La primera canción que sonó en el Salón Málaga fue Sueño y Dicha, de Briceño y Áñez. Sucedió el último sábado de septiembre de 1957, a las 10:00 de la mañana, cuando Gustavo Arteaga, su propietario, abrió las puertas de este negocio.
¿Por qué lo tienen tan claro? Porque Pedro León Patiño, el primer cliente del Málaga, es un sujeto memorioso. Estuvo allí ese día y lo dejó consignado en el cuaderno de comentarios de los visitantes.
En ese mensaje, que le tomó dos páginas, Patiño agrega que había conocido a Gustavo en julio de 1955, en el Café Cisneros que este tenía, y se hicieron amigos. Por ese tiempo, Arteaga le decía reiteradamente que quería conseguir un negocio en el Centro para escuchar una música antigua menos arrabalera que la que podía poner en ese lugar.
“El sueño se ha realizado y la dicha aún permanece por siempre”, añade el primer cliente en el comentario.
Hay dos cosas que deben quedar claras antes de continuar: una, que cuando Gustavo Arteaga le compró el Málaga a Carlos Sánchez —“él pidió 10.000 pesos y cuadramos en 7.000”—, ya el establecimiento tenía unos tres años.
“Hablamos de 60 años de fundación, porque desde ese momento lo puso Salón y le imprimí el sello y la identidad que hoy tiene”, aclara Gustavo.
Lo segundo es que no comenzó donde está desde hace 45 años, en Bolívar entre Maturín y Amador. Estaba en Maturín con Abejorral, es decir, un sitio cercano al actual Éxito de San Antonio. Y tenía solo seis mesas.
Puede decirse que a partir de ese último sábado de septiembre de 1957, Gustavo Arteaga, ese hombre nacido en Caramanta el 30 de noviembre de 1933, fue feliz.
“Su vida es sobar los discos y hacerlos sonar”, según dice su hijo César, y desde entonces no ha hecho otra cosa. Sigue siendo el programador musical de ese recinto que se ha vuelto emblemático en Medellín.
“Mis artistas favoritos son Valente y Cáceres. Tengo 90 discos de este dueto que me ha gustado desde que me vine de Caramanta”.
Con diez veces más mesas que el negocio inicial, un escenario para presentación de artistas en la mitad y decenas de fotografías de artistas y clientes que han hecho grande el Málaga, este sitio es una caja de música durante 17 horas, comenzando desde las ocho de la mañana.
Belisario Betancur, Jaime Jaramillo Panesso, Darío Ruiz Gómez, Víctor Gaviria, Cochice, Jaime Llano González, Fernando Botero han estado en en Salón. Muchos de los clientes están en las fotografías.
También lo están numerosos artistas como Enrique Santos Discépolo, Pepe Aguirre, las Hermanitas Calle y decenas más. Las paredes están llenas de imágenes.
Siete pianos traganíqueles están sonando siempre y si alguien quiere programar un tema, bien puede hacerlo. Boleros, tangos, música antigua... En ellos hay unas 500 canciones, aunque la discoteca completa es de unas 7.000 piezas musicales en discos de 78 revoluciones por minuto. Y hasta discos de cartón, como venían antes de los años 50 del siglo pasado.