x

Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

Los “juegos del hambre” en las cárceles de Brasil

Un motín en una prisión de Altamira dejó 52 muertos y en mayo otro dejó 55 víctimas. Los centros de reclusión son escenario de disputas entre bandas.

  • Esta es la cárcel de Altamira, en el estado de Pará, donde se presentó un motín carcelario ayer que acabó con la vida de 52 reclusos. 16 fueron decapitados. FOTO efe
    Esta es la cárcel de Altamira, en el estado de Pará, donde se presentó un motín carcelario ayer que acabó con la vida de 52 reclusos. 16 fueron decapitados. FOTO efe
30 de julio de 2019
bookmark

Seis horas de enfrentamientos, una prisión en llamas y 57 muertos que cifraban las autoridades hasta el momento del cierre de esta edición.

Una vez más Brasil vivió un día gris de cuenta de la violencia en las cárceles, en esta ocasión, por un enfrentamiento que se dio en el Centro de Recuperación Regional de Altamira, Estado Pará, donde la disputa interna llegó al punto en el que los reos tomaron a dos guardias como rehenes mientras protagonizaban una sangrienta lucha entre bandas.

De ese medio centenar de víctimas, 16 fueron decapitadas con machetes que guardaban los detenidos al interior del penal.

Las cabezas de los fallecidos hicieron las veces de pelotas de fútbol mientras las amontonaban, a patadas, contra un muro verde de la prisión que estaba manchado de sangre. El video de ese momento alcanzó a circular por redes sociales: un hombre pisaba la cara ensangrentada de una de ellas y amagaba con lanzarla al resto de rostros humanos.

Pareciera un motín, pero es mucho más que eso. La Superintendencia de Prisiones de Pará informó que se trató de un enfrentamiento entre bandas rivales cuyos integrantes coexistían dentro de la cárcel, capturados por pertenecer a grupos delincuenciales, hombres que extendieron los brazos de sus clanes dentro de la prisión.

Esta hostilidad recuerda la de mayo de este año, cuando entre los días 27 y 28 de ese mes 55 personas fueron asesinadas la cárcel de Anísio Jobim, en la Estado Amazonas, también en medio de disputas internas. Todo un campo de batalla dentro de las prisiones.

Este es un contexto que se repite en un país donde los centros de reclusión colapsan y el gobierno de Jair Bolsonaro incrementa sus políticas de mano dura con la delincuencia. Ahora hay menos asesinatos en la calle: la cifra pasó de 64 mil en 2017 a 57 mil en 2018, según datos de la plataforma Monitor de Violencia, pero esas disputas se trasladaron a las prisiones.

Colapso carcelario

Brasil cuenta con un agente por cada siete presos y tiene 415.960 vacantes dentro del sistema para 750.000 personas privadas de su libertad, lo que significa un hacinamiento del 55 %. De esa cifra, el 35,9% de los reos están detenidos de manera provisional, sin que se haya concluido el proceso en su contra.

Esos datos del Monitor de Violencia reflejan la sobrepoblación en los centros de reclusión, que supera la de países como México, que cuenta con 170 mil vacantes en las cárceles para más de 188 mil presos, según el reporte de 2017 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.

En Colombia el panorama no es lejano. El país tiene una capacidad de 80.225 vacantes y a julio de 2019 el número de presos reseñados por el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec) alcanzó los 123.490, un hacinamiento del 53,93 %.

Es decir, el país está a tan solo dos puntos de alcanzar las estadísticas de Brasil, donde las cárceles son un campo de batalla: “Hay un autogobierno. Las políticas de encarcelamiento masivo llevaron a tener centros sobrepoblados, con pandillas que se crearon dentro o fuera de estas”, relata el integrante del Centro de Investigación y Docencia de México, Gustavo Fondevila.

Prisión en disputa

Y aunque ahora se habla de las 52 víctimas de Altamira, es un panorama cíclico. En enero de 2017, 60 personas fueron asesinadas en un motín de 2 días en la prisión de Alcaçuz, Estado de Río Grande del Norte.

Parecía una batalla campal: presos en los techos, banderas que marcaban posiciones de las bandas, encapuchados, grafitis en los muros, fuego y un sistema penitenciario incapaz de controlar esa rebelión. En tan solo ese mes, según reseñó el diario Folha de São Paulo, más de 130 personas fueron asesinadas.

Brasil cada vez tiene más presos y persisten los mismo problemas: narcotráfico, violencia dentro y fuera de las cárceles, hacinamiento en estas o conflictos entre bandas.

“Las disputas que había en libertad se trasladan a las condiciones intramurales y los reos que no pertenecían a organizaciones terminan siendo instrumentalizados en estas dinámicas”, relata el máster en Derecho Penal y Política Criminal, Mauricio Urquijo .

Las paredes de la reclusión de Altamira ahora son rojas y negras por la sangre y las cenizas de la revuelta. Un evento más en la suma de antecedentes en las cárceles de Brasil que evidencian la crisis penitenciaria que vive el país.

112
reclusos han fallecido este año en Brasil en medio de este tipo de motines.
El empleo que buscas
está a un clic

Nuestros portales

Club intelecto

Club intelecto

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD