En uno de los momentos más aciagos de la vida nacional, le preguntaron al expresidente Darío Echandía sobre la posibilidad de recuperar el poder y regresar a la primera magistratura, él respondió: ¿y el poder para qué? En su momento, esa respuesta fue interpretada como expresión de displicencia, carencia de ambición o desprecio del poder. En el ocaso de su vida, el expresidente explicó que fue simplemente una manifestación civilizada para indicar que antes de aceptar el ser actor en una contienda electoral, se debe fijar un programa de gobierno y definir para qué se quiere el poder que se ambiciona.
La actitud de Echandía fue una posición premonitoria del fin del caudillismo, característica de gobiernos fuertes que propiciaron la aparición de dictaduras en varios países de nuestro continente. De ello aún quedan algunos vestigios.
Pero el mundo sigue cambiando, el 28 julio 2012, Moisés Naím escribió en El País de España una columna en que anunciaba su libro "El fin del poder ". En ella sostiene que la fragmentación del poder es una de las tendencias de nuestro tiempo y que quienes hoy lo tienen, están más constreñidos en su uso que sus predecesores.
Para explicar su teoría usa la metáfora del bus lleno de pasajeros que corre hacia el abismo sin que su conductor frene o cambie de dirección. El problema, según Naím, es que el bus es el mundo en el que vamos todos, y que no hay conductor con poder suficiente para corregir su recorrido hacia el desastre. El poder se ha hecho cada vez más difícil de ejercer y más fácil de perder.
La fragmentación del poder explica, en parte, el porqué no se ha podido controlar el calentamiento global, ni la crisis económica de Europa o el conflicto en Siria. También, cómo el ejército de Estados Unidos, el más poderoso del mundo, ha sido incapaz de controlar la violencia en Irak y Afganistán, así como los grandes partidos políticos han fallado en su intento de generar los cambios estructurales positivos que las sociedades requieren.
Creo que las nuevas tecnologías, la proliferación de las redes sociales, la progresiva desaparición de los dogmas, la creciente socialización de la información y la ambición humana, nunca satisfecha, explican las afirmaciones de Naím y hacen realidad la frase de Shakespeare en boca de Próspero: "nosotros somos hechos de la misma materia que los sueños". Afortunadamente los sueños del hombre siempre han ido por el lado de la libertad, la igualdad, la autorrealización y el autocontrol.
Pero el camino de los sueños, por lo tortuoso, lento y costoso, es imposible de adivinar. Luis Alberto Moreno, presidente del BID, considera que las protestas de los últimos meses en varios países de América Latina son señal de un "saludable inconformismo" en la región. Desde esta óptica ¿podríamos explicarnos los sucesos de hace unos meses en el Catatumbo, los pasados paros campesinos y la reciente situación de Tumaco? Donde no hay duda es en el rechazo social que obliga la repugnante situación de los departamentos de La Guajira, Cesar y Magdalena, donde micropoderes mafiosos que interactúan con los de otras áreas del país pueden maniatar las buenas intenciones de un gobierno central.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6