Estricto, apasionado, noble, amoroso y crudo para decir no con decisión. Así es el francés Laurent Palau, quien dejó todo en su país para construir sus sueños en Medellín.
Un mes le bastó, en el 2003, para darse cuenta de que la “Ciudad de las Flores” era el lugar donde quería formar su propia historia como entrenador de rugby.
Cuando su amigo Alejandro Londoño le hizo la propuesta de venir a Colombia no lo dudó. Llegó a finales del 2003 y tras un mes en Medellín viajó a Francia con la promesa de volver, y así lo hizo.
En enero y luego de terminar con su novia, vender su apartamento y despedir a su familia, Laurent llegó con una maleta llena de sueños a casa de los padres de su amigo Alejandro.
Aprendió a desplazarse en bus, empezó a conocer la ciudad y en medio de la adaptación se hizo amigo de quien se convertiría en el amor de su vida, su esposa Alina María Rivera Montoya, que se convirtió en su principal apoyo.
Fueron dos años de novios, tiempo difícil en el que Laurent, quien llegó para entrenar a los chicos de la Universidad de Antioquia que querían aprender rugby, buscó un trabajo alterno como docente en la Alianza Francesa y dictaba clases particulares.
En esos momentos duros combinó su pasión por enseñar y su amor por el rugby, jamás dejó su sueño de ser entrenador, y todo el esfuerzo se vio premiado en el 2005 cuando fue designado como formador de un equipo sub-15 que disputó el Suraméricano.
En la Federación que se consolidó en el 2010 vieron su trabajo y lo llamaron para que asumiera la dirección técnica de las selecciones masculina y femenina.