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Un niño que huye de la casa
pide diálogo y afecto

30 de junio de 2009
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La calle es sinónimo de peligro, o esa es una de las primeras ideas que nos repiten los padres desde pequeños. Sin embargo, para algunos niños o adolescentes, resulta más segura y sobre todo, más tranquila que su casa, que no es ni tan dulce, ni tan hogar.

Eso de que los niños se vayan de la casa no es un invento nuevo. Y si lo hacen, debe tener un motivo que se produce en el interior de su familia, el cual les genera miedo, incluso más del que puede producirles la calle, y por eso, prefieren irse.

Y si bien cada caso es particular y depende de circunstancias diferentes, hay causas principales , unas en relación con el medio ambiente y otras de carácter individual, según explica Roselena González, docente del área de salud mental de la Universidad de Caldas.

Dentro de los primeros está la violencia intrafamiliar. "Casi siempre los niños menores de 10 años piensan que las problemáticas de los hogares son por ellos, porque no se manejaron bien o hicieron una travesura, entonces sienten mucho miedo y se escapan de la casa", señala la psicóloga del Icbf, Martha Lucía Torres Salas.

A esto se suman los problemas de autoridad. Los padres son muy rígidos o hay maltrato infantil. Y si se le añade que están preocupados porque no les alcanza el dinero para cubrir las necesidades básicas, y ello les genera agresividad, la que es, en su mayoría, descargada sobre los hijos, éstos pueden encontrar otro motivo para irse. En algunas ocasiones lo hacen, incluso, para buscar cómo ayudar con dinero.

En la enumeración se pueden nombrar la intranquilidad familiar, el estrés al interior del hogar y, una de las más importantes, indica Roselena, "los pobres canales de comunicación y la poca habilidad para resolver problemas familiares".

Sucede entonces que los niños empiezan a fantasear con lugares, por ejemplo, y los padres no tienen tiempo para escucharlos, por lo que planean aventuras que les permita complacer sus deseos, y mucho más, si hay promesas incumplidas.

Las características individuales tienen que ver con, cuenta la docente de la Universidad de Caldas, alteraciones psicológicas que no han sido detectadas oportunamente o problemas de personalidad. Factores que muchas veces no son tratados de la forma adecuada.

Señales de que un niño puede pensar en abandonar su casa, hay varias: Irritabilidad, agresividad, aislamiento, baja autoestima, problemas para relacionarse con otros, no tienen una comunicación asertiva o, en el caso de la búsqueda de aventuras, precisa la psicóloga del Icbf, hablan mucho de un lugar y preguntan cuánto vale ir en avión o las horas de viaje.

Ahora bien, los niños tienen derecho a sonreír y a sentirse seguros con su familia. Y si ellos no se sienten así, es porque la casa en la que viven, no tiene una estructura fuerte, que los haga soñar.

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