Amador ya tiene 35 años. Es todo un hombre. Pero se quedó congelado para siempre en los 15 años gracias al libro que su padre, Fernando Savater, escribió.
Hace ya 20 años Ética para Amador se publicó en España. Hasta hoy en el país ibérico se han hecho más de 50 ediciones y el librito de nueve capítulos se ha traducido a más de 30 lenguas.
Después del éxito de Ética... , vino Política para Amador en 1992, los libros se convirtieron casi que en un texto obligado en los colegios, tanto así que en un año la Secretaría de Educación de Medellín ya repartió los dos libros en las instituciones educativas de la ciudad.
¿Cómo está Amador?
"Estuvimos juntos en San Sebastián hace poco, porque a él le gusta mucho estar ahí, sobre todo en las fiestas, pero la verdad hay muchas temporadas que no nos vemos, porque el está en su mundo y yo en el mío."
¿Se sorprende usted de que Ética para Amador se haya convertido en un libro de texto para enseñar en los colegios y que a partir de él la gente tenga una visión muy cercana a la moral?
"Me alegro porque para eso fue escrito, pero me sorprende que haya tenido tanta aceptación en países con culturas diferentes. Yo lo escribí cuando la religión era obligatoria, pero había otra alternativa de creencia a la que se le llamó ética, entonces los profesores empezaron a dar clases al respecto, pero no había textos así que se comentaba lo que salía en los periódicos. Entonces, una amiga que era profesora me dijo que escribiera al respecto, porque yo tenía fama de ir a los institutos a hablar con los jóvenes que eran de los barrio periféricos y que eran problemáticos. Así que escribí un libro que pareciera una conversación y parece que funcionó".
¿Por qué ese vínculo tan fuerte que usted hace entre ética y libertad?
"Si no existiera la libertad no tendría sentido la palabra ética, porque ahí nos preguntamos por qué vamos a hacer lo que vamos a hacer y qué motivos tenemos y por qué optamos por una cosa y no por otra, eso implica previamente que tengas libertad, porque si tú no haces más que hacer lo que tienes que hacer obligadamente, como lo hacen los animales, entonces no habría necesidad de ética. Lo que pasa es que según van aumentando nuestras capacidades de acción nos vamos haciendo más preguntas. Hace cinco siglos no se preguntaban si podíamos intervenir el genoma humano porque no había esa posibilidad. Hoy en día hay más problemas éticos".
La última vez que usted vino a Medellín dio una definición de maestro como alguien que enseña en cualquier rol, ¿cree que nuestros problemas de violencia también tienen que ver con esa falta de maestros?
"Uno siempre piensa que muchos problemas de violencia vienen porque los maestros han fallado en la capacidad de desarrollar medios de expresión, ya que muchas personas son violentas porque no pueden expresarse de otro modo, y la violencia a falta de otros méritos tiene el que reclama la atención. Al que no le hacen caso y pone una bomba, gana atención, para bien o para mal. Entonces, llegar a ser capaces de escucharnos unos a otros, que es más o menos lo que quiere la educación, crear personas capaces de persuadir y de ser persuadidas, tiene de bueno que la gente no tiene que recurrir a esos medios para llamar la atención de sus conciudadanos, cosa que a veces es inevitable.
Además, las causas de la violencia son tan complejas, hay otros temas, siempre piensa uno que una persona que ha encontrado maestros que se ocupan de él estará menos propensa a la violencia que una persona que ha vivido el abandono.
Hemos dicho, por ejemplo, que el verdadero problema es que nadie se queda sin ser educado, el problema es por quién es formado, y ahí está el problema, si en vez de que ese rol lo hayan ejercido ciertos padres con ciertos principios o maestros, lo hacen las bandas en la calle y los peores ejemplos de la televisión, es probable que con ese tipo de educación la violencia sea mayor, es inevitable".
El año pasado se hizo con la Alcaldía de Medellín una edición de Ética para Amador que llegó a todos los colegios públicos de la ciudad, ¿cree que el libro que escribió hace 20 años para su hijo sigue vigente?
"Nada de lo que dije ahí me lo inventé para esa generación específica, sino que eran cosas que se habían dicho desde la época de Aristóteles. Los seres humanos cambiamos mucho de peinados y de ropa, pero variamos muy poco de cosas fundamentales. Si un antiguo viviera ahora con nosotros se sorprendería de las luces y de los móviles, de todo lo que hay, pero entendería la frustración o la ambición y los poemas, hay cosas que no varían. En Ética para Amador lo que más ha cambiado está en un capítulo que dice que el hombre no tiene un objetivo específico de ahí que vaya inventándose un poco así mismo, de ahí también surgen funciones que sabemos quien las hace bien o mal, por ejemplo los futbolistas, entonces yo en la primera edición ponía como ejemplo a Butragueño y a Maradona, hoy los muchachos no saben quiénes son, entonces yo los he ido cambiando, eso sí no es de esta generación (risas)".
En esos nueve capítulos usted da consejos muy útiles, pero a propósito de los cambios como las nuevas tecnologías, ¿ha pensado usted en la necesidad de incluir un nuevo capítulo sobre las nuevas problemáticas?
"A mí no se me ha ocurrido pero a mi editor sí (risas), pero creo que ya es bastante, ahora hay más personas que pueden escribir, más preparadas y con más presencia en el mundo actual que la que tengo yo. Evidentemente, el libro ni en su mejor momento fue una cosa completa ni cerrada, lo que trataba era de dar una visión que luego pudiera continuar, entonces nos falta eso y mil cosas y ojalá que surjan".
Pero, ¿cree que esas nuevas tecnologías son buenas o en cambio minan un poco el concepto de ética?
"Son cosas que se han integrado a nuestra vida y se hace inevitable no tenerlas. Si a mí me dan un instrumento con el que puedo hacer mil cosas que no podía hacer antes, me lo voy a quedar y no lo voy a dejar. Ahora, los usos de esos aparatos tienen cosas positivas y negativas, el hecho de que el mundo se haya reducido a 140 caracteres es algo pobre; el zapping es difícil porque es un problema para la educación, porque esta se basa en la atención, por lo que vivimos en una época desatenta. Hoy los maestros tienen un reto porque es difícil mantener a los alumnos atentos, no porque no les interese sino porque nunca nada les interesa tanto para estar atentos más de 20 minutos. Internet para las personas que saben algo es una maravilla, pero para quien sabe nada es letal porque el 90 por ciento de las cosas que hay ahí son publicidad, entonces quien no sabe lo que busca va de un anuncio a otro. Con ese panorama, hay que saber que hay que educar para usar esas tecnologías bien".
Vino aquí para la Fiesta del Libro, ¿qué le recomienda a los lectores?
"La lectura es algo tan privado y es difícil recomendar. Los libros no son buenos ni malos, sino que son para mí o no. Lo que sí diría es que se busque aquello que le da a uno placer, que la lectura no se convierta en una obligación. Los libros no ayudan a triunfar, ayudan a vivir, eso es lo importante".
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