Cuando Katyna Henríquez fundó su librería El Buscón en 2003 no pensó que esa intención de dedicarse a los libros viejos y de segunda mano sería lo que permitiría que esta sobreviviera (con dificultad) a la crisis que enfrenta su país, Venezuela. Ese recinto de libros de segunda mano, bibliografía venezolana y primeras ediciones han permitido a El Buscón “tener algo de suerte en medio de la tragedia que vive el país”.
Nació en 2003 como lo que califica “un proyecto arriesgado que tuvo mucha receptividad”. Está ubicada en el Centro Trasnocho Cultural, en Caracas, en medio de salas de cine, un teatro, una galería, música y un centro de Yoga. Un oasis, “un centro de oxigenación” para los ciudadanos. Con quince años de vida, cuenta que mientras que en otros lugares tener un libro en exhibición representa un esfuerzo económico y logístico por la escasez de los insumos para producirlos, a El Buscón cada día llegan más ejemplares.
No es un motivo para celebrar. Y es que las personas que dejan Venezuela acuden a su tienda para dejar los libros que no pueden cargar durante su travesía a cualquier otro país suramericano en los que buscan una esperanza de vida. “Hay un continuo ofrecimiento de bibliotecas personales. La gente vende sus neveras y cocinas y les quedan las bibliotecas. Muchos nos llaman a ofrecernos sus libros para recibirlos en consignación”. Ese gesto lo interpreta como una forma en que las personas intentan reivindicarse con su patrimonio bibliográfico a la espera de regresar, algún día, a reclamar sus libros.
“Para seguir la única palabra que nos salva es la resistencia”, concluye Katyna, desde su paraíso de libros usados llamado El Buscón.