Si cree que por delgada, frágil, táctil y bella, un iPad solo sirve para entretenimiento, y jamás, para trabajo pesado, Nicola Montorsi, le hará cambiar de opinión.
En su charcutería La Bottega Verde, muy al estilo italiano, en el centro comercial Interplaza, en vez de caja registradora, se utiliza la tableta de Apple.
Lo interesante sucede cuando se hace clic sobre la pantalla y aparece la disposición de su local, con las 14 mesas disponibles.
Si se hace un pedido, se puede anexar cada producto, contabilizar el total por mesa y expedir el recibo de venta, a través de una impresora conectada por bluetooth.
Nada distinto a lo que hace un software para manejo de restaurantes. Lo interesante fue cómo lo llevó hasta allí, de manera simple pero ingeniosa.
La búsqueda
Con el deseo de implementarlo para su local, tal como ha visto que sucede en restaurantes de E.U. o Europa, empezó a investigar la manera de llevar a esta plataforma, un software de POS, que debe estar certificado por la Dian. Sin embargo, ninguna de las empresas locales a las que acudió creyeron en tal posibilidad.
Entonces decidió investigar por su cuenta. Se apoyó en un desarrollo de Wyse Technology, una compañía de Silicon Valley, que creó el Pocket Cloud, una herramienta de virtualización. Con ello puede correr Windows en la plataforma Apple de la tableta.
Solo restaba integrar el software para administrar su restaurante y eligió el Front Rest, de Fourgen y lo puso a funcionar en su iPad. Ya lleva más de mil facturas de venta, desde que abrió su local hace dos meses.
El sistema está conectado a internet, a través de un router, que le independiza la conexión para crear la red wifi para sus clientes, y los 5 Megas que requiere para funcionar su servicio.
Esto lo complementó con su servidor virtual, que le permite controlar los depósitos hecho en caja desde su teléfono celular, así como el sistema de videovigilancia, pues su local está monitoreado con tres cámaras IP.
Nicola, quien trabajó en la industria petrolera y está acostumbrado a grandes desafíos, mantiene una filosofía: no importa si el negocio es grande o pequeño, lo importante es "como lo manejo y que no me maneje a mí".
Con ello, mantiene bajo control y en una base de datos con acceso desde su iPad, la cantidad y variedad de proveedores que lo visitan a diario, para dejarle productos frescos y sanos.
No importa si pagan a crédito o en efectivo, o si están en Santa Elena o Amazonas.
Nicola ahora le saca gusto a su iPad en su negocio. Se sueña ponerlo en el punto de venta, para que cada cliente, a su antojo, consulte la "hoja de vida" de los productos artesanales, orgánicos y socialmente responsables que vende. Un concepto que ha ido armando con su esposa María Paula Gómez.
Con ella se goza de los sabores pero también de volver su vida más simple. Para eso es la tecnología.
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