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En Pequeño Teatro comienza la temporada de La Casa de Bernarda de Alba

Una madre de hierro y una hija rebelde se enfrentan en el último drama de Federico García Lorca.

  • Las actrices estudiaron por más de un año la obra del poeta español. Foto: Cortesía.
    Las actrices estudiaron por más de un año la obra del poeta español. Foto: Cortesía.
03 de mayo de 2023
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En 1936, el poeta español Federico García Lorca culminó La casa de Bernarda de Alba, en un momento en que las fuerzas insubordinadas de Francisco Franco se mataban a tiros con los ejércitos del gobierno republicano. El texto dramatúrgico comienza con una declaración estética: “estos tres actos tienen la intención de un documental fotográfico”. Es decir, el dramaturgo granadino le otorgó a la obra una atmósfera cromática muy definida, cercana, si cabe, al registro de la realidad. Al poco tiempo de culminado el texto, la muerte —vestida con los atuendos del franquismo— puso punto final a la vida y trayectoria de uno de los autores importantes del siglo XX español. Por mucho tiempo, al menos en España, el nombre de Lorca tuvo el veto de la oficialidad.

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La obra se estrenó en 1945 en Buenos Aires, y desde entonces ha ganado espacio en los gustos del público de teatro por la vehemencia y acierto con los que traza los personajes femeninos. Bernarda ejerce sobre sus hijas un gobierno de hierro, inmiscuyéndose hasta en las decisiones más pequeñas de la vida diaria. Esa tiranía comienza a tambalear por la llegada a la casa de Pepe el Romano y por la rebeldía de Adela, la hija menor de Bernarda. Esas tensiones entre el deber y los anhelos de la libertad han sido uno de los elementos atractivos de la dramaturgia de Lorca.

Un nuevo montaje llegó a Medellín, esta vez a Pequeño Teatro y de la mano de la directora Manuela Muñoz. La temporada comenzó el 3 e irá hasta el 20 de mayo.

El recuerdo más antiguo que tiene Manuela de la literatura de Lorca se remonta a los nueve años y está conectado a la abuela. En tiempos de la niñez, la voz de la abuela recitaba fragmentos de La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón, una obra del poeta destinada al público infantil. “Luego de trabajar la obra de Lorca, me he preguntado cómo mi abuela conoció un texto tan raro, en épocas tan distintas a las actuales”, dice Manuela horas antes de la primera función de la temporada. Por esa conexión biográfica, la directora ha procurado un montaje cercano a los objetivos del autor. “Salvo un vestido verde, quisimos que los colores dominantes del vestuario fueran los blancos y los negros”.

En la obra —que tiene una duración de hora y veinte minutos— intervienen solo mujeres, salvo el técnico que maneja las luces de la sala Rodrigo Saldarriaga. No es la primera vez que el grupo monta el texto de Lorca: en 2014 hicieron una temporada en el mismo escenario de Pequeño Teatro. Sin embargo, la historia de la matrona y sus hijas no pierde un gramo de vigencia porque —a pesar de los avances sociales y culturales— las mujeres actuales cargan con pesos similares a los que sostuvieron en sus hombros las madres y las abuelas. Al menos esa es la opinión de Manuela.

En un poema, Pablo Neruda dijo que por Federico García Lorca pintan de azul los hospitales. La referencia no resulta muy clara. Tal vez sea mejor decir que una parte del espíritu juguetón y gitano del poeta sobrevive en las tablas de los teatros.

Ángel Castaño Guzmán

Periodista, Magíster en Estudios Literarios. Lector, caminante. Hincha del Deportes Quindío.

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