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Un accesorio pensado para la protección se ha convertido en adorno. Debe primar el cuidado.
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Barbijo en Argentina, mascarilla en España, cubrebocas en México y tapabocas en Colombia. Varias palabras para nombrar ese pedazo de tela que cubre la nariz y la boca y del que desde hace varios meses se habla con intensidad por cuenta del nuevo coronavirus.
Debe tener unas condiciones en cuanto a materiales y diseño (ver informe) y su uso masivo busca “combatir la propagación de la covid-19”, escribe el Ministerio de Salud en su página web.
Esta prenda comenzó a usarse de manera médica, según el investigador John L. Spooner en su texto Historia de las mascarillas quirúrgicas, a finales del siglo XIX. Fue a partir de 1906 cuando “varios investigadores confirmaron el valor de estas para proteger al usuario contra infecciones”, dice este autor.
No es la primera vez que se usan masivamente como medida de protección. En 1918, y por cuenta de la pandemia de la gripe española, “el uso de máscaras faciales en público se convirtió en obligatorio en suelo estadounidense por primera vez”, escribió CNN en un informe.
De ahí en adelante su uso se convirtió en representativo para el personal del área de la salud, con excepciones como en Asia. Adriana Gómez Arias, consultora de moda, explica que en países como China, Japón y Corea del Sur se promueve su utilización desde hace mucho tiempo: “Es común ver a los orientales en cualquier lugar del mundo con tapabocas sencillos, con diseño y hasta customizados”.
Ellos lo hacen, según un informe de la BBC de Londres, como una manera de protección frente a una gripa o a la contaminación, “y se considera una especie de deber cívico usarlo cuando se está enfermo, para proteger a los demás, sin que sean las autoridades las que lo pidan”.
Lo que se vive hoy con estos cubrebocas es global y además de los que usan los profesionales de la salud, se están confeccionando otros para la gente del común. Algunas marcas que los hacen le añaden labor social al donarlos, empresas de moda más pequeñas han visto en hacerlos una opción para sostenerse en medio de la crisis, “buscan mantener a sus empleados con trabajo”, indica Gómez.
Marcas como Ralph Lauren, Chanel, Christian Siriano y Prada usan sus talleres para producir artículos necesarios para el personal médico y donarlo, incluyendo tapabocas. Otras compañías más pequeñas confeccionan mascarillas y donan parte de su costo a causas sociales.
Una experiencia la cuenta el diseñador paisa Camilo Álvarez, quien comenzó a ver la necesidad de abastecimiento de estos elementos para personal médico: “Buscamos donaciones de personas para así cubrir su confección y poder entregarlos a instituciones de salud en Medellín y en poblaciones como Quibdó y Nuquí en Chocó; Tumaco, en Nariño y San Andrés de Cuerquia, Cocorná y San Rafael, en Antioquia. Con las donaciones se cubría el costo de su elaboración y se garantizaba el trabajo para los empleados”.
Carolina Restrepo, la directora de innovación, sostenibilidad y desarrollo en Maaji, explicó como esta marca de vestidos de baño quiso ayudar a aliviar la alta demanda: “Investigamos para el diseño y para donarlos y de ahí se reorientó la producción hacia la realización de 10.000 tapabocas”. Ampliaron además su portafolio a otras prendas de protección para vender.
Y así como ellos marcas como Safetti, Vélez, Bosi, Alado, Genealogy, Mon & Velarde, Salmoon tribu y el Éxito, por mencionar algunos, ya tienen esto implementos de prevención en sus catálogos.
Gómez considera que este será el nuevo accesorio imprescindible, “yo pensaría que durante un año y medio estas mascarillas serán parte fundamental de nuestro vestuario. Me preocupa es la súper oferta, no creo que hayan caras para tantos tapabocas. La marcas tendrán que repensar el tema y priorizar los beneficios sanitarios y el confort”.
Carlos Piedrahíta, asesor de imagen integral, detalla que estos cubrebocas sin duda cumplen funciones de protección, pero a su vez pueden convertirse en una prenda que comunique parte de la personalidad de quien los usa. “De repente, alguien más serio se conectará con una pieza plana en tonos neutros y a quien sea más extrovertido buscará estampados, metalizados y más. Tenemos una nueva oportunidad en el vestir para comunicarnos”.
Así como las gorras nacieron para cubrir la cabeza y proteger del sol y se convirtieron en piezas de moda, los tapabocas podrán seguir ese camino. Lo vital, indican las autoridades de salud, es recordar que se entienda hoy y siempre su función: prevenir la transmisión de los coronavirus humanos y otros virus de transmisión respiratoria..