El universo está en constante evolución, como lo está todo lo creado por Dios. Y la persona, toda persona, también lo está.
Pero el ser humano tiene una característica que le permite dejarle, si así lo desea, un espacio a ese Ser Supremo dentro de sí mismo.
En ocasiones puede darse el caso de que alguien no perciba esa presencia Divina, aunque la tenga. Nos referimos a los agnósticos o a quienes se declaran abiertamente ateos.
Lo importante para todos, creyentes o no creyentes, es que tengan unos principios éticos que rijan su vida y les permita actuar con rectitud.
Quien es ético sabe que hay una esencia que no cambia en medio del cambio. Sin embargo, es flexible para responder, responsablemente, (valga la redundancia), a los signos de los tiempos.
Quien es ético es flexible para ponerse al día, como lo hizo el Papa Juan XXIII, quien produjo un maravilloso cambio en su iglesia, la Católica.
La inteligencia le permite al ser humano oír su voz interior y centrarse en su esencia.
Le permite, no sólo estar sino ser feliz en medio de las adversidades.
También, asumir su trabajo con un incondicional espíritu de servicio a su prójimo, a su comunidad, a su país, al bien común, a la vida.
La inteligencia le permite al ser esencial superar su propio ego y ser humilde.
¿Acaso no tenemos múltiples ejemplos de científicos que descubren que mientras más saben, más amplio es el horizonte de lo desconocido? ¿Y acaso no descubrimos en esos científicos la más auténtica humildad? Los sabios son quizá los seres más sensibles a la sabiduría de las cosas simples.
Los seres esenciales conocen el lenguaje del silencio, porque en él habla el espíritu.
Perciben su propia armonía interna y la conexión de ésta con otros seres de la creación.
Y hablando de armonía, hay que recordar a quienes en distintas partes del planeta saben que hay una correspondencia entre las vibraciones de onda del color y aquellas de la música.
Por eso la música es un lenguaje más universal que las palabras. Por eso en cada cultura hay sonidos y colores que producen calma. Otros, causan excitación y hasta agresividad. Otros más, despiertan la creatividad. La música tiene colores. Y los colores tienen música.
Los seres esenciales irradian su luz a quienes los rodean. Esa luz, para quienes creemos en la Trascendencia, es evidencia de la presencia de Dios en ellos.
Los seres esenciales saben el sentido pleno de la solidaridad y la practican: comparten lo que tienen, lo que les hace falta, lo que saben y lo que son. Se dan a los demás.
La empresa EL COLOMBIANO ha cambiado para responder a esos signos de los tiempos de los que hablamos al principio de este editorial.
Ha cambiado su buque insignia al adoptar el formato europeo o berlinés. Pero no es sólo el diseño el que ahora es diferente.
Todos los que trabajamos en esta empresa estamos teniendo que modificar nuestra forma de ejercer nuestro oficio porque el mundo de hoy así lo exige.
Ahora vivimos plenamente la aldea global que predijo Marshall McLuhan . Las nuevas tecnologías nos han interconectado las 24 horas de los 7 días de la semana. Esto nos obliga a estar en distintas plataformas y a manejar las noticias de un modo diferente, según cada plataforma.
Nos obliga también a hacer sinergias entre todas ellas y a comunicarnos más y mejor entre nosotros y con nuestras audiencias, nuestra razón de ser.
¿Se justifica estar en todas las plataformas y mantener las publicaciones de papel? Creemos que sí.
Pero hay algo más: la responsabilidad. Tratamos de ser responsables y de respaldar todos nuestros trabajos con la documentación pertinente.
Es una maravillosa coincidencia que la entrega de El Colombiano Ejemplar, en su versión número 13, coincida con el cumpleaños número 100 del buque insignia: EL COLOMBIANO. Un buque joven que navegará mucho tiempo más al lado de las otras plataformas.
Los Colombianos Ejemplares que escogió un jurado lleno de mística tienen los valores a los que nos hemos referido.
Son personas e instituciones serias, fieles a su esencia. Son éticos, y flexibles en aquello que no traicione sus principios.
Son sencillos y sabios. Buscan el bien común y tienen una incondicional vocación de servicio. Son felices en medio de condiciones difíciles. Aman su país.
Son solidarios porque comparten lo que saben, lo que tienen y aun lo que les falta. Se dan por entero. Irradian su labor y otros pueden sumarse a su esfuerzo o retomar su ejemplo en otro entorno.
Y precisamente, la filosofía de estos reconocimientos es visibilizarlos para que más personas se sumen a su esfuerzo o repliquen su ejemplo en cualquier rincón de Colombia o el mundo.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6