El fútbol siempre tiene reservado un lugar especial para las ironías, esas que despiertan sentimientos encontrados en la tribuna y en el corazón de los protagonistas. Esta vez, ese papel le tocó a Jarlan Barrera, un viejo conocido de la afición de Atlético Nacional, quien no solo se convirtió en la figura del partido en la fecha 15 de la Liga Betplay-1, sino que también selló la victoria para Deportivo Cali con una actuación que revivió recuerdos, emociones y, sobre todo, respeto por su pasado vestido de verde.
El estadio de Palmaseca fue testigo de un encuentro que, desde el pitazo inicial, prometía intensidad. Bastaron apenas dos minutos para que el guion del partido se escribiera con tinta azucarera. Andrey Estupiñán, con una pincelada de talento puro, sacudió la red custodiada por David Ospina y silenció cualquier intento de resistencia tempranera por parte de Atlético Nacional. Ese gol, tan prematuro como contundente, marcó el ritmo de un juego en el que el Deportivo Cali no solo supo contener, sino también inquietar constantemente a un equipo que venía con la chapa de campeón.
En medio de esa faena, un hombre brilló con luz propia: Jarlan Barrera. El samario, que durante su paso por Atlético Nacional levantó tres títulos —Liga Colombiana, Copa Colombia y Superliga— y dejó un legado de 36 goles, 19 asistencias y 167 partidos, mostró que el fútbol tiene memoria, pero también presente. Su actuación fue sólida, comprometida y, sobre todo, cargada de madurez. Durante los 85 minutos que estuvo en cancha, Barrera tejió juego, organizó transiciones y ofreció pausa y claridad cuando el partido lo exigía.
Los hinchas, que no olvidan su historia ni sus huellas en la cancha, premiaron esa entrega votándolo como la figura del encuentro. Y aunque el fútbol es pasión y competencia, Jarlan no esquivó la nostalgia ni el respeto cuando, al final del compromiso, enfrentó los micrófonos en la conferencia de prensa junto a su entrenador Alfredo Arias.
La pregunta era inevitable: ¿Fue un partido especial enfrentar a Atlético Nacional? Con la serenidad de quien entiende que el fútbol es un capítulo cambiante, Jarlan respondió con claridad y elegancia.
“Un lindo partido porque obviamente enfrentamos a un gran rival, el profe lo dijo: era el último campeón, que viene haciendo las cosas muy bien. Obviamente, lo que te motiva y te hace sacar el máximo son los jugadores que tienen, si no estás concentrado al 100% y no das un poco más de lo que has dado, estos jugadores te pueden pasar por arriba”, expresó Barrera, dejando claro el respeto por sus excompañeros y por la camiseta que alguna vez defendió con pasión.
El volante ofensivo, que fue clave en el plan de Arias para controlar a Nacional, también se permitió lanzar una sutil pero significativa reflexión sobre lo que vivió en el terreno de juego. “Por momentos se nos acercaron al arco, pero por momentos también demostramos que podemos, con mucho trabajo y humildad, como dice el profe. Y también lo logramos pasar por encima y hacerlos ver mal también a ellos. No aprovechamos muchas, pero aprovechamos la que fue necesaria para sacar los tres puntos”, sentenció con una mezcla de satisfacción y humildad.
Sin embargo, lo que más caló en los corazones de la hinchada, tanto de Cali como de Nacional, fue su mensaje final. Porque más allá del escudo que hoy defiende, Barrera no olvida lo que vivió en Medellín, ni el cariño de una afición que, pese a la distancia, sigue guardándole aprecio.
“Especial todos los partidos para mí. Sí, le tengo un gran cariño a la gente de Nacional porque siempre me ha tratado bien, pero para mí todos los partidos van a ser especiales. Como dice el profe: esto es fútbol, hay veces que se van a hacer bien las cosas y veces que no, por eso es el deporte más lindo del mundo”, concluyó con una sonrisa serena y sincera.
Jarlan Barrera firmó una noche que combinó profesionalismo, clase y nostalgia. Para los hinchas de Nacional, seguramente fue un capítulo agridulce: ver a un viejo amigo brillar, aunque esta vez con una camiseta distinta. Y para el fútbol colombiano, un recordatorio más de que las vueltas que da el balón siempre traen consigo historias que merecen ser contadas.