El papa Francisco calificó “el chismorreo” como la principal y más común enfermedad dentro de la iglesia católica. Para el pontífice, las críticas se deben decir de frente y no bajo la mesa.
“El chismorreo es la enfermedad más común de la Iglesia. Si no dejamos que el Espíritu Santo nos cure esa enfermedad, difícilmente un camino sinodal será bueno. Al menos aquí dentro”, dijo el papa durante la primera sesión del Sínodo, en el Aula Pablo VI del Vaticano.
En el lugar había 464 miembros de la iglesia reunidos entre obispos y laicos. De ellos, 364 tendrán derecho al voto y, por primera vez, se incluyeron a 54 mujer con el derecho a tomar decisiones sobre el futuro de la iglesia, como el celibato o la bendición a los homosexuales.
“Si no estás de acuerdo con un obispo, una monja o un laico, díselo a la cara, di la verdad, no con chismorreos bajo la mesa”, animó el pontífice argentino.
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Las declaraciones de Francisco suponen una respuesta a las afirmaciones de cinco cardenales conservadores que, en una carta, le habían pedido al papa reafirmar la doctrina católica por las posturas del pontífice sobre la ordenación sacerdotal de mujeres y las parejas homosexuales.
Durante la misa de apertura, el papa ha precisado que no sirve una mirada “inmanente, hecha de cálculos políticos o batallas ideológicas” y ha puntualizado que la asamblea del Sínodo no es un “parlamento polarizado” ni una reunión donde llevar a cabo “un plan de reformas” sino que “el protagonista es el Espíritu Santo”.
“Si el pueblo santo de Dios con sus pastores provenientes de todo el mundo alimentan expectativas, esperanzas e incluso algunos temores sobre el Sínodo que comenzamos, recordemos una vez más que no es reunión política, no es un parlamento polarizado, sino un lugar de gracia y comunión. El Espíritu Santo muchas veces deshace nuestras expectativas para crear algo nuevo que supera nuestras previsiones y negatividades”, ha subrayado Francisco.