth y su familia se sostenían en Venezuela. Además, ella contaba con la posibilidad de ejercer su profesión como docente y su posgrado en educación.

Sin embargo, cuenta que “cuando el país estaba bien, no nos faltaba nada. Pero fue mermando la situación y la quincena no daba para hacer un mercado y no se conseguía comida ni transporte”. Con su esposo, un antioqueño que fue acogido en el país vecino, decidió emprender rumbo hacia Medellín en el momento en el que se dieron cuenta de que la crisis económica no solamente se trataba de números, sino que ya tocaba el bolsillo directamente. Sobre los últimos días en su patria, describe el pasado de la siguiente manera: “Yo me iba a las 2:00 a.m. a los supermercados para tratar de comprar comida y cuando llegaba ya se había acabado.

Es una situación en la que uno siente que se va hacia atrás. Si soy una persona luchadora tengo que seguir hacia adelante”. Por esta razón, Casa de Banquetes Rexmlis y todos los miembros de la familia vieron Colombia, específicamente Medellín, como su destino, pero el rumbo para Lisbeth estaría lejos de volver a este negocio. Todo inició con la venta de caramelos y galletas en la calle. Posteriormente, tras buscar contactarse con la Cancillería, los entes gubernamentales le plantearon la opción a ambos de montar una panadería, por medio de un programa de fomento a la creación de negocios, a pesar de que previamente no conocían de estos procesos.

Este fue el camino de lo que hoy en día se conoce como Panadería La Casa del Dulce y el Pan, haciendo alusión a que se venden panes que también pueden ser dulces, buscando recoger los mejores sabores de Venezuela y de Medellín para el gusto de todos, luego de haber recibido ayuda en lo que confiere a materias primas e implementos para poder ejercer este oficio.

Si bien describe que “todo comienzo es difícil”, de esta panadera destaca que la receta del pan costeño es la que ha llamado mucho la atención y ha llevado a que dicha idea de negocio terminara siendo una buena iniciativa. Ahora bien, resalta que la familia de su esposo, que está en Medellín, es un bastión importante para hacer más llevadera la experiencia.

Adicionalmente, la posibilidad de contar con un certificado de retornado de su pareja hizo que se facilitara la solicitud de ayuda para traer a Colombia elementos como utensilios del hogar, puesto que la situación en la frontera se estaba complicando.

Lisbeth en su panadería. FOTO Camilo Suárez
Lisbeth en su panadería. FOTO Camilo Suárez

Lo que lee Margarita Toro desde los ojos de Lisbeth

Hecha a pulso y escalando luego de obtener la posibilidad de acceder a un local sin pagar arriendo, gracias a su hermana. Así nació una de las tenderas que ha sido reconocida por su calidad en los últimos años: Margarita Toro Agudelo, quien ejerce su oficio desde septiembre de 1994, cuando llevaba hielo a las tabernas de Bello, hasta que empezó a hacerse conocer por los surtidores de bebidas alcohólicas y no alcohólicas con los que ofrecía más productos a menor precio en su local.

Acusando que bajo estos días difíciles se ha disminuido la venta de licor en su negocio, Margarita, quien fue distinguida esta semana por la Federación Nacional de Comerciantes en Antioquia (Fenalco) como Tendera Líder, manifestó que siempre es buena noticia la llegada de personas con iniciativas como la de Lisbeth, y que Licores Arator del Ángel, su propuesta, lo ve como una competencia sana para poder atender más necesidades de la gente. Incluso, aclaró que aún con más comercios las ventas y los clientes se mantienen.

Y es que, dice Margarita, experiencias como la de Lisbeth son muestra de que los migrantes también quieren impregnar de cosas positivas el día a día del país, y no dudó en apuntar que en este tipo de negocios “sí hay cama para tanta gente”, dejando a un lado cualquier preconcepto xenófobo.

De esta manera, Margarita anotó que “en cada esquina hay una tienda y todos venden”. Dijo que, además del de Lisbeth, conoce más casos en los que un extranjero decide montar un local y consigue clientela. Se trata de iniciativas que ve con buenos ojos, puesto que en Antioquia la gente quiere tener “todo lo más a la mano posible”.

La capacidad de relacionarse con los demás de manera fácil es otra de las características que identifican los empresarios de este segmento sobre el mercado antioqueño. Por ello, Toro recalca la disposición paisa y afirma que “estamos viendo la facilidad que tiene la gente de que todo esté cerquita. Justamente ese detalle y la amabilidad se los hemos demostrado a todos los extranjeros”.

A partir de dicho pensamiento, Margarita manifiesta que la personalidad de los antioqueños lleva a que se acoja a las personas de diferentes zonas del país e incluso de afuera.

Actualmente ella mantiene su licorera, que a la vez es tienda, e innova vendiendo plantas y siempre pensando en cómo hacer crecer su negocio, sin que esto signifique que deje de haber clientela para las demás iniciativas similares a la suya.

Margarita y su local en Bello. FOTO Camilo Suárez
Margarita y su local en Bello. FOTO Camilo Suárez
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