La turbulencia política en Venezuela no mermó un día después de la marcha opositora en todo el país. Distintos acontecimientos siguieron evidenciando ayer el contraste entre gobierno y oposición, que mantienen estrategias enfrentadas, a pesar de que el Vaticano intentará mediar este fin de semana en un enésimo diálogo para que retorne la concordia.
24 horas antes de que inicie la huelga general de trabajadores de todos los sectores nacionales, el chavismo intentaba aplacar los ánimos de la gente anunciando un aumento del salario mínimo, de las pensiones, y del bono de alimentación.
En un acto de entrega de viviendas en Ciudad Tiuna, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, anunció que el salario mínimo y las pensiones pasarán de 22.576 bolívares a 27.091 bolívares, el bono de alimentación de 42.480 a 63.720 bolívares, entre otros beneficios.
Para expertos y líderes de la oposición la medida se trató de un consuelo para intentar calmar el descontento ciudadano, sabiendo que más del 70% de la población está a favor de revocar su mandato.
“Nicolás Maduro cree que aumentando el sueldo bajará la tensión y se resolverán los problemas. La dignidad del pueblo no se compra. Vas para afuera”, escribió en Twitter el diputado y líder estudiantil Juan Requesens.
En la misma red social, Luis Vicente León, presidente de Datanálisis, extendió las críticas desde lo académico: “aumentar salarios compulsivamente es la estrategia clásica de quienes baten récords de inflación y son incapaces de rescatar equilibrios. Los aumentos compulsivos de salarios son reflejo de un fracaso del modelo económico”.