Siete festejos, siete gritos de gol para sentir y demostrar que el fútbol no se ha ido.
Nacional, con Andrés Ibargüen como figura, ratificó este domingo frente a Bucaramanga, en el Atanasio Girardot, que la caída ante Millonarios, en Bogotá, fue solo un accidente. Que la lección quedó aprendida y de aquí en adelante será a otro precio.
Con seriedad, madurez y contundencia el equipo verdolaga goleó por 7-0 al conjunto bumangués y, de paso, acabó con el único invicto -10 fechas- de la Liga Águila-1. Llegó a 22 puntos y si el próximo miércoles derrota de local a Fortaleza, en juego que tiene aplazado, asumirá el liderato del torneo porque su diferencia de goles, de lejos, es mejor a la del Junior (16 por 7).
Los 30.161 hinchas que asistieron este domingo al estadio y los miles que siguieron las acciones a través de la televisión, se deleitaron con el desempeño del conjunto que orienta Reinaldo Rueda, quien después de hacer cambios en la formación titular en relación con el último duelo encontró goles y seguridad.
Un trabajo colectivo alimentado por la solidaridad, el despliegue físico y la dinámica, virtudes que dejaron pasmado al rival que venía precedido de buenos comentarios y que jamás pudo reponerse de la arremetida de “la aplanadora verde”, como muchos aficionados, en medio de la emoción, llamaron a Nacional.