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Mi primera Barbie, mi primer negocio

08 de marzo de 2009
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Tenía más o menos ocho años y por lo que puedo recordar, en aquella época la Barbie apenas estaba empezando a ser famosa. De hecho, mis hermanas mayores nunca tuvieron una.

Cuando veía los comerciales en televisión les decía a mis papás que yo quería una muñeca de esas, pero para aquel entonces eran muy caras.

Ellos me respondían: "En estos momentos no te podemos dar una muñeca de esas porque cuestan mucho dinero, de pronto más adelante cuando haya forma te regalamos una bien linda".

Para mi sorpresa, la novia de mi tío me invitó a pasar una semana en su casa, donde vivían dos sobrinitos de ella que tenían mi misma edad: Stanley y Jessica.

La verdad es que yo nunca había pasado fuera de mi casa tanto tiempo, a veces amanecía donde mis primos pero eso era de un día para otro. Yo decidí no ir, me parecía mucho tiempo y aunque ellos eran mis amiguitos no éramos familia y me sentía un poco incómoda.

Pero Beatriz, la novia de mi tío, me dijo que si me quedaba allá me regalaba una de las Barbies de Jessica. Eso fue como estar entre la espada y la pared, yo no quería quedarme allá pero por otro lado quería la muñeca.

Finalmente pudo más el deseo de tener la muñeca. Aunque la pasaba muy bien en el día jugando con todos los niños del conjunto, en la noche solía llorar porque no estaba con mis papás, pero pensaba en la muñeca y me secaba las lágrimas.

Se llegó el día de irme y por lo tanto el día de escoger la muñeca que quería. Yo tenía muy claro cuál iba a escoger: la más linda, que además tenía panties. Eso era lo mejor. Recuerdo que eran verdes fluorescentes.

"Todas, menos ésa"
Cuando escogí la muñeca, Jessica me dijo: "Puedes escoger cualquiera menos esa, porque es la que más me gusta". Obvio, era la más hermosa. Yo le propuse que escogía otra muñeca pero que me diera la ropita de la primera, a lo que respondió: "No, no te doy nada de esa muñeca, ni siquiera su ropa".

Creo que fue una de las primeras decepciones que me llevé en la vida, el negocio no fue claro desde el principio. Si me hubieran dicho que había condiciones para escoger la muñeca quizás lo habría pensado un poquito más. Lloré mucho, llamé a mis papás y a mi tío y les conté que Jessica no me quería dar la muñeca, a lo que todos respondieron que eligiera otra.

Elegí la segunda más bonita. Era bronceada, muy bronceada, tenía los ojos azules y el cabello color chocolate y lo único que recuerdo de su ropa es que de la rabia me robé los panties verdes que tenía la otra Barbie.

Hoy, 22 años después, no sé si Jessica se habrá dado cuenta.

Solía jugar con esta Barbie día y noche, le hacía ropa y la peinaba, jugaba al reinado de belleza y al modelaje, hasta que un día mis papás llegaron con una caja rosada, gigante, brillante, linda.

Era la Barbie más hermosa que jamás había visto, cabello dorado, finamente ondulado, ojos azules, labios rosados, corona de brillantes, bastón, vestido rosado, largo, de picos y velos, mágicamente estampado con estrellas plateadas. Cómo olvidarla, era sencillamente espectacular.

Y a la otra Barbie? le corté el cabello con una máquina de afeitar...

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