Quiero rendir un homenaje a esa mujer maravillosa llena de cualidades, que no terminaría de mencionar, ni aunque me proporcionaran todo el periódico para escribir sobre ella.
Any era una mujer disciplinada, responsable, trabajadora incansable. Su dedicación y sacrificio por construir una mejor Colombia lo demostró a través de su vida pública.
Las personas que tuvimos el privilegio de conocerla, sabemos que se fue una persona admirable. Todo lo que hacía lo hacía con amor y entrega, desde cultivar lechugas en su huerta (de las que publicaba foto en el chat) hasta el desempeño de cargos como Asesora Presidencial para las Regiones, Cónsul en Londres y Comisionada de Televisión.
Era dedicada a su trabajo y su familia.
Tuve la fortuna de trabajar a su lado en la primera campaña presidencial de Álvaro Uribe Vélez, cada día ella nos enseñaba mística, tesón y compromiso. Fue una época difícil, a la Campaña llegaba mucha gente, cada quien con un interés distinto, ella los aterrizaba, a veces el aterrizaje era forzoso, sin embargo tenía una habilidad muy especial, a pesar de ser una mujer seria, de temperamento fuerte, tenía una sonrisa inolvidable.
Se acordó de mí en el momento en que conformaron los equipos de trabajo, y tuve la oportunidad de trabajar durante los ocho años del Gobierno Uribe, le agradeceré eternamente.
Dios nos pone a las personas en el camino, cuando llegó de Londres, vivió al lado de nuestra casa, y tuve la oportunidad de compartir con ella momentos muy lindos.
Le consultaba algunas decisiones, ella tenía la mejor repuesta para cada pregunta. Conocía al presidente como muy pocos, seguir sus recomendaciones aseguraba tomar decisiones acertadas.
Fiel y leal hasta el último de sus días con el Presidente Uribe, su chat se apagó con el mensaje en su perfil: “Qué falta nos hace”. Falta la que nos vas a hacer tú, Any.
Cuando supe que su enfermedad había reaparecido, hablaba con ella y tenía toda la fe de que volvía a salir adelante. Esa era ella, una mujer con una tenacidad y una fortaleza admirables.
Le preguntaba frecuentemente cómo iba, jamás se quejó, siempre fuerte y animada me respondía que estaba luchando por salir adelante.
El martes me desperté pensando en ella, le chatee a las 9:24 de la mañana pero ya no me volvió a responder...
El miércoles muy temprano recibí esa llamada que uno no quiere recibir, Any había muerto, la tristeza fue inmensa, traté de sacar fuerzas porque era el cumpleaños de mi hija María del Mar, pero mi tristeza fue mayor cuando recordé que ese día también era el cumpleaños de Pedro su hijo.
A su familia, toda mi solidaridad.
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