La presentación del proyecto 006 de 2011 radicado en el Legislativo de Colombia por parte de algunos de sus miembros empieza a suscitar una serie de controversias ideológicas.
El tema es de especial complejidad ante la variedad de tópicos a los cuales alude. Cítense para el caso: el valor de la vida humana y la correspondiente mística por ella, la reglamentación que sobre la misma se pueda emitir, el partido político de las personas que asumen el tratamiento al proyecto de ley, los elementos pertinentes al mundo de las ciencias en algunas de sus ramas: médicas, sociales -temas de salud pública y de género- y psicológicas, más los puntos de vista religiosos sobre el mismo asunto, adicionados a las posturas que al respecto sean explicitadas por seguidores o por no seguidores de este factor.
Algunas consideraciones sobre el respectivo debate pueden ser las siguientes.
Amor y respeto a la vida. Si algo ha de ser explícito en medio del fragor de las ideas que se ventilen es la actitud ante la vida humana. Su valor como tal debe estar en la cúspide del debate por su significado como el supremo bien de la humanidad.
Algo más: ¿será justo lacerar la vida en esta coyuntura cuando ella así lo está en las circunstancias de violencia y de pobreza -condiciones de dolor- en innumerables realidades y coyunturas del país?
Cualquier voz que se escuche a su favor es poco para todo lo que merece de acatamiento y de respeto. Es la misma voz que, de manera unívoca, debe primar sobre controversias de partido político o de creencia religiosa.
Postura de los partidos políticos:
Que cada partido político colombiano tenga sus posturas ideológicas sobre temas específicos es algo sano y correcto. Justamente es eso lo que los diferencia y les da identidad.
Para el caso, dada la complejidad de aspectos como el origen de la vida y los derechos de la mujer a sus condiciones de salud, se requiere que los mismos partidos apoyen sus posturas en los conocimientos provenientes de las ciencias respectivas. Hacer caso a tales elementos da solvencia de seriedad a cuanto se postule o plantee.
Es bien sabido que la pasión política transita de modo casi que instantáneo al mundo de los fanatismos y de las pasiones. Si el debate se deja llegar a este punto sólo se percibirá la virulencia enceguecida del fanatismo, germen a su vez de descalificaciones arbitrarias y caprichosas.
El hombre fanático se considera con la autoridad suficiente para ejercitar la tarea de la imposición y se abstrae del diálogo y de la concertación, lo peculiar en el sano mundo de las ideas.
Postura de la Iglesia:
La Iglesia tiene como misión encarnar en la historia de los hombres los grandes valores de los cuales es testigo actuante en la sociedad; de ellos, el máximo es la Vida Humana acorde con los elementos comprendidos en la Sagrada Escritura.
Con ese valor como elemento clave de su misión temporal se acerca a cada hombre para suscitar en él la fe y amor por la vida. Lo hace de modo que va iluminando las conciencias de los creyentes a fin de que ellos con su testimonio de fe muestren la importancia de valorarla y respetarla.
Por su propia misión y dado el carácter universal que la iglesia posee, requiere que esté al margen de lo que se llama partido político en sí mismo.
La opción de la fe será la que conduzca a cada persona a poner las posturas del caso. Es esta la dimensión personal del acto de adhesión a Jesucristo.
Tiene la iglesia su propia manera de actuar de modo acorde con su organización y podrá hacerlo como expresión de la libertad religiosa reconocida por la Constitución Política de Colombia.
Como en el caso de la política, la iglesia y los creyentes experimentan el riesgo del fanatismo. También la religión puede llegar a ofrecer dimensiones fanáticas.
No debe llevar el debate en mención a tal dimensión; sería origen de unas controversias más apasionadas que racionales y asociadas por lo mismo al gran riesgo de las condenaciones, asunto tanto más crítico en cuanto se es testigo de Jesús, quien no vino a 'condenar al mundo sino a salvarlo'.
El sano y profundo diálogo entre fe y ciencia tendrá que constituirse en el sendero por transitar por parte de la comunidad cristiana y más aún en este campo de pensamiento, donde los aportes de las ciencias son soporte necesario: medicina, ciencias de la salud, ciencias sociales y ciencias políticas. En temas interdisciplinares la postura eclesial ha de ser la de permear los elementos culturales con los que el evangelio posee y que son coincidentes con aquellos.
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