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Jesús, el mago

  • P. Hernando Uribe Carvajal. Ocd | P. Hernando Uribe Carvajal. Ocd
    P. Hernando Uribe Carvajal. Ocd | P. Hernando Uribe Carvajal. Ocd
20 de enero de 2011
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"Jesús fue un mago; trama y urdimbre; un hechicero, un hombre que extraviaba a los simples por medio de encantamientos. Engañaba con las palabras de nuestros profetas y con la santidad de nuestros antepasados... Buscaba a las mujeres de Jerusalén y a las campesinas con la astucia de la araña que busca insectos; y así las atrapaba en su tela". (Khalil Gibran).

Jesús lleva en su haber todas las palabras. Aplicadas a él, adquieren envergadura divina. Pertenecen a su obra creadora. En ellas están su mirada y sus caricias. En él, el esclavo tiene señorío divino. Señor de cuanto existe, en su presencia todo se vuelve dócil, obsecuente, generoso, comenzando por sí mismo.

Magia es palabra que inspira todas las sospechas de lo bueno y lo malo.

Mago en Jesús es palabra con un timbre desconocido arrobador. En él, la magia sube de la tierra al cielo y baja del cielo a la tierra; viene del corazón a los labios, y va de los labios al corazón, el suyo y el de nosotros.

Magia es encanto, hechizo, atractivo; arte o ciencia que produce, valiéndose de ciertos actos o palabras o con la intervención de seres imaginables, resultados contrarios a las leyes naturales. Más aún, magia es esa corriente de secreta simpatía que une las partes con el todo.

Gracias a la magia, la pluralidad está en la unidad y la unidad en la pluralidad.

Jesús no es un mago, es el mago, con la espontaneidad de poner simpatía en lo que mira y toca.

Recompone trama y urdimbre en el endemoniado, "al instante el demonio salió de él"; el leproso, "al instante quedó limpio"; el paralítico, "se levantó al instante"; la hemorroísa, "inmediatamente se le secó la sangre"; los peregrinos de Emaús, "¿no ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino?".

A Herodes lo desconcierta la telaraña de ese mago.

Siglos después, Juan de la Cruz se apropió su consigna: "Rompe la tela de este dulce encuentro", de trama humana y urdimbre divina. Deja a todos los que encuentra al pasar vestidos de simpatía, de hermosura.

El mago contempla en la noche el suntuoso misterio de los astros, con la urgencia de ver y tocar lo invisible y lo intocable.

Lleva en su ser, trama y urdimbre, la embriaguez de lo desconocido: "Quien me ve a mí, ve al Padre".

Jesús, el mago, cautiva a todo el que encuentra donde pasa.

*Monticelo, Centro de Mística.

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