Madre de cinco hijos, ama de casa y luchadora incansable -superó un cáncer de mama y lidia día tras día con la esclerosis múltiple-, Ann Romney constituye un apoyo fundamental para su marido, el aparentemente frío, distante y exitoso hombre de negocios Mitt Romney.
Ann Romney, nacida Ann Davies, tiene 63 años y lleva 43 casada con Mitt, por quien se convirtió a la Iglesia de los Santos de los Últimos Días -los llamados mormones- en 1966 y con quien ha tenido a cinco varones: Taggart, Matthew, Joshua, Benjamin y Craig.
"Mi matrimonio no es como un cuento de hadas", aseguró en su discurso ante miles de personas en la Convención del Partido Republicano que designó a su marido candidato a la Casa Blanca.
"Lo que Mitt y yo tenemos es un matrimonio real", enfatizó ante quienes ven en los Romney el estereotipo de la familia "ideal" pero "irreal", propia de los cuentos infantiles.
A principios de octubre, la esposa del candidato republicano explicó que Mitt Romney, busca su mirada entre el público asistente siempre que participa en uno de los muchos debates a los que se ha tenido que enfrentar durante este año en su carrera primero por la candidatura republicana y luego hacia la presidencia.
"Me busca entre el público y me encuentra. Mitt tiene que encontrar dónde estoy. Sólo necesita esa conexión. Y casi después de cada respuesta que da, me busca entre la audiencia, como preguntándome: '¿Está bien? ¿Lo he hecho bien?'", explicó.
Descendiente de emigrantes galeses de clase acomodada, Ann Romney conecta con la sociedad más tradicional y conservadora de Estados Unidos, especialmente en su defensa de los valores familiares y en el papel principal que la fe religiosa juega en su vida.
"Amo las enseñanzas de la iglesia y tengo una firme creencia en Dios y en que estamos en la tierra para ayudarnos y ayudar a los demás", declaró en una entrevista concedida a Efe a finales de agosto, coincidiendo con la convención republicana.
Pese a haber gozado siempre de una buena situación económica, la vida de la esposa del candidato republicano no ha sido nada fácil durante los últimos años, en los que ha tenido que enfrentarse a un cáncer de mama y a la esclerosis múltiple.
El cáncer lo superó en 2007, pero tiene que seguir lidiando con la esclerosis múltiple, una enfermedad neurológica y degenerativa que le fue diagnosticada en 1998 y que, según afirmó ella misma, aunque ahora se encuentra en "remisión", sigue "gobernando" su vida.
Pese a que su enfermedad le exige evitar el estrés y dormir y alimentarse bien, Ann Romney se ha mostrado muy activa durante la campaña, acompañando a su marido en varios actos e incluso llegando a dar mítines en solitario.
"Es casi irónico que esté participando en la campaña, porque para mí es muy difícil mantener un equilibrio entre mi salud y las exigencias de la campaña. Afortunadamente, mi personal entiende eso y han sido estupendos, asegurándose que consiga el descanso que necesito", observó durante la entrevista con Efe.
Cuando una colaboradora de los demócratas, Hillary Rosen, cuestionó en televisión que Ann Romney pudiera hablar de economía sin haber trabajado nunca fuera del hogar -siempre ha sido ama de casa-, la esposa del candidato republicano saltó al centro del debate público.
En un país donde cerca del 15 por ciento de las madres con hijos menores no trabaja, los apoyos al ama de casa Romney se multiplicaron, los demócratas condenaron los comentarios e incluso la primera dama, Michelle Obama, alabó a su "rival".