Milena se sienta a hacer tareas con sus hijos. Nancy va a la escuela.
Aquella no lo hace como una práctica habitual de ayudar a sus hijos en las actividades escolares, ni esta acude a llevarlos.
Un elemento marca la vida de estas madres de familia. Son compañeras de aula y son o están dejando de ser analfabetas.
Tras abandonar la vida escolar a los diez años, casi 20 después decidieron retomar sus estudios en la Institución Joaquín Vallejo, del barrio Llanadas, de la comuna ocho.
El sábado es el día de la jornada académica para 350 mujeres, unas 40 de ellas analfabetas, casi todas madres cabeza de familia, varias en situación de desplazamiento, todas en condiciones de pobreza.
Si con un título de bachiller la vida es complicada, el panorama se pone más oscuro para quienes no saber leer ni escribir.
Los iletrados son los más marginados, explica Koichiro Matsuura, director de la Unesco.
La alta correlación entre pobreza y analfabetismo de la que habla Matsuura, hoy en el Día Mundial de la Alfabetización, encuentra ejemplos contundentes entre las mujeres del Clei 1 -el equivalente a primero y segundo de primaria-.
Mientras que Milena y su esposo se encuentran desempleados, Nancy debió entregar sus cinco hijos al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para que dejaran de aguantar hambre.
A eso de las once, hora del descanso, cuando todas están conversando, llama la atención una mujer morena que con el pulso lento escribe sobre un cuaderno de pasta infantil.
Al mirarla, lo guarda de prisa, dejando ver que resuelve ejercicios con multiplicaciones.
Es Milena, quien a punta de tareas en semana, con un proceso igual que el de sus pequeños, está dejando de ser la analfabeta que fue hasta hace cuatro meses.
En mayo, cuando inició el Clei 1, llegó sin saber leer ni escribir.
Con el apoyo de su marido se sostuvo el tiempo que las letras no hacían parte de su vida.
Una vez termine los seis ciclos, aspira salir de la lista de los 776 millones de personas que según la Unesco todavía carecen de competencias básicas en lectura y escritura.
La vida para las del Clei 1 no ha sido fácil. Nancy relata cómo es perderse en la ciudad por no saber leer las rutas del bus. Beatriz, su profesora, conoce la vergüenza que sentían antes de enseñarles a firmarse.
"Quien no sabe leer prácticamente lleva la muerte en la mano, usted misma se entrega al peligro", dice Milena para describir los días en los que no reconocía ni las vocales.
Ahora no se siente excluida, como se sintió durante un par de décadas. Al solicitarle su número telefónico, no lo dicta, lo escribe y lo entrega.
Entre risas y como una niña, Nancy recita el alfabeto para mostrar lo que ha aprendido.
En Colombia un 6,62 por ciento de la población es analfabeta, cifra que con programas desde el Ministerio de Educación Nacional se trabaja por reducir.
La alfabetización abre horizontes de oportunidad, mejora los estándares de vida y contribuye a los procesos de cambio social y erradicación de la pobreza, afirma el director de la Unesco.
A Nancy y Milena las esperan oportunidades que antes no conocían.
Es claro que las letras les traerán más vida a la que han vivido hasta ahora.
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