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mil 980 extranjeros llegaron a Medellín en diciembre de 2017, casi 4 mil más que en 2016.
Los extranjeros que se ven en Medellín no solo vienen a pasearse en chanclas, shorts o pantaloneta y camisilla por la calle 10, Provenza, el metro y otros lugares. También se ven enrojecidos por el sol en Plaza Botero o subiendo al Parque Arví en el cable. Ya hacen parte del paisaje.
En 2017, según el Sistema de Información Turístico (Situr), llegaron 735.570 visitantes, de los cuales 274.693 fueron extranjeros. En 2016 la cifra fue 263.238, o sea que hubo un aumento del 4.35 %.
Son cientos de miles, entre los cuales hay grupos que aprovechan su estadía para aprender español, la cuarta lengua más hablada en el mundo por número de habitantes –el primero es el mandarín, luego el inglés y el hindi–.
Sentarse a recibir clase en un centro de idiomas es una opción para quienes quieren aprender o mejorar su español; otra son los intercambios de idiomas que han surgido , una actividad de la que se benefician también los locales.
Las escaleras eléctricas de la Comuna 13, por las que pasan tantos turistas que quieren ser testigos de la transformación de esa zona, es uno de esos puntos para hablar en inglés y en español, dudar de las palabras que van a salir de la boca, esforzarse pensando en una en particular y decirlas sin miedo a equivocarse.
Allá en el intercambio de la 13 está Ed Broadbent, director de Proyecto Prime, el encargado de generar el espacio para que extranjeros y locales se reúnan.
“Es un intercambio informal, pero de mucho aprendizaje. El propósito es que compartamos culturas y conocimiento, entonces no solo se aprende inglés o español, también ciencia, por ejemplo, o cómo es el baile de Bollywood”, cuenta Ed.
Además, añade, han entrenado a algunas personas del barrio para que sepan contarles del cambio de sus sectores. Eso mismo, así como el intercambio, se hace en Santo Domingo Savio.
Al café Toucan llegan extranjeros que quieren aprender español, hace parte de las prácticas que deben tener cuando toman los cursos de la escuela de idiomas Toucan Spanish School.
Libeth Guisao, coordinadora estudiantil de la escuela, cuenta que esa experiencia de aprendizaje es dirigida por profesores que guían a los extranjeros y a los visitantes.
Generalmente son unos 20 o 30 estudiantes no residentes; y quienes quieren ir a hablar con ellos hasta hacen fila para entrar al café, los martes y los jueves, los miércoles, apenas se está implementando.
Libeth cuenta que el intercambio de idiomas es sobre todo inglés-español, pero que han notado cómo algunos de los asistentes terminan conversando en francés, alemán, mandarín u otros idiomas.
Otro lugar que hace camino para volverse tradicional está al lado de la cancha La Merced, en Envigado. Los viernes son de intercambio. Así lo cuenta Iñaki Pérez, coordinador de la escuela Colombia Immersion.
Durante la actividad hay una sección llamada ice breaker, como se dice en inglés, es la parte en la que se rompe el hielo.
Allí van, según Pérez, personas de Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rumania, Francia, Rusia y Alemania, entre otros países.
Y si después de hablar un rato en una lengua que no es la suya se anima a bailar, Dancefree le ofrece esa posibilidad.
En este espacio todos los sábados, a las 8:00 p.m., se reúnen extranjeros y residentes de la ciudad a hablar de los temas que proponga el moderador u otros “más fluidos”, según cuenta Melissa Trujillo, gerente administrativa. Después de las 10:00 p.m. todo es ritmo: desde bachata hasta salsa.
Así que la próxima vez que piense que solo saliendo del país puede perfeccionar su inglés, explore un poco más su ciudad: para hablar inglés basta cruzar la calle.