En el mundo editorial hay una figura emergente que en los últimos meses ha acaparado los titulares de la prensa. Se trata de los “lectores sensibles” contratados por las editoriales para examinar y, en algunos casos, reescribir pasajes de obras literarias del pasado que hoy pueden resultarles chocantes a algunos sectores de la sociedad.
A finales de febreros los “lectores sensibles” fueron el epicentro de un tira y afloje cultural por haber editado los libros del escritor británico Roald Dahl, uno de los clásicos de la literatura infantil del siglo pasado. Luego de un largo debate la editorial encargada de las obras de Dahl dio su brazo a torcer y prometió conservar la integridad de los textos. Sin embargo, esa no ha sido la única vez que los “lectores sensibles” utilizan la tijera de la corrección política con libros. Lo hicieron con las ficciones protagonizadas por James Bond, escritas por Ian Fleming, y ahora lo hacen con los relatos de misterio de Agatha Christie.
Le puede interesar: Artistas emergentes que renuevan el teatro en Medellín
En una nota publicada el domingo por el diario Sunday Telegraph se informó que las recientes ediciones de las novelas de Christie, publicadas por HarperCollins, han sido modificadas por los editores o, incluso, algunos pasajes han sido de plano eliminados por completo. “El personaje de una turista británica que desahoga su frustración con un grupo de niños se eliminó de una reedición reciente, mientras que también se borraron varias referencias a personas sonriendo y comentarios sobre sus dientes y físicos”, escribe el periodista Craig Simpson.
Los relatos que hoy lee el público son diferentes a los escritos por Agatha o a los publicados en las primeras ediciones. La purga pasa por la erradicación de diálogos enteros, descripciones de las escenas o palabras que hoy le pueden resultas ofensivas a la gente.