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Milhojas o juegos de escritura

Este libro no es convencional: detrás hay una propuesta creativa para leer y divertirse. Así se desentraña.

  • Así luce la carta en la que están las instrucciones de cómo jugar. Se consigue en la librería Eafit. FOTO cortesía
    Así luce la carta en la que están las instrucciones de cómo jugar. Se consigue en la librería Eafit. FOTO cortesía
19 de diciembre de 2019
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Milhojas no es un libro de texto, es un juego al estilo de los de naipes. Incluye un Manual de instrucciones, en el que desde el inicio se aclara su intención literaria. Contiene 26 cartas que le hacen el juego a los tradicionales de este tipo, también con un comodín: Hermafrodita, clasificado con la letra C, a diferencia del resto, las cuales obedecen a los elementos constitutivos comunes a textos de ficción y no ficción: Lenguaje (L), tema (T), voz (V), Personaje (P), historia (H) y espacio (E). Toda esta explicación no es más que un parafraseo, porque no tiene sentido cambiar las normas del juego ni su descripción precisa, que aparece en el manual.

Es muy interesante resaltar que nació en un grupo de investigación, con estudiantes de una maestría cuyo propósito consiste en formar para la creación literaria. Una idea que no solo es un catalizador de la escritura, sino que además ofrece una metodología útil como punto de partida para idear otros textos y comprender sus elementos constitutivos.

A leer

Milhojas es un nombre sugestivo por su doble connotación, tanto a la escritura como al postre y sus delicias. Una sugerente manera de anunciar el placer del juego y del quehacer estético. Y sigo con el color. No es rojo ni amarillo ni vistoso. Es negro. Y aquí podríamos adentrarnos en otra vertiente, la de los géneros. ¿Será que nos convocan a una escritura gótica, romántica, policíaca? Este tono es poderoso, quiere ser desentrañado, que lo investiguen, se adentren en sus pliegues y exploten sus posibilidades.

Como cualquier juego que se respete, viene envuelto en una caja de esas de pañuelos que antes vendían, pero creo que ya no existen. Para los más jóvenes podría ser más válido compararla con una de jabones, tan delgada como un libro alargado, de esos de poemas de bolsillo. Toda ella es negra, y como el resto de los cartones y del manual, está enmarcada con líneas blancas que forman un rectángulo cuyos trazos se rompen en el centro y abren a una nueva vertiente, de manera que puedan conectarse con los cartones que lleva en su interior. Se producen diversas líneas continuas, con posibilidades azarosas y sin cuento, a la manera del tarot, en donde una tirada fortuita teje sentidos con la lectura de las imágenes, y en este caso, de los textos que hay en el envés.

La ilustración del empaque convoca a la magia. A pesar de ser un motivo muy recurrido, pues consiste en un libro del que sale una especie de polvo encantado, crea un efecto de brillo gracias al matiz blanco y a las pequeñas estrellas, del mismo color, porque no es plateado ni dorado y sin embargo irradia luz y asciende en el fondo negro de tal forma que, si prescindimos del libro (casi invisible en la base, difuminado), pareciera el dibujo de un cielo constelado. Este tono recuerda las ilustraciones hechas por Kenneth Denard Dills, de Las mil y una noches, editada en Barcelona, por el Círculo de Lectores, en 1969, también en blanco y negro.

Hasta ahí la invitación inicial en donde, como es lógico, el azar es protagonista, pero con una apuesta que se inserta en el ámbito de la creación y se sale de lo mecánico de los juegos de naipes, para ingresar en el universo de la escritura.

Tirar las cartas

El juego es versátil y se puede usar de forma individual o colectiva. Propicia la escritura de cuentos, de poemas o de textos apócrifos. Su intención es clara: propende al desarrollo de las posibilidades creativas. La edad de los jugadores varía, es apta para mayores, también para jóvenes. Su riqueza incluye a múltiples clases de público: promotores de lectura, educadores del área del arte, el lenguaje y la literatura –tanto en el nivel superior como en el escolar–, talleres de escritura y, en fin, es ideal para amantes del lenguaje, de las letras y del arte en general, para aquellos que disfrutan con la creación y con la aventura.

Las posibilidades son infinitas porque, aunque en el inicio se nos indican el uso de los cartones y los ejercicios, la verdad es que su diseño incita a ser arbitrario y a inventar otras posibilidades. Me explico: por principio prefiero empezar el juego a mi manera, y en este sentido aquí hay una riqueza adicional, porque se pueden saltar las reglas y sin embargo la escritura funciona. Puedo, por ejemplo, tomar una carta y quedarme con la sola imagen, con título o sin título (dos opciones de entrada); dar la vuelta a las cartas y solo quedarme con la descripción; omitir la misma y seguir las instrucciones; reunir cartas al albur, con o sin método; seguir las líneas que bordean los cartones y armar un rompecabezas para producir un juego continuado y azaroso, con tiempo medido o libre; entre varios o yo sola; quedarme con uno o diversos títulos y arrancar con esa idea sin leer nada previo; tomar los juegos propuestos y seguir las instrucciones; leer los ejercicios que sus autores hicieron y variarlo.s.

Si de herramientas didácticas se trata, esta sería invaluable. Por experiencia sé que los estudiantes aman el juego, no importa la edad. Es la mejor manera de enseñar sin señalar propósitos, porque la gratuidad es su característica mayor, y el placer, y la libertad, todos estos elementos primordiales a la hora de crear.

Si pienso en talleres de escritores, sí que es útil este juego para entrar en calor, vencer timideces, entrenar la pluma, llenar la tan temida hoja en blanco, compartir la escritura, enseñar la escucha del otro y de sí mismo, o simplemente divertirse. Si me aventuro en el arte, puedo aunar dibujo, pintura y poesía, o revertir la intención y volver pintura lo que la escritura propone y escritura lo que el dibujo incita.

Todo cabe en esta pequeña pero grande propuesta creativa. Es como una caja de música a la que debes dar cuerda para que salgan las notas. Porque si el talento existe, seguramente estrategias como estas sabrán estimularlo

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