Es posible enamorarse de lugares y de las sensaciones que evocan. En el caso de la cantante Naty Botero tiene que ver con caminar con arena entre los pies, sentirse diminuto frente a árboles inmensos, escuchar decenas de pájaros diferentes cantando y acompasar el paso al ritmo del vaivén del oleaje.
Ya van diez años desde que escogió vivir en Palomino, Magdalena, y para ella ha valido la pena. Siente que desde hace mucho tiempo tenía esa conexión con la naturaleza, pero sabe que eso creció mucho más al llegar a la Sierra. Al enamorarse de ella, empezó a preocuparse por cuidarla y sintió que debía hacer algo más por ese hogar.
Creó una fundación, Coraje, para apoyar a las indígenas artesanas. Las apoya y lleva sus creaciones a tiendas dentro y fuera del país. Tiene un hotel en la zona de Palomino y con los años ha comprendido el valor del conocimiento ecológico que preservan esas poblaciones. Le duele ver cómo eso se destruye y se detetiora, principalmente por la industria masiva.
Por eso uno de sus anhelos es que ese lugar “se mantenga como algo sagrado”. Para apoyarlo, su arte quiere enlazarse con ese propósito e impulsará la reforestación a través de un contacto musical que entrará por los oídos.
Crear con la naturaleza
Así como su espíritu se ha empapado de naturaleza, los sonidos de su música también. Para el disco InDios/InLove, que se estrenó en 2018, Botero trabajó con músicos locales.
Gran parte de la magia de esas canciones, para ella, proviene de que se grabaron en el corregimiento de Minca, que ella describe como un espacio mágico en el que “hay más especies de pájaros por metro cuadrado en el mundo”.
Se Va es el sencillo más reciente que compartió. Parte de un momento muy personal, ese que a veces la gente prefiere callar. Este tema, que suena a vallenato con pinceladas de pop habla sobre una ruptura, la suya con una pareja con la que había convivido por ocho años allá en ese paraíso de la Sierra.
Le gusta porque siente que allí pudo ser honesta, cuenta. No es una canción que no necesariamente invita a bailar, simplemente expresa la dificultad de terminar una relación.
Plasma ese punto que quizá es el más difícil, “saber si no era para ti y dejar ir”. Por eso considera que fue un tema clave para el álbum porque además de contar lo que ocurrió en esa relación, también era reconocer cómo la Sierra fue testigo de ello y de todo lo que compartieron allí.
“Me jala mucho la idea de seguir experimentando con la música colombiana”, cuenta sobre los proyectos que vengan.
Sembrar con música
Además de las labores que la han acercado a la comunidad y a la naturaleza, le atrae la idea de que la música pueda devolverle al territorio que habita.
Por ese motivo declaró que cada descarga del álbum InDios-InLove en plataformas de streaming representará un árbol que será sembrado en la Sierra Nevada de Santa Marta. Cada aporte hará parte de un plan de reforestación que empieza en la cuenca del Río Palomino.
No es la primera vez que la cantante se embarca en estas grandes jornadas de siembras. Junto a indígenas arhuacos, ya había plantado mil de ellos en 2017. Hoy en día, es esa comunidad la que se encarga de cuidarlos y seguir siendo guardianes de ese espacio.