A comienzos de año, Fabián Puerta tenía que entrenar en la calle esquivando volquetas, buses, camiones, motos y hasta transeúntes porque no tenía un velódromo dónde prepararse.
Al de Medellín le hacían adecuaciones y solo en marzo pudo volver a pisar el maderamen.
Ayer, cuatro meses después, terminó quinto en los Olímpicos de Río, un resultado que habría sido mejor si los jueces hubieran hecho cumplir las normas.
Pese a las limitaciones que tuvo, Puerta, que hasta en el patio de la casa y en el gimnasio de la Liga de Ciclismo Antioquia hacía rodillos, nunca cerró sus opciones de figurar. Al contrario, abrió su panorama y se llenó de más valor para mantener la forma que lo llevó a ser el número uno del keirin mundial.
Así lo demostró ayer en la ciudad brasileña, desde donde puso a latir a mil los corazones de los colombianos al llegar a la final de esta modalidad, la cual tuvo un desenlace penoso para la organización y agridulce para el corredor de 25 años.
La carrera del keirin se tuvo que repetir en tres ocasiones. En la primera, el británico Jason Kenny y el malasio Azizulhasni Awang sobrepasaron la moto cuando esta no había abandonado la pista, algo que también hizo el alemán Joachim Eilers en la segunda largada. Estas maniobras les daban de inmediato la expulsión de la competencia, pero los jueces pasaron por alto el reglamento.
Al final, Kenny ganó el oro, el holandés Matthijs Büchli la plata y Awang el bronce.
“Las reglas son para cumplirlas, me parece demasiado malo esto, me he visto perjudicado más de una vez por decisiones de estas, y que no lo hagan acá está mal hecho”, aseguró el colombiano, a quien la posición que consiguió no lo dejó del todo contento.
“No soy una persona conformista, siempre pienso en ganar y para mí ser quinto es como si hubiera quedado de último”, se despidió el corredor paisa, el hombre que siempre quiere más pese a las adversidades que se le cruzan en el camino.