<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
x
language COL arrow_drop_down

¿Son los “lectores sensibles” la nueva Inquisición?: se modifican las novelas de Agatha Christie

Las editoriales en lengua inglesa acuden con frecuencia a los servicios de lectores que juzgan si un libro ofende o no a un sector de la sociedad. Sus tijeras han hecho de las suyas en libros de Ian Fleming y Agatha Christie.

  • Ni “la reina del misterio” —la novelista Agatha Christie— se ha escapado del juicio de los “lectores sensibles”. Foto: Getty.
    Ni “la reina del misterio” —la novelista Agatha Christie— se ha escapado del juicio de los “lectores sensibles”. Foto: Getty.
27 de marzo de 2023
bookmark

En el mundo editorial hay una figura emergente que en los últimos meses ha acaparado los titulares de la prensa. Se trata de los “lectores sensibles” contratados por las editoriales para examinar y, en algunos casos, reescribir pasajes de obras literarias del pasado que hoy pueden resultarles chocantes a algunos sectores de la sociedad.

A finales de febreros los “lectores sensibles” fueron el epicentro de un tira y afloje cultural por haber editado los libros del escritor británico Roald Dahl, uno de los clásicos de la literatura infantil del siglo pasado. Luego de un largo debate la editorial encargada de las obras de Dahl dio su brazo a torcer y prometió conservar la integridad de los textos. Sin embargo, esa no ha sido la única vez que los “lectores sensibles” utilizan la tijera de la corrección política con libros. Lo hicieron con las ficciones protagonizadas por James Bond, escritas por Ian Fleming, y ahora lo hacen con los relatos de misterio de Agatha Christie.

Le puede interesar: Artistas emergentes que renuevan el teatro en Medellín

En una nota publicada el domingo por el diario Sunday Telegraph se informó que las recientes ediciones de las novelas de Christie, publicadas por HarperCollins, han sido modificadas por los editores o, incluso, algunos pasajes han sido de plano eliminados por completo. “El personaje de una turista británica que desahoga su frustración con un grupo de niños se eliminó de una reedición reciente, mientras que también se borraron varias referencias a personas sonriendo y comentarios sobre sus dientes y físicos”, escribe el periodista Craig Simpson.

Los relatos que hoy lee el público son diferentes a los escritos por Agatha o a los publicados en las primeras ediciones. La purga pasa por la erradicación de diálogos enteros, descripciones de las escenas o palabras que hoy le pueden resultas ofensivas a la gente.

Al cotejar las versiones digitales recientes con los libros antiguos, el reportero de The Telegraph encontró casos concretos del trabajo de los “lectores sensibles”. “En la novela de Poirot de 1937 Muerte en el Nilo, el personaje de la Sra. Allerton se queja de que un grupo de niños la está molestando, diciendo que “vuelven y miran, y miran, y sus ojos son simplemente repugnantes, al igual que sus narices, y no creo que me gusten mucho los niños”. Esto se ha simplificado en una nueva edición para afirmar: “Regresan y miran y miran. Y no creo que me gusten mucho los niños”, afirma.

También se ha alterado el vocabulario para eliminar el término “oriental”, mientras que se ha eliminado la alusión racial de un sirviente negro, entre otros ejemplos citados por el diario.

El arte es un fenómeno social. Sus virtudes y contradicciones están conectadas con la vida de la comunidad en la que se produce. Por eso el asunto de los “lectores sensibles” tiene aristas complejas.

La compañía Agatha Christie Limited, dirigida por el bisnieto de la autora James Prichard, gestiona los derechos de sus obras para literatura y cine.

El proceso de acoplar las obras culturales del pasado a las exigencias del presente distorsiona el objeto y cae en el error de asumir que con quitar adjetivos o páginas completas el mundo se vuelve un lugar menos hostil. El arte dialoga con su respectivo presente y le habla a los espectadores de todos los tiempos con el lenguaje de su época.

Pasar por alto esto impediría hacer posible aquello que el crítico francés Gustave Lanson llamó “sentir históricamente” los textos o las obras. Es decir, descubrir las transformaciones de la realidad y de las relaciones sociales.

El empleo que busca está a un clic

Te puede interesar

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD