Desde la explosión en el puerto de Beirut del pasado 4 de agosto, los ciudadanos de Líbano regresaron a la calle para protestar contra el gobierno al mando del primer ministro Hassan Diab. Y esas movilizaciones, en cuestión de una semana, ya mostraron sus efectos: ayer Diab y su equipo renunciaron al poder, abriendo paso a que el país convoque a elecciones anticipadas pare renovar el Ejecutivo que apenas llevaba nueve meses de gestión.
“Hoy, anuncio la dimisión de este gobierno. La catástrofe que afectó a los libaneses en el corazón (..) ocurrió a causa de la corrupción endémica en la política, la administración y en el Estado”, indicó Diab, hacia las 7:30 de la noche, hora de Beirut, durante una alocución televisada. Aunque el Ejecutivo renunció, no está claro qué sucederá en las próximas semanas, si habrá un gobierno de transición o si ese mismo gabinete deberá llevar las riendas del país hasta unos nuevos comicios.
Un cambio en el poder era, precisamente, lo que los manifestantes reclamaron en los últimos días, impulsados por el temor que dejó la explosión de la semana pasada, que según el balance del gobierno acabó con la vida de 160 personas, dejó 6.000 heridos y cerca de 20 desparecidos.
La de Líbano es una situación particular. En octubre de 2019 también vivió manifestaciones contra la corrupción y la clase política, que llevaron a la salida del entonces primer ministro Saad Hariri. Diab, quien acaba de dimitir, era el reemplazo de Hariri y ninguno de los dos logró condensar las peticiones de la ciudadanía como restablecer la economía, porque la moneda se ha devaluado un 70 % respecto al dólar, según The Spectator, o mejorar el sistema eléctrico.
“Líbano viene de una guerra parecida a la de Siria y tiene todos los elementos para que se dé una fractura profunda. Carece de liderazgo, está en un punto sensible de Medio Oriente y hay una fatiga de la sociedad civil alrededor de la clase gobernante y respecto al papel que ejerce Hezbolá en el Ejecutivo, que es una creciente fuerza política”, comenta el Ph.D Seguridad Internacional e investigador de la U. del Norte, Janiel Melamed.
Esa falta de liderazgo se evidencia en que, a pesar de que ya está la renuncia del gobierno, no está claro qué sucederá en las próximas semanas, ni quién tomará las riendas del país. Y Hezbolá también es un punto clave de esa convulsión. Se trata de un partido que como colectividad tiene bajo su mando el Ministerio de Salud, pero que es considerado como un grupo terrorista por Estados Unidos.