Los días en los que el espacio era una frontera y un sueño imposible se han terminado. O al menos así lo es para quienes puedan pagarlo. El multimillonario Jeff Bezos, fundador de Amazon, cumplió este martes aquello que dijo soñó desde niño, cruzar el umbral que separa la atmósfera terrestre del espacio.
Lo hizo junto a su hermano Mark Bezos, la aviadora estadounidense Wally Funk y el joven holandés Oliver Daeman. La tripulación superó los 106 kilómetros de altura en la nave New Shepard, de la compañía Blue Origin, cuyo dueño es Bezos. La travesía duró apenas 11 minutos y resultó tal cual como se había planeado.
Lo sucedido, si bien no es un gran hito para la carrera humana por conquistar el espacio, sí lo es para la competición que se lleva entre grandes magnates por establecer una vía segura y funcional para hacer turismo en el espacio. El de Bezos se convirtió en el primer viaje turístico cuya tripulación, toda, fue civil (no hubo piloto o un astronauta en propiedad), lo que parece esencial para una futura “agencia” de viajes espaciales.
Esto lo pone por delante de otros multimillonarios como Elon Musk, fundador de Tesla y de SpaceX, una compañía con similares propósitos a la de Bezos; o de Richard Branson, fundador de Virgin y quien, hace apenas una semana, el 11 de julio, voló también a la frontera entre la atmósfera y el espacio en una nave de su compañía, Virgin Galactic. La travesía salió de manera correcta, aunque fue realizada en una maniobra piloteada por profesionales, lo que lo diferencia al viaje de Bezos.
A su aterrizaje, el hasta hace poco CEO de Amazon, agradeció “a todos los empleados y clientes porque habéis pagado todo esto”, y aseguró querer regresar. Para hacerse a una idea de cuánto podría costar un boleto turístico al espacio, basta ver los precios que alcanzó este viaje inaugural.
Blue Origin puso en subasta un asiento en la nave. La cifra que pagó un desconocido (para la prensa) por ocupar ese espacio alcanzó los 28 millones de dólares. El feliz comprador, sin embargo, no hizo uso efectivo del boleto debido a un “conflicto de horarios”, lo que dio el lugar a Oliver Daeman, el hijo de otro multimillonario y que, por azar, se convirtió entonces en la persona más joven de la historia en subir al espacio (18 años).
La carrera espacial que alguna vez se concentró en el accionar de los Estados parece haber consolidado el salto hacia la esfera de los magnates y de los negocios privados. Esa disputa apenas comienza