La relación que existió entre Álvaro Uribe Vélez y el 75 por ciento de la población durante los ocho años de gobierno, tuvo características de idilio, salvo por un aspecto: el económico.
Allí hubo una paradoja, pues creció la economía, llegaron más inversionistas extranjeros, se exportó a más países. Sin embargo, esto no se tradujo en más generación de empleo.
El crecimiento de la economía estuvo determinado por el contexto regional y por los esfuerzos del mandatario en convertir a Colombia en un país atractivo para la inversión.
La cifra de Inversión Extranjera Directa (IED) aumentó en 50 por ciento durante los dos cuatrienios. Garantías como la estabilidad jurídica y la seguridad democrática permitieron que en 2008 esa inversión fuera de 10.596 millones de dólares, cuando en 2002 no pasaba de 2.200 millones.
Pese a que el grueso de estos recursos se concentró en el sector minero-energético, el resultado de cautivar empresarios internacionales hizo que el país fuera líder en América Latina.
Al ritmo de este flujo de capitales se movió el Producto Interno Bruto que para 2002 se situó en 2,46 por ciento, tuvo su pico más alto en 2007 cuando escaló al 7,55 por ciento y aterrizó en 2009, a 0,36 por ciento.
Vale destacar que mientras los pronósticos más optimistas mostraban crecimiento negativo para 2009, el país logró sortear la crisis económica y mostrar menor deterioro del que se anticipaba. Las medidas contracíclicas tuvieron efecto en la generación de empleo y la activación de créditos de vivienda.
Solo durante tres años -2004, 2005 y 2006-, el Índice de Precios al Consumidor se ubicó dentro de la meta establecida por el Banco de la República. En 2008 la meta de inflación era de entre 3,5 por ciento y 4,5 por ciento, pero el país padeció una inflación de 7,67 por ciento, en buena parte debida al elevado precio de los alimentos.
La crisis económica pasó factura en 2009 con una inflación inferior a la meta. Ese año el Emisor estableció un rango de 4,5 y 5,5 por ciento, la inflación fue de 2,0 por ciento, lo que a la postre representó un aumento del salario mínimo de 3,64 por ciento.
El desempeño del mercado laboral generó preocupación en la mayoría de los analistas. La promesa presidencial en agosto de 2002 fue rebajar el desempleo a un dígito. Sin embargo, el índice de desocupación ha sido durante todos los años superior a 10 por ciento. Cuando Uribe llegó al Palacio de Nariño, el desempleo era de 15,16 por ciento. Hoy, este indicador se ubica en 11,6 por ciento.
Aún haciendo la salvedad de que los datos no son comparables debido a un cambio de metodología en la medición realizado por el Dane, analistas afirman que la desocupación y la informalidad de la economía muestran una faceta preocupante en la economía nacional. En medio de este panorama, el subempleo y la informalidad escalaron a niveles alarmantes. Más del 50 por ciento de los trabajadores colombianos no hace parte de la economía formal, no cuentan con seguridad social ni hacen parte del sistema pensional.
El patito feo de la gestión económica fue la administración de los recursos para la seguridad social. A principios de 2010 se gestó una de las crisis más complejas que atravesó el presidente Uribe, que dejó a la salud con un déficit superior a los 6 billones de pesos. La declaratoria de Emergencia Social, fue revocada por la Corte Constitucional, le mereció a su Ministro de Protección Social críticas de todos los frentes. El problema sigue sin resolver.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6