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El eterno misterio de las tumbas guerrilleras

¿Por qué desde los tiempos de "Sangrenegra" los cuerpos de los guerrilleros abatidos han sido exhibidos? Sin embargo, sus tumbas son un misterio. Una historia de disputas y de cadáveres que hoy no se sabe dónde están.

  • El eterno misterio de las tumbas guerrilleras | Cortesía Fuerzas Armadas | La imagen del "Mono Jojoy" muerto, descendiendo de un avión, le dio la vuelta al mundo. A través de Internet y de redes sociales como Facebook y Twitter, la gente confirmó que el guerrillero había fallecido.
    El eterno misterio de las tumbas guerrilleras | Cortesía Fuerzas Armadas | La imagen del "Mono Jojoy" muerto, descendiendo de un avión, le dio la vuelta al mundo. A través de Internet y de redes sociales como Facebook y Twitter, la gente confirmó que el guerrillero había fallecido.
25 de septiembre de 2010
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La tumba del "Mono Jojoy" no tendrá epitafio ni dirección conocida. Bastará saber que si hubiese sido abaleado en los tiempos de "Sangrenegra", sus despojos se habrían paseado en hombros,  surcando los marcos de las plazas.

Jacinto Cruz Usma -así se llamaba el mítico bandolero- murió bocabajo, con  los brazos rígidos, y en medio de los gritos de un policía que arengaba: "¡Viva Colombia!", según lo documentó el periodista Pedro Claver Téllez.

"El cadáver de 'Sangrenegra' fue expuesto públicamente primero en Cartago; luego en Cali, donde prestó servicio militar; después en Ibagué, ciudad que azotó durante años; enseguida en Santa Isabel (Tolima), pueblo donde había nacido", se lee en el libro La hora de los traidores.

Era -dice el autor- una costumbre de la época, una especie de catársis social y psicológica, "para que las gentes que sufrieron sus crímenes, lo vieran y lo reconocieran".

A diferencia de lo que sucedió en aquel abril de 1964, bastó que el cadáver de el "Mono Jojoy" se descubriera dos minutos frente a las cámaras, para que su cuerpo enfangado y atado a una bandeja de disección, le diera la vuelta al mundo.

Para la historia quedará que a falta de curiosos de plaza pública, hordas de personas se asomaron a Internet para corroborar la noticia con sus propios ojos.

Y es que Víctor Julio Suárez Rojas, así se llamaba el "Mono Jojoy", personificaba, al igual que "Sangrenegra", la maldad. Esa es la explicación que encuentra el médico y experto forense Germán Antía. "Era una persona que para el colectivo de los colombianos encarnaba un espíritu sanguinario. En estos casos el cadáver significa para la sociedad, el haber erradicado parte de una perversión", dice.

Más allá de querer ver el cuerpo sin vida de uno de los personajes más influyentes y negativos de un conflicto con más de 50 años, lo que quisieron muchos -razona Antía- era confirmarlo.

"Para el Estado, ese cadáver es una evidencia  porque lo que representa es un antivalor. Nadie lo creería si el cuerpo no se exhibe. Y se muestra, claro, para que no quede ninguna duda", agrega.

Sin embargo, todo eso tiene un límite. Así por lo menos lo percibe José Gregorio Henríquez, un antropólogo que ha dedicado su vida a estudiar el duelo. "Detrás del más malo tiene que haber alguien que lo esté llorando. El más perverso de los hombres puede tener una familia que lo esté sintiendo mientras el país celebra".

En la historia de las guerras, se aventura a reflexionar Henríquez, quien es derrotado pierde por un momento la pertenencia. "Ya no es de su familia ni de un solo grupo. Le pertenece a quienes lo han vencido".

Respecto a la propiedad de los cadáveres, la Corte Constitucional ha recordado, mediante sentencia del 24 de marzo de 1994, que algunos autores -especialmente en Alemania- "han defendido que se trata de un derecho que corresponde a los herederos, con todas las prerrogativas derivadas del dominio sobre las cosas".

En ese orden, el director Nacional de Medicina Legal,  Juan Ángel Isaac Llanos dijo el viernes que ojalá los familiares de el "Mono Jojoy" acudan para reclamar sus restos. 

"De no suceder, se haría una inhumación estatal. Se entregaría en cadena de custodia a las autoridades de salud y son ellos los que disponen el destino final".

Por el grado de descomposición del cuerpo es posible que esté máximo tres semanas en las cavas. "Parece ser que tenía signos de asfixia por escombros que le cayeron encima", dice.

Pese a que ayer corrió la versión de que una sobrina de "Jojoy" estaría dispuesta a recibir el cuerpo, el caso lo tendrá que resolver un Fiscal. Así se definirá la inhumación (privada o por parte del Estado) y que, en todo caso, será secreta.

Tumbas misteriosas
Pero no es la primera vez que esto sucede con el destino final del cuerpo de un jefe guerrillero. Al igual que el "Mono Jojoy", la exhibición del cadáver de "Raúl Reyes" recibió el mayor protagonismo como prueba fehaciente de la fuerza del Estado sobre los subversivos. Y de la superioridad de una sociedad que depositó en el cuerpo del finado canciller de las Farc, la representación del objeto odiado por antonomasia.

Diversas historias se han tejido sobre el paradero del cuerpo de "Reyes".  En marzo de 2008, María Hilda Collazos, ante Medicina Legal, hizo válido su derecho de reclamar el cadáver del que alguna vez fuera su esposo.

Pero al correr el riesgo de que fuera conocido el lugar de entierro, y que de esta manera se suscitara la profanación o la veneración de la tumba, el destino de sus restos habrían cambiado de rumbo.

La primera versión data de 2009. La Policía Nacional, a través del general Óscar Naranjo, aseguró tener un documento donde constaba que los familiares de "Reyes" recibieron el cuerpo y que la institución (la Policía) se encargó de darle sepultura en un lugar secreto. Todo con el aval de su ex esposa.

La otra versión refiere que  el cuerpo de "Reyes" se le entregó a un mayor de la Policía, que se hizo pasar por un empleado de una funeraria de Bogotá. Situación que en su momento derivó en una investigación ordenada por el ex fiscal Mario Iguarán.

Depositado en una tumba secreta o reclamado por un policía, el paradero final de   alias  "Raúl Reyes" sigue siendo un misterio.

Como es un misterio el lugar donde se encuentra el cuerpo de Pedro Antonio Marín, alias "Manuel Marulanda Vélez" o "Tirofijo", quien murió de un infarto en marzo de 2008. O el lugar donde fue enterrado "Jacobo Arenas" junto al que fundó las Farc y quien murió en 1990 en la Uribe (Meta).

O el ya legendario caso de los restos del cura Camilo Torres Restrepo. El 15 de febrero de 1966, al conformar una cuadrilla del naciente Eln, fue abatido en Patio Cemento (Santander) por tropas de la V Brigada comandadas por el general Álvaro Valencia Tovar.

Eran los tiempos de la Revolución Cubana y del "Ché" Guevara. Un sector de la sociedad colombiana había visto en el sacerdote al líder que conduciría el país por los destinos que transitaba para ese momento la isla caribeña.

Por orden de su hermano, Fernando Torres, el general Valencia Tovar se percató de sepultar en un lugar secreto los restos  del "cura guerrillero" y así evitar que tuviera una tumba donde sus seguidores peregrinaran y la constituyeran en símbolo de la insurrección contra el Estado. Durante 41 años mantuvo el secreto hasta que, en 2007, le confesó a la periodista María Isabel Rueda el lugar donde depositó los restos: en el panteón de la V Brigada, en Bucaramanga.

Allí permanecieron 37 años, hasta que a su hermano Fernando le fueron entregados y los guardó por cuatro años. Pero con la muerte de este último seguirá siendo un enigma el sitio donde yacen los restos de Camilo Torres Restrepo.

 Y por último, el recordado sepelio del máximo comandante del Eln, el "Cura Pérez", difundido en un vídeo por el grupo subversivo.  "Pérez" murió por una hepatitis C y habría sido enterrado en las montañas de Santander.

¿Venganza de la sociedad?
Pero los tiempos en que los jefes guerrilleros tenían la suerte de morirse de viejos y de ser enterrados en lugares  que se erigían como campos de veneración parece que quedaron atrás.

Al igual que "Raúl Reyes" y el "Mono Jojoy", la historia  con el cadáver de "Iván Ríos" fue la misma. "Ríos", fue miembro del Secretariado de las Farc y jefe del bloque José María Córdova.

Asesinado por su lugarteniente, alias "Rojas", quien le cortó la mano derecha y la presentó como un trofeo de guerra y prueba de la muerte, el cuerpo de "Ríos" ocupó la misma atención de toda una sociedad que quería comprobar que de verdad el Estado había vencido.

Cuando las cámaras, los micrófonos y los espectadores ya no indagaban por "Ríos", sus deudos reclamaron su cuerpo. El mismo Comité Internacional de la Cruz Roja (Cicr), acompañó el proceso en 2008.

"En el fondo lo que hay es la expresión simbólica de venganza de la sociedad a la que le causaron terror. Porque es distinto el trato al cuerpo cuando el Estado ha sido victorioso a cuando los jefes guerrilleros mueren de manera natural," explica Gonzalo Sánchez, historiador y miembro de la Comisión Nacional de Reparación.

Por eso el temor de la sociedad a que el fin del cuerpo de un jefe guerrillero se convierta en un recurso para la veneración. De ahí que su paradero, en muchas ocasiones, sea un secreto de Estado.

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