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Juan Gabriel Vásquez: Volver la vista atrás y ganarse un premio

Esta semana el colombiano se ganó el Premio de Novela Mario Vargas Llosa por su libro Volver la vista atrás, basado en la vida del cineasta Sergio Cabrera.

  • El escritor Juan Gabriel Vásquez, autor del libro Volver la vista atrás. FOTOS EL COLOMBIANO
    El escritor Juan Gabriel Vásquez, autor del libro Volver la vista atrás. FOTOS EL COLOMBIANO
  • Juan Gabriel recibe el premio de manos de Mario Vargas Llosa. FOTO EFE
    Juan Gabriel recibe el premio de manos de Mario Vargas Llosa. FOTO EFE
  • El director de cine Sergio Cabrera, en quien se inspiró Vásquez para escribir el libro. FOTO Archivo El Colombiano
    El director de cine Sergio Cabrera, en quien se inspiró Vásquez para escribir el libro. FOTO Archivo El Colombiano
  • El peruano Mario Vargas Llosa ha sido uno de los referentes en la carrera de Juan Gabriel Vásquez. FOTO Getty
    El peruano Mario Vargas Llosa ha sido uno de los referentes en la carrera de Juan Gabriel Vásquez. FOTO Getty
03 de octubre de 2021
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Después de un silencio, el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez responde que la noche del 26 de octubre sí logró dormir tranquilo tras recibir el Premio de Novela Mario Vargas Llosa en México. Fue un momento que lo dejó satisfecho. Fue, además, un espaldarazo para el libro con el que ganó: Volver la vista atrás (Alfaguara 2020).

Es una obra íntima y social que reconstruye la infancia y adolescencia del director de cine Sergio Cabrera (nacido en Medellín hace 71 años). Es una revelación, también. Es recordar los hechos (reales) que marcaron a la familia Cabrera y su relación con las ideas extremas: Fausto, el padre de Sergio, a los 15 años salió exiliado de la guerra civil española y llegó a Latinoamérica, luego pasó por la China revolucionaria donde dictó clases de español; también se narra el paso de esta familia por los movimientos armados en Colombia en los años 60 y su salida de estos después de sufrir muchas heridas físicas y psicológicas.

Juan Gabriel recibe el premio de manos de Mario Vargas Llosa. FOTO EFE
Juan Gabriel recibe el premio de manos de Mario Vargas Llosa. FOTO EFE

De las primeras personas con las que Juan Gabriel conversó luego de recibir el premio fue precisamente con Sergio, han chateado un par de veces por WhatsApp, también con la hermana de Cabrera, Marianella, otro personajes clave en el libro. En su discurso, que fue improvisado, Vásquez recordó a los hermanos Cabrera y les agradeció la confianza que tuvieron con él para entregar sus vidas, documentos y anécdotas, todo lo posible para construir la novela.

—Este premio tiene una importancia simbólica muy especial para mí por el lugar que tiene la obra de Vargas Llosa en mi vocación, y no me refiero solo a las novelas, sino también a lo importante que fue para mí cuando era joven la manera de asumir el oficio literario que se traslucía en ciertos textos, en algunas páginas de El pez en el agua (1993), La orgía perpetua (1975), en una entrevista de tamaño libro que le dio al escritor colombiano Ricardo Cano Gaviria, en todos esos lugares había una manera de ser escritor que pasaba por la entrega total al oficio— dice Juan Gabriel a 2.942 kilómetros, la distancia que separa a Medellín de Ciudad de México.

—¿Con qué se encontraba en esa literatura? —le pregunto al otro lado del teléfono.

—La consagración total al aprendizaje del oficio, la eliminación de la vida de todo lo que estorbara en la práctica de la literatura, la obsesión de poner la literatura en el centro de la vida que Vargas Llosa entendía como la única manera de ser escritor. Eso a mí me influenció mucho y he tratado de aplicarlo siempre.

—Vargas Llosa ahora resalta su trabajo, ¿qué significa tener ese apoyo?

—Es muy satisfactorio y una situación muy extraña en el fondo, mi generación es probablemente una de las últimas que creció como lectores y jóvenes novelistas, sintiendo una relación muy fuerte con los autores del boom latinoamericano. Para mí, de una manera metafórica, no literal, son los fundadores de mi tradición.

—¿Y cómo es ser amigo de uno de los autores que lo inspiraron a ser escritor?

—Es una relación muy, muy cordial, pero con todas las distancias del mundo.

—¿Cómo así?

—Nos separan casi 40 años, no nos vemos con frecuencia, y mucho menos últimamente, pero es una relación que está moldeada por la admiración que yo tengo por su obra.

El director de cine Sergio Cabrera, en quien se inspiró Vásquez para escribir el libro. FOTO Archivo El Colombiano
El director de cine Sergio Cabrera, en quien se inspiró Vásquez para escribir el libro. FOTO Archivo El Colombiano

Volver la vista atrás tiene 475 páginas, es un libro pesado, con una portada misteriosa: hay una imagen de unas escaleras que parecieran no van a ningún lado, alumbradas por una luz tenue. Son como unas escaleras infinitas.

—¿Cómo nació su amistad con Sergio Cabrera?

—Nos presentó hace mucho tiempo, quizás a principios de siglo, no recuerdo exactamente, el escritor Santiago Gamboa, que es un amigo común, un amigo mío y amigo de Sergio mucho antes de que Sergio y yo nos conociéramos. Durante los primeros años nos encontrábamos casualmente muy esporádicamente hasta que yo volví a Colombia en 2012 y coincidió también con una nueva etapa de vida de él, había regresado de Madrid a vivir a Bogotá, entonces ahí nos fuimos viendo con más frecuencia y muy pronto me di cuenta, hablando con él en plan casual, de que su vida era una vida exótica y aventurera y fascinante, pero no era solo eso sino que además tenía una historia importante y eso fue lo que quise contar. Me parecía estar hablando con un libro mío con cara y ojos, era como una encarnación perfecta de todas mis obsesiones.

—¿Y cuáles fueron esos elementos de la vida de Sergio que lo animaron a escribir?

—Por un lado el hecho de ilustrar tantos episodios conflictivos y difíciles del siglo XX, contar, sin inventar ningún episodio, la guerra civil española, el exilio republicano en América Latina, el surgimiento de las ideas comunistas en Latinoamérica, la China de Mao Zedong y la revolución cultural que son unos años fascinantes, y los movimientos armados en Colombia.

—¿Por qué quiso hacer esa mezcla de elementos?

—A mí lo que me ha interesado en todas mis novelas desde Los informantes es lo mismo, tratar de explorar la manera como las grandes fuerzas de la historia y la política se meten en nuestras vidas íntimas y las trastornan y nos arrastran.

—Detrás también hubo una investigación, ¿cómo recopiló toda esa información?

—La primera fuente fueron las palabras y la memoria de Sergio que es prodigiosa, es un narrador, una persona muy culta, me explicó su paso por el siglo XX muy llena de información. Mi trabajo periodístico consistió en confirmar lo que él me decía, hacer la investigación de archivo y documentos que incluye leer novelas chinas sobre la guerra civil que me permiten un conocimiento de esos momentos que la historia no da. Fui documentando los momentos que Sergio atravesaba para construirlos rigurosamente.

—También hay algo que usted llama imaginación moral, ¿qué quiere decir eso?

—Es esa capacidad de figurarnos la realidad de otro, meternos en la cabeza, las sensaciones, los movimientos de la sensibilidad de otra persona con algo que podemos llamar empatía aunque la palabra no esté de moda y provoque cierto cinismo. Esa es la invitación que hace el género de la novela, un intento de ponernos en los zapatos del otro, instalarnos en una consciencia del otro, nos pide imaginar cómo sería ver el mundo desde esos ojos.

—Fue un ejercicio de escritura con mucha responsabilidad, era contar una vida ajena.

—Sí. Antes había escrito novelas con personajes reales, pero nunca había escrito una sobre personajes reales, vivos, que fueran mis amigos y salieran con nombre y apellido, eso exigía exactamente una gran responsabilidad con la que yo tenía que responder a la confianza que me dieron contándome su historia. Sergio y su hermana Marianella no han ido por la vida divulgando esos momentos difíciles de su pasado porque han sido difíciles.

—¿Hizo algún acuerdo con Sergio?

—Sí.

—¿Cuál?

—Yo podía escribir la novela con total libertad, pero luego se la debía dar a él para que reconsiderara cosas en algún momento si quería.

—¿Le censuró alguna parte de lo contado, de lo que ya había escrito?

—No. No hizo nada de eso, más bien la novela le generó nuevos recuerdos, ampliar ciertas historias. Fue un proceso fascinante que se debió al hecho de que él entendió, y yo también, que hacer todo este proceso tan largo y complicado para maquillar su vida no tenía sentido, solo tenía sentido si contábamos toda la verdad y nada más que la verdad. —No logró hablar con Fausto, el padre de los Cabrera, ¿qué le faltó al no haber tenido esa conversación con él?

—El tratamiento que hice con Fausto fue imaginarlo por dentro, cómo es vivir el mundo desde su punto de vista y desde su biografía y las experiencias que lo marcaron. Contaba con los testimonios de otra gente, hay muchos textos por ahí desperdigados en la literatura colombiana y en el periodismo sobre Fausto, también me apoyé en un libro de memorias que él escribió. En la novela no hay nada inventado, pero sí hay una interpretación.

—¿Tiene pensado llevar esta novela al cine?

—Sí, sería un privilegio y más si Sergio la pudiera dirigir, sería de justicia para él después de haberme confiado sus experiencias, me parecería bellísimo. Por supuesto que tenemos ese proyecto.

El peruano Mario Vargas Llosa ha sido uno de los referentes en la carrera de Juan Gabriel Vásquez. FOTO Getty
El peruano Mario Vargas Llosa ha sido uno de los referentes en la carrera de Juan Gabriel Vásquez. FOTO Getty

En Volver la vista atrás no solo hay palabras, el lector se encuentra, además, con una galería de fotos a blanco y negro, con recuerdos de la familia Cabrera: los viajes a Francia de Fausto cuando era niño; del Sergio adolescente mientras leía una tarde en Pekín. También hay cartas, como esta que Marianella escribió durante sus días en China:

“1968.1.28. Hoy es mi día de descanso, todos los demás han vuelto para el festival de primavera, pero yo no me voy, pasaré estas vacaciones en la fábrica. Creo que durante estos días lo mejor que puedo hacer es hacer algo de servicio a la gente”.

Cuando llegó la pandemia a Colombia, Juan Gabriel Vásquez tenía escritas 20 páginas de este libro. Él fue uno de los primeros casos de covid-19 registrados en el país: al principio le dieron un diagnóstico equivocado. Fueron meses de mucha incertidumbre y de una cierta angustia.

—¿Vio en la escritura de Volver la vista atrás un refugio en medio del encierro?

—Sí, la novela fue un refugio y al final del libro lo digo, ordenar la vida de Sergio Cabrera fue una manera extraordinaria de lidiar con el desorden de mi propia vida, y eso también me pareció una suerte.

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