"A Pulgarcito lo invitaron, a Pulgarcito lo invitaron a dar un vue, vue, vuelo en un avión, oeoeoa...", cantan los niños del jardín Crayolín, pero no lo hacen en el aula de clases ni en el patio de la institución sino en un coche de colores tirado por caballo.
Este singular sistema de transporte escolar se lo inventó esta guardería hace nueve años y desde el año anterior le dio caché adquiriendo un coche propio para ganar en seguridad y tranquilidad y a la vez ofrecerlo como servicio adicional para atraer más "clientecitos".
Y claro, los resultados han sido muy positivos, pues todos los niños de Chigorodó quieren entrar a este jardín para pasarla rico mientras se van a la casa o los llevan a la guardería.
"El servicio lo ofrecemos desde 1999, pero era alquilado, un señor nos prestaba el servicio y le pagábamos, pero de todas maneras había problemas y decidimos adquirir nuestro propio sistema, que lo maneja un padre de familia que transporta a su propia hija, entonces lo hace con cuidado y mucho amor", cuenta Afia María Medina, la directora del centro infantil.
Con este sistema, la partida y llegada de los niños es toda una fiesta y pequeños y grandes se gozan de lo lindo esos momentos.
"Andrés, siéntate... Sofía vete para atrás y mañana acuérdate que te toca educación física, traes camiseta y sudadera... Mario y José, pásense para la otra banca...".
Es la retahíla que le toca gritar a Ana Milena Medina, auxiliar de la guardería y quien acompaña a los pequeños en su recorrido. Ella cumple, además, otra función, la de informar a los padres acerca de las novedades de los niños, cómo se comportaron y qué tareas y compromisos hay pendientes para el otro día.
"Así logramos acompañar los muchachitos en todo momento, que ellos se sientan felices y los papás tranquilos, porque les recogemos a sus hijos en la puerta de la casa y se los dejamos ahí mismo, además no tienen que estar viniendo a preguntar nada", explica Afia.
Voces alegres
Sin duda, con este sistema, que sólo cuesta 20.000 pesos mensuales, los más felices son los niños.
Lo dice Sofía Vergara, una rubiecita de ojos claros y cinco años de edad, que se matriculó en Crayolín para poder pasear en caballo.
"Antes mi papá me traía en bicicleta, pero él está lejos y ya no puede, y me gusta más en el coche cuando el caballo es Platino, por blanco", anota la niña.
A Valentina Gómez, en cambio, le gusta más cuando el caballo es Full, que es el otro equino que hala el coche y tiene pelaje café oscuro, "me gusta porque brinca cuando pasa por huecos", dice la niña. Ambas tienen un recuerdo de su infancia que nadie les quitará de la memoria nunca.
Los pequeños que viajan en este singular carruaje, que tiene un sistema de carpa que se baja cuando llueve, viven en barrios lejanos de Chigorodó. Es de anotar que las calles de este pueblo son amplias y bien trazadas, pero la mayoría están sin pavimentar y tienen huecos, por lo que el transporte en moto, bicicleta y buseta no es seguro ni cómodo.
El de Crayolín, por eso, tomó una cabeza de ventaja. Y tiene felices a todos, a padres, niños y profesores, gozando la fiesta que se arma todos los días, cuando el coche cruza las calles del caliente y exótico Chigorodó.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6