¿Quién ha dicho que llorar es malo, feo, fuera de lugar o que descubre nuestras más secretas vulnerabilidades? Que yo sepa, conozco muy pocas personas enemigas de llorar. Por el contrario, recomiendan soltar el trapo de vez en cuando para limpiar el cuerpo, o por lo menos para hacer el “aseo” a los lagrimales. Cuando digo soltar el trapo debería corregir y decir coger el trapo, el pañuelo, o el papelito presumido de las nuevas industrias.
Llorar es bueno, cualquiera sea el motivo. El amor, el desamor, la alegría, la tristeza. Además, se presta para todo. El que llora queda bien en todas las circunstancias y nunca estará fuera del lugar. Si el machote lagrima es la admiración de la sala. Si el enfermo lo hace, despierta la compasión y otros torrentes de lágrimas en casa.
Como decimos por aquí, cuando se llora “no hay pierde”. Tal vez se pierda un poco, no mucho, si seguimos la recomendación de aquella vieja canción que aconseja mal a los varones de pelo en pecho: sufra y no llore, que un hombre macho no debe llorar. Sin embargo, el hombrote puede que no se moje los ojos, pero se tiene que sonar, por lo menos, la chorreante nariz.
PAUSA. Cualquiera convence a cualquiera de cualquier cosa.
CARRETA. ¿No cree usted que la pausa anterior sea verdad? Vaya pensando en serio en pasajes de su vida y recuerde algunas conversaciones no solo entre amigos sino entre familiares. El amigo lo pudo convencer de que un automóvil que estaba vendiendo muy barato podía llevarlo de un solo tirón a Bogotá, y al subir la loma de Rionegro tuvo que cambiarle pistones. Es el poder de la palabra.
Y cómo le parece aquello de te seré fiel hasta la muerte... Depende de la muerte que sea. La de un vecino o la de un actor de cine que se tomó medio litro de cianuro precisamente porque lo convencieron de que su actriz era una malvada y resultó ser una monja en bikini de paseo por Mónaco. Lo de ser fiel hasta la muerte ha resultado en infinidad de casos, especialmente cuando se muere el que recibió el juramento.
Todavía anda gente por ahí con el cuento de que el hombre no llegó a la Luna y que el viaje y las fotos son inventos de los gringos. No sé, hasta razón tendrá el malpensado. Pero lo importante de este pasaje es que en un principio, también creyó que el hermano gringo había puesto los pies en la Luna. Al perro sí lo operan dos veces.
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