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El fútbol los llevó a Japón y Bulgaria

Tres jugadores paisas, desconocidos para muchos, cultivan su futuro en países que nunca imaginaron visitar.

  • El fútbol los llevó a Japón y Bulgaria | De izquierda a derecha, Danilo Moreno, Jonatan Restrepo y Wílmar Jordan. FOTO DONALDO ZULUAGA
    El fútbol los llevó a Japón y Bulgaria | De izquierda a derecha, Danilo Moreno, Jonatan Restrepo y Wílmar Jordan. FOTO DONALDO ZULUAGA
20 de diciembre de 2013
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El fútbol internacional les abrió las puertas que les cerraron los clubes antioqueños y hoy en día forjan con éxito sus nombres en Bulgaria y Japón.

Wílmar Jordan Gil, con 14 tantos, es el segundo goleador en la Liga de Bulgaria con el club Litex, al que también se incorporó Danilo Moreno Asprilla. Jonatan Restrepo, en cambio, busca consolidarse con el Sagan Tosu de Japón. Los tres están de vacaciones en Medellín.

Wílmar, de 23 años, es el de más experiencia, pues también jugó en Venezuela (Monagas) y Corea del Sur. Antes había pasado por Envigado, DIM y Nacional (divisiones menores) y Atlético la Sabana.

En Medellín creció en el barrio Zafra, sector de Belén, donde varios de sus amigos y compañeros de infancia y juventud, con los que jugaba las "recochas" en la calle, fueron víctimas de la violencia y ya no están. Otros se dejaron tentar por la drogadicción.

Él tuvo la fortuna de encontrarse con personas que lo orientaron bien, como la profesora Rosalba Zuluaga, del Club Talento Antioqueño. Y a sus padres, María Gil y Graciliano Jordan (fue músico de una papayera de La 70).

"Aunque extraño mucho a mi familia y a los amigos, ya me acostumbré. Al comienzo cuesta la adaptación por el idioma y la cultura, pero lo mejor es la tranquilidad, la seguridad no tiene precio", dice el delantero que admira a Ronaldinho y que tiene como meta llegar a una de las principales ligas de Europa, y "también a la Selección Colombia".

Cuando se le indaga por la ventura que emprendió lejos de casa, Jordan señala que cuando se quieren alcanzar los sueños "hay que romper los miedos y dejarse llevar por la gente que le está colaborando", en esta caso el exjugador León Darío Muñoz.

La fuerza, la velocidad y la técnica son las principales virtudes de este jugador que triunfa en un fútbol fuerte. Por estos días disfruta del mondongo y el sancocho de bagre que le prepara su mamá, quien lo apoyó cuando decidió irse.

De Urabá a Europa
En sus inicios, a Danilo Moreno le decían en los equipos antioqueños que era "muy chiquito y flaquito". Jugó con el Pereira, Santa Fe y Patriotas y ahora en Bulgaria.

Dice que desde los 12 años, en el Ponyfútbol, se impuso la meta de ser profesional. "En Chigorodó, mi pueblo, me decían que me parecía a Faustino Asprilla y me ilusioné", relata el joven al recordar que se probó como 10 veces en Nacional, una en el DIM y otra en Rionegro, y nunca lo dejaron.

De su experiencia en el Litex de Bulgaria cuenta que el idioma y las costumbres fue lo más difícil en el mes de adaptación que tuvo. La meta es contribuir con este elenco que ocupa los primeros lugares del torneo y que aspira a un lugar en Liga Europa y Champions.

Con un técnico que habla italiano y un preparador físico alemán este carrilero derecho (24 años) intentará sostenerse y avanzar, en principio, hacia Italia, Rusia, Bélgica, Rumania y Turquía, así tenga que seguir comiendo pastas y ensaladas, y esperar cada año para venir a degustar la bandeja paisa que le dan en casa.

Lucha en Japón
Los 11 meses que lleva en Japón le han dado madurez a Jonatan Restrepo, un volante recuperador o central que asume con paciencia y tranquilidad esta experiencia.

Quiere seguir sumando minutos para pasar un equipo grande de ese país asiático, o emigrar a Europa, reto que asumió desde que dejó a Millonarios. "Me gustaría entrenarme más para mejorar. Me tocó irme lejos, una etapa maluca al comienzo, pero ya me acostumbré y entendí que era lo mejor para mi futuro".

Hijo único aguantó casi un año para verse personalmente con su mamá, ahora en vacaciones. En su club goza de confianza del cuerpo técnico y lo único que espera es más continuidad. Un brasileño que juega con el club se convirtió en su mejor amigo. Juntos pasan los días en la lejanía, seguros de la consagración.

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