Secuestrar un barco para no regresar a los centros de detención de Libia. Esa fue la decisión de un grupo de migrantes africanos quienes fueron rescatados en las costas de ese país por un navío de bandera turca, mientras intentaban huir rumbo a Europa por el mar Mediterráneo, ruta que ha sido calificada como una de “las más mortíferas del mundo” por la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
Su historia, aunque novelesca, evidencia la situación de las personas interceptadas en altamar por los guarda costas de ese país, quienes son llevadas a los lugares de detención de Trípoli, gestionados por la Dirección de Lucha contra la Migración Ilegal, donde son encerrados, padecen hambre y son víctimas de malos tratos.
Aunque “estaban en peligro de muerte” al momento de su salvamento”, según explicó la organización Sea-Eye, que fue testigo del operativo, prefirieron dar la espalda a sus rescatistas antes que regresar a Libia. Cuando estas 108 personas fueron rescatadas ayer –77 hombres, 19 mujeres y 12 menores de edad– se dieron cuenta de que el barco tenía como destino esa misma costa de la que acababan de huir. Entonces, un grupo de ellos tomó control de la embarcación y amenazó al capitán para que cambiara su ruta rumbo a Malta.
El secuestro derivó en un operativo en altamar: las Fuerzas Armadas de Malta tuvieron que retomar el control del barco y, aunque los migrantes consiguieron su objetivo de llegar a una costa europea, al menos tres de ellos fueron detenidos.
La tortura de estar en Libia
“Las personas están enjauladas en los centros de detención. De pie, tras las rejas. Fueron devueltas por los guardacostas libios después de intentar escapar de del país”, cuenta Jai Defranciscis, una enfermera de Médicos Sin Fronteras que trabajó brindando atención a esta comunidad.
Defrancisis narra lo que denomina un “ciclo devastador” en el que estos migrantes quedan atrapados entre el mar y la detención. “Comencé a ver a las mismas personas apareciendo en los botes en los desembarcos. Tan pronto como los llevaron a tierra, la gente estaba tratando de organizar el próximo viaje”, indica.
Y Europa es testigo de esta política. Un informe de Amnistía Internacional titulado Entre el diablo y el profundo mar azul reveló que “Italia y la Unión Europea están reforzando su política de apoyo a los guarda costas libios”, que son responsables de realizar interceptaciones de migrantes para llevarlos de vuelta al país.
María Teresa Palacios, directora del Grupo de Derechos Humanos de la U. del Rosario, asegura que “no existe un marco que respete los derechos de estas personas. Es un tema que invita a reflexionar sobre el tratamiento que reciben”.
La experta hace referencia al artículo 33 de la Convención de Ginebra para los refugiados. Esta ley hace reseña al principio de la no devolución, que dispone que los migrantes que están en la frontera de un país no pueden ser regresadas si su vida corre peligro.
Un asunto que está en los tratados internacionales y que se conviritó en una realidad en Libia, donde los migrantes están dispuestos a todo para no regresar a ese país.
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millones de personas en Libia necesitan asistencia humanitaria: Acnur