Las pasadas dos semanas han sido de un extraordinario dinamismo en la agenda global y han permitido a los líderes mundiales mostrarse políticamente, medir fuerzas y sellar alianzas. Se trataba, además, de la primera gira internacional de Barak Obama, quien de paso se robó el show junto a su esposa Michelle.
Empecemos por la reunión del G-20 en Londres, donde se acordaron una serie de medidas para conjurar la profunda recesión por la que atraviesa la economía mundial. Una reunión que ha permitido restablecer el multilateralismo como mecanismo para avanzar en acuerdos que permitan construir un nuevo orden mundial, reorganizar el golpeado sistema financiero y hacer una transición hacia una economía ecológica. A diferencia de otras cumbres que se gastan en discursos de buenas intenciones, en esta oportunidad los presidentes y primeros ministros del G-20 han llegado a un consenso sobre medidas que permitan aliviar la economía en el mediano plazo. El mensaje unificado, que ha contado con la participación de nuevos actores como China, India, México y Brasil, sobre la inyección de 1.1 billones de dólares a través del Fondo Monetario Internacional -FMI- ha servido para dar un poco de optimismo a los mercados. Sin embargo, la declaración final de la cumbre muestra que las medidas para la implementación de los recursos anunciados aún están por acordarse. Una de las razones para que esto sucediera ha sido la divergencia de opiniones entre la posición de los Estados Unidos y la Gran Bretaña, que abogaban por nuevos paquetes de estímulo financiero, además de los ya dados para aquellas entidades en problemas y aquella liderada por Francia y Alemania, que al no compartir esa visión, pedían el fortalecimiento y ajuste de los controles al sistema financiero para evitar similares crisis en el futuro. Lo que sí ha quedado claro es que la crisis aún no ha tocado fondo y que las conclusiones de la reunión son tan solo un primer paso en la dirección correcta.
Lo interesante de los eventos de estos días, al igual que lo que pasa en Colombia, es que los hechos del día siguiente hacen olvidar lo sucedido en el día anterior. Esto es lo que sucedió luego de la cumbre en Londres, puesto que la atención mundial se desplazó inmediatamente después a la reunión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte -Otan- donde se discutió el futuro de esta organización y la posibilidad de transformarla en una fuerza para la prevención de conflictos, además de definir la estrategia militar sobre Afganistán. De los temas económicos se pasó a los de seguridad, en medio de fuertes manifestaciones, tal como lo registró la prensa mundial. No acababa de terminar la reunión de la Otan cuando se dio inicio a la reunión de la Unión Europea en Praga para refrendar los acuerdos de Londres, allí también se hizo presente Obama. Sin embargo los ojos del mundo estaban puestos en Corea del Norte, país que desató una crisis por el lanzamiento de un satélite y la amenaza nuclear que este acto representaba, provocando las más fuertes críticas por parte de Japón, Corea del Sur y los Estados Unidos, además de una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para tratar el tema. Esta vez la atención mundial se centró en la amenaza nuclear, situación que aprovechó Obama para lanzar su propuesta sobre la reducción de los arsenales nucleares. Un acto que ha contado con la simpatía del público en general y un mensaje claro para Irán y su programa nuclear. Horas después se dirigió a Turquía desde donde envió un mensaje de reconciliación al mundo musulmán, abriendo la puerta al diálogo con Siria e Irán. Todos estos actos le han permitido a Obama marcar una clara diferencia con su antecesor. Los cambios en la agenda internacional muestran la fragilidad en que vivimos y los desafíos contemporáneos que enfrenta la humanidad en temas económicos, políticos, culturales y ambientales. Ojalá que todas estas medidas funcionen, porque de no hacerlo, apague y vámonos.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6