Independiente Medellín y Alianza Petrolera serán rivales hoy por la Liga Postobón-I. Y, coincidencialmente, además de ser un duelo inédito, ambos tienen mucho que ver con Barrancabermeja, porque en su historia llevan impreso el "olor" a petróleo.
Ese municipio santandereano, el cual vio nacer en 1991 al rival esta tarde de los escarlatas de Antioquia, se estrenó en el fútbol profesional de Colombia gracias al DIM que en 1971 tuvo el nombre del Oro Negro y jugó por esa localidad.
Mauricio, hijo de Alfonso Arriola Delvalle, uno de los propietarios del club, entre 1953 y 1972, al lado de su hermano Javier, recuerda con nostalgia cómo fue el pasajero periplo del Medellín por esa región que hoy no tiene su estadio disponible, porque anda en reparación. Debido a ello, el juego Alianza-DIM es en Yopal (3:15 p.m.)
Corría el año de 1970 y los antiguos dueños del conjunto montañero estaban al borde de la quiebra por la acumulación de pérdidas desde la primera intervención en la Copa Libertadores en 1967 y la única forma de no dejar perder la ficha era negociándola.
Mauricio, luego de varios amistosos que tuvieron en el puerto petrolero, le recomendó a su papá alquilar la ficha a la gente que hacía fútbol en 1971 en Barranca.
Eso fue hace 42 años y el heredero de los Arriola aún cree que de no haber prosperado esa idea, el elenco escarlata se hubiera privado de cumplir el centenario que festeja en este 2013.
Porque si bien fueron demasiadas las críticas por sacar el equipo de Medellín, su ausencia aumentó el cariño por la institución y generó un sentido de pertenencia que inició el regreso del elenco que había nacido en 1913.
"En Barrancabermeja ni nos cumplieron y las deudas aumentaron, poniendo en riesgo la familia, mientras en Medellín la gente creía que nos estábamos tapando de la plata", recuerda Mauricio.
Por ello cuando Alejandro Restrepo, uno de esos hinchas enfermos por el rojo, les contó que algunos amigos querían comprar al Medallo no lo dudaron en adelantar el negocio.
"La venta al grupo que lideraban Augusto López Valencia y Óscar Serna fue por dos millones y medio de pesos, de los cuales nos alcanzaron a pagar uno y medio, cuando mi padre perdonó la deuda, porque tampoco tenían más plata".
Ese negocio significó el regreso del Medellín, el adiós al nombre de Oro Negro y el acrecentar su historia en la ciudad de origen. Hoy, pocos recuerdan este hecho y menos en Barranca.
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