Conocido como el primer todoterreno de la historia, el Jeep Willys es, prácticamente, un hijo de la guerra. Y es que hace ocho décadas el mundo vivía uno de los conflictos bélicos más graves y sanguinarios de su historia: la Segunda Guerra Mundial.
El gobierno de Estados Unidos, ante su inminente ingreso a la confrontación (que se daría, efectivamente, seis meses después tras el ataque de la aviación japonesa a la base de Pearl Harbor), ordenó a varias compañías automotrices el desarrollo y fabricación de un vehículo multipropósito cuyo peso no excediera ¼ de tonelada y pudiera transportar soldados, armas y cargamento vario a través de los más sinuosos caminos y condiciones.
Willys-Overland fue la elegida para este propósito y desarrolló, hasta 1945, nada menos que 350.000 unidades del Willys MB, la versión militar del vehículo. Fue tal su éxito y reputación que la empresa decidió producir una versión civil del Jeep, como se le llamaba cariñosamente al auto. Posteriormente, este apelativo se registró como marca.
Es así como en 1946 el “Civil Jeep” o CJ, se incorporó a las labores del campo en Norteamérica y comenzó su expansión a otras latitudes, incluido nuestro país.
Primero fue el MB, que llegó a Colombia a través del Ministerio de Defensa tras un encargo de 300 unidades. Luego, el CJ-2A era intercambiado por café y así llegó para las haciendas del Eje Cafetero a complementar el trabajo de las mulas de carga. El CJ-2A tenía faros más grandes, portón trasero abatible, rueda lateral de repuesto, motor Go-Devil de 2.2 litros y, claro, la tracción 4x4.
Posteriormente, en 1950, llegó el CJ-3A, con parabrisas de una sola pieza, hasta la llegada del CJ-3B. Este modelo se importó desde 1953 y hasta 1968. Tenía parrilla más alta para acomodar el nuevo motor Hurricane 2.6.
El CJ-5 es tal vez uno de los más difundidos en el país y se le conoció con el remoquete de “Orejaeperro”, por la forma de sus guardafangos. Estuvo en producción nada menos que treinta años, entre 1953 y 1983, abriendo caminos donde solo transitaban bestias de carga. Era más grande que los Willys derivados del primer modelo militar y resultaba más confortable para el uso diario. Se hicieron más de 600.000 unidades. El CJ-5 se produjo incluso en el país a comienzos de los años 60, con un valor inicial de $19.000.
Hermano del CJ-5 fue el CJ-6 (1956-1975), con una mayor distancia entre ejes para mayor volumen de carga, este fue conocido como “Extralargo”. Aun se le ve hoy en día con inmensas cargas de plátano, café, aguacates, granos, naranjas y, claro, los habituales trasteos de la zona andina colombiana entre fincas y cabeceras municipales
Aparte de los camperos, Willys desarrollo una variante de cabina cerrada en acero y para siete pasajeros, conocida como Wagon (1946-1965) y que en Colombia fue bautizada como “Jeepeta”, considerada como una de las primeras SUV de la historia. También, en 1949, llegó al país el famoso Jeepster, que después derivo en el conocido Commando con motor V6, tan famoso a comienzos de los años 70. Una variante pick up, denominada Gladiator, también estuvo en Colombia a finales de la década del 60.
A finales de los años 70 y bajo el mando de American Motors Corporation, el CJ-7 llega a las vitrinas con tres reconocidos modelos: el Golden Eagle, el Laredo y el Renegade, aptos tanto para la ciudad como para el campo y dotados con poderosos motores V8. Quienes necesitaban camionetas de cuatro puertas podían optar por las Cherokee, las Wagoneer y Grand Wagoneer, tope de línea. En 1987, el CJ-7 da paso a un nombre que aun hoy se mantiene, el Wrangler o YJ.
Mientras tanto en Colombia se llevaban a cabo los primeros desfiles conocidos como “Yipao”, donde se muestran las bondades de los primeros modelos, los CJ-2A y 3B, cargando mercados, trasteos y un número no determinado de pasajeros. Este evento se ha convertido en patrimonio inmaterial colombiano y en parte del paisaje cultural cafetero. Es todo un atractivo turístico en el Quindío y sus zonas aledañas. Actualmente, se tiene un censo de cerca de cuatro mil unidades anteriores a 1952 que aun ruedan por las calles y carreteras del país, una cifra difícil de igualar en el mundo, haciendo de Colombia, una segunda patria para aquellos primeros Jeep Willys de versión civil.