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“Después de viejo me volví llorón”: Rueda

El seleccionador de Chile y extécnico de Atlético Nacional, destapó su lado más humano. Habló de él, su carrera y otros temas.

  • Reinaldo RuedaFoto Manuel Saldarriaga
    Reinaldo Rueda
    Foto Manuel Saldarriaga
17 de diciembre de 2019
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Por john eric gómez marín

En la semana que pasó, Reinaldo Rueda fue exaltado por su trayectoria académica como entrenador por la Universidad de Antioquia, en el marco del curso de técnico de Licencia Pro Nacional de la Federación Colombiana de Fútbol, que se realiza en Medellín y que se extenderá hasta este lunes.

Aprovechando su presencia en la ciudad, después de más de dos años (no venía desde que dejó a Nacional en junio de 2017), EL COLOMBIANO lo abordó para tratar distintos temas entre los que se encuentran su lado más humano, la muerte de su mamá, sus anhelos y tristezas; también sus mayores alegrías y su familia. Habla de cómo hacer patria fuera de Colombia, lo que hubiera sido si no fuera técnico de fútbol, y, lógicamente, de Nacional y la Selección Colombia. Acá les compartimos ese diálogo.

¿Qué le produce regresar a Medellín?

“Feliz. Esos dos años que vivimos acá fueron súper especiales para nuestras vidas, en lo humano y profesional. La partida, en julio de 2017, la recordamos con nostalgia, con ese afecto y gratitud por todo lo que experimentamos gracias a la afición, al pueblo antioqueño y a Nacional. Ahora el fútbol volvió a traerme para compartir con exjugadores, entrenadores y colegas, algo muy emotivo, con mucha gratitud por la historia que nos marcó este lugar”.

¿Qué es lo que más extraña de Colombia?

“A pesar de que la comida colombiana se ha internacionalizado, uno extraña esos platos especiales de nuestra gastronomía, que no se encuentran fácil, entonces no se pueden disfrutar con la regularidad que se quisiera. Además, la gente amiga, los que comparten con uno. Porque ser extranjero es difícil, duro, y a pesar de que a los sitios que hemos ido nos han tratado bien y se hacen lazos, hay gente de muchos años en nuestras vidas con la que quisiéramos compartir más seguido, pero la exigencia de la profesión hace que, incluso, no se pueda estar más seguido junto a la familia”.

¿Cuál es su plato favorito?

“De Colombia, el pescado y los mariscos, me encantan, y cada que tengo la oportunidad los aprovecho”.

¿Qué ha sido lo mejor de estar en Chile?

“Lo de Chile es un proyecto muy ambicioso, atractivo por todo lo que significa una selección nacional y más con el estatus de la selección chilena. El hecho de que en su momento me hayan ofrecido ese proyecto y le den continuidad es muy halagador, reconfortante, además de la respuesta de los jugadores, receptivos a nuestro trabajo, en brindarse en cada juego, tratar de dar lo mejor de sí. Vamos por buen camino, estamos a pocos meses de comenzar el rumbo de la clasificación al Mundial”.

¿Y lo más difícil?

“En Chile se vive con un altísimo nivel, con desarrollo en proyectos urbanísticos, sociales y una economía muy fuerte y, hace ya dos meses largos, tuvo un conflicto. Se ha generado una movilización que ha cuestionado al Gobierno y es algo que viene marcando tendencia en toda Latinoamérica. De todas las experiencias hay que sacar lo mejor y entender todos estos movimientos que se dan en los países del mundo, a veces en África, otras en Europa, y que al final el fútbol se ve involucrado porque hace parte de la sociedad. Me tocó vivirlo también en Honduras, en el 2009, cuando hubo cambio de Gobierno y un golpe de Estado y estábamos en la recta final de clasificación al Mundial, todo eso enriquece, fortalece, y es una situación que hay que asimilar, guardar mesura como extranjero y como responsable de una selección nacional, equilibrio y respeto a todas las partes, que permita que al final sea lo mejor para todos”.

Usted perdió a su mamá hace poco, ¿qué es lo que más extraña de ella?

“Se fue físicamente, pero espiritualmente uno queda marcado de por vida con lo que le dio con genética y por formación. Ella era como una biblia y todo lo que me decía casi que lo estoy viviendo a diario. La tengo presente en todas las actividades de mi vida con sus dichos, pensamientos, lo que me entregó con valores como el respeto a los demás y la responsabilidad. Se siente el vacío desde el punto de vista físico y más cuando uno vuelve a la casa y ella no está. Miro para el lado donde siempre se sentaba, su cuarto y no verla es muy duro, difícil, pero gracias a Dios hizo algo en uno que es lo que nos mantiene a nosotros ahora cumpliendo con lo que ella soñó que fueramos como hijos”.

¿Algún recuerdo en particular?

“Todos sus dichos desde niño y lo que me enseñó incluso de adulto. Lo que me decía y transmitía. Para cada momento tenía algo especial y eso me marcó, permite que viva con su huella presente”.

¿Si no hubiera sido técnico qué estaría haciendo?

“Lo de profesor lo llevo en la sangre por mi mamá y la vocación de compartir. Eso lo ejercí por muchos años y aún lo hago como instructor de fútbol. Quizás hubiera sido médico, me encanta la Medicina y le tengo gran respeto a esa profesión, toda la parte de la ciencia me seduce mucho”.

¿Alguna canción que le traiga recuerdos?

“Muchas, pero todo depende del momento. Por ejemplo en el tema de mi madre, “El camino de la vida” es una canción que a ella siempre le gustó y no podía faltar en las reuniones que hacíamos en la casa. Es un tema que lo marca a uno por lo significativo y la forma en que cuenta la realidad de la vida, lo que son nuestros padres, uno como hijo y después uno también como padre. Además te proyecta como futuro abuelo, son situaciones que se narran en esa canción”.

¿Quién le dio el mejor consejo y cuál fue?

“En la parte humana, mis padres. Lo principal que me inculcaron fue el respeto por todo el mundo, tanto mi papá como mi mamá me insistieron en eso y en la responsabilidad. En esos dos aspectos baso mi filosofía de vida”.

¿Qué les inculca a los hijos en cuanto a lo que deben hacer en la vida?

“Soy muy flexible con lo que ellos quieren ser y hacer. Les doy libertad y con mi esposa lo que nos importa es que sean felices, que se sientan realizados como personas y profesionales. Con los tres hemos hecho eso, darles todo el respaldo, el apoyo y la confianza para que desde la sensibilidad que tienen se puedan potenciar y así se realicen y sean felices”.

¿El día que usted muera y hable con Dios qué le gustaría que le dijera?

(Risas) “Bienvenido’. Soy consciente que como humano y quizás como hombre he fallado muchas veces y siempre le pido a él que me perdone, que me tenga en sus planes para poder descansar en paz. Eso nos lo debemos ganar acá en la tierra, en este paso tan temporal, corto y momentáneo que nos brinda él para poder compartir y disfrutar la vida. Lo importante sería dejar una huella de respeto y cumplir con la labor que él nos encomendó”.

¿Qué le falta para ser feliz?

“Gracias a Dios he sido un bendecido de Él, el fútbol y la familia por todo lo que me han brindado. Uno siempre es insaciable y quiere más, pero de verdad que soy feliz con lo que he realizado. Siempre aspiro a logros, satisfacciones y realizaciones, pero le agradezco todas sus bendiciones en mi carrera y mi vida familiar. Esperemos a ver hasta dónde nos da la cuerda”.

¿Cómo se ve en 20 años?

(gesto de sorpresa) “Uyy que duro que es. Estoy en una edad en la que valoro mucho la vida (62 años) y en la que se añora la juventud, uno nota el deterioro celular. Del sexto piso para arriba vienen todas las situaciones que implica el desgaste de los años y más cuando se está en una profesión tan exigente como esta. Le pido a Dios que me dé salud, una vida que haya podido cultivar con los hábitos y poder disfrutar la familia y brindarle el afecto y acompañamiento que necesita”.

¿De la época suya con Nacional con qué se queda?

“Fue una bendición, primero tener el ofrecimiento de orientar una institución tan grande, prestigiosa y más en el momento por el que atravesaba de grandeza. Fue un desafío altísimo y dos años fantásticos de aprendizaje, porque seguro que aprendimos mucho como cuerpo técnico y disfrutamos de un grupo de jugadores excepcionales que se brindaron con gran profesionalismo”.

¿Y lo más duro?

“Además de la despedida con ese conflicto de que debía irme pero no quería, nos llevamos otra gran lección de vida cuando no pudimos tener al frente un rival como Chapecoense. Creo que esa es la grandeza del fútbol, cuando el oponente es el que te dignifica. Cuando no existe contrincante aprendés que no hay fútbol y por eso les digo a mis jugadores que siempre respeten a los rivales, porque sin el otro no podemos crecer. Saber que nosotros no pudimos tener ese contendiente al frente fue un vacío muy grande y un golpe muy duro desde el punto de vista humano”.

¿En algún momento de su vida le gustaría regresar a Nacional?

“Sí, solo tengo sentimientos de afecto, admiración, gratitud y más por todo lo que me enseñaron a querer la institución y a esa afición maravillosa. No sé en qué papel o en qué función, pero si Dios y el fútbol lo determinan ojalá algún día pueda tener la posibilidad de seguir aportándole al equipo. Es cuestión de darle tiempo al tiempo y si se da, que sea por el bien de todos, que uno pueda venir y hacer algo muy positivo”.

¿Cómo se hace país por fuera?

“Todo pasa por demostrar que el colombiano es un buen trabajador, que tenemos una lucha difícil por todo lo que ha sido nuestra historia de vida. Hay que demostrar que somos gente muy noble, disciplinada. Por ahí pasa todo, que a cada país que vamos nos hagamos respetar por nuestro conocimiento, por la calidad humana que tenemos y de ir dejando ese estigma, que se den cuenta que en este país hay gente muy buena. Ese es el legado que, en mi caso, tenemos paralelo a lo que es el rendimiento deportivo y el logro de las metas que nos proponemos”.

¿Qué lo hace llorar?

(Risas) “Me he vuelto muy llorón después de viejo. Cuando estaba joven y veía a mi papá llorando a veces me daba vaina. Iba a empezar un partido de Colombia y sonaba el Himno Nacional, se emocionaba y se le salían las lágrimas. Ahora estoy igual, muy sensible y emotivo. No sé si eso es genético o es una sensibilidad que se adquiere con el paso de los años. El no poder expresar sentimientos a veces en palabras me hace emocionarme y con lágrimas logro sacar de esa forma el sentimiento”.

Si pudiera escoger su epitafio, ¿qué le gustaría que estuviera escrito?

“(Risas) “Yo no sé, ahí sí me mataste. Ojalá que se demore un poquito más ese momento para poder disfrutar la vida, la familia, los nietos. Lo importante es lo que uno le deje a los hijos ese legado de respeto y responsabilidad”.

¿Algún libro que recomiende?

“Hay un libro que cabe para todas las actividades de la vida que se llama ‘¡Bien hecho!’ de Ken Blanchard. Ahora he tratado de leer un poco de cada cosa, pero siempre muy inquieto por querer absorver información en mi especialidad, en la parte táctica, estratégica, metodología de entrenamiento y, sobre todo, lo que es la gestión humana. Hay mucha bibliografía y siempre me gusta mejorar y tratar de aprender cada día más”.

Por último, ¿Le gustaría algún día regresar a dirigir la Selección Colombia?

“No sé si se pueda dar, y en este momento mi compromiso está con la Selección chilena por toda esa confianza que nos han brindado, por la convicción de ese proyecto. Ojalá que cumplamos con la meta y lo retribuyamos con un buen logro. Siempre para cualquier entrenador y más para nosotros como cuerpo técnico que hemos estado tan cerca de la selección nacional, nos formamos, nos desarrollamos y crecimos, va a ser una gran distinción que nos tengan en cuenta. Siempre será un honor representar a tu país. Que sea lo mejor para todos. Quiero desearle lo mejor al fútbol colombiano por nuestras familia, nuestra gente, los jugadores con los que hemos compartido procesos de formación, y otros con los que no, pero igual saben de toda la dificultad que implica llegar a una selección, igual que lo que hacemos nosotros con los muchachos de Chile y, al final, creo que esa es la ley de nuestra responsabilidad y la exigencia de orientar selecciones nacionales” n

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