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Ver arte a media hora de Medellín

Casa Ensōabrió sus puertas en El Retiro y le apuesta a una conversación entre cultura, diseño y arquitectura. El Mamm también expone en otros lugares de Antioquia.

  • Dibujo, diseño y arquitectura comparten en Casa Enso. El proyecto quiere dar espacio a creadores emergentes. FOTO Manuel saldarriaga
    Dibujo, diseño y arquitectura comparten en Casa Enso. El proyecto quiere dar espacio a creadores emergentes. FOTO Manuel saldarriaga
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En la habitación que dibujó Dámaxo Henao en su obra Liminal, la luz del sol pasa entre enormes ventanales, en diagonal, y toca el suelo y las paredes. Da la sensación de que es una fotografía más que un dibujo por el nivel de detalle que tiene. La luz y su interacción con el espacio está muy presente en sus entregas.

La obra está expuesta en una de las salas de Casa Ensō en el municipio de El Retiro. En ese lugar y hacia el medio día, la luz entra perpendicular entre las barras de madera de las ventanas de la casa que tiene, aproximadamente, entre 180 y 200 años.

“Más que una galería, para mí, es un espacio de creación muy Bauhaus, muy alemán, donde confluye el arte, el diseño y la arquitectura”, apunta Carlos Gómez, director del proyecto, refiriéndose a esa escuela alemana que en el siglo XX quiso fusionar el arte, el diseño y la arquitectura.

Más obras

El sol busca estirarse por entre las rendijas de esa ventana de la casa, queriendo tocar la Mesa 4 elementos, una creación de tres arquitectos que también habita en ese espacio que abrió sus puertas al público a finales de 2020, a unos 30 minutos de Medellín.

La idea es que en un mismo lugar dialoguen artistas emergentes, de trayectoria intermedia y maestros.

En una sala dedicada a trabajos gráficos, se fusionan los dibujos de un artista joven como Henao, con esa mesa en la que los arquitectos conjugaron el metal con el agua, la piedra y la tierra.

También allí, muy cerca, están exhibidas otras propuestas de jóvenes artistas como Julieth Rodríguez, quien bordó hilos dorados en una serie de ocho hojas de papel. Los dibujos de Angélica Cordero y una sucesión de palabras repujadas que son obra de Natalia Hoyos. Proyectos como esos han llegado a la casa por recomendación de diversos maestros locales. Este lugar espera abrir espacios a artistas que apenas están dando sus primeros pasos.

En Casa Ensō –que en caligrafía japonesa se refiere a la iluminación, la elegancia, el minimalismo y la fuerza– habitan otras expresiones. Abrieron una sala dedicada al objeto, donde los jarrones Juanasancheros de María Cano conviven con grabados de José Antonio Suárez, con la joyería de autor de Andrés Caro y las fotos que hacen parte de la serie Semillas de Macondo de Fernando Cano.

La casa, como espacio de creación, ya está impulsando un primer proyecto que cuenta con la dirección de José Antonio Suárez y que esperan poder mostrar pronto al público. Estudiantes de Suárez estarán experimentando tintura de textiles con polvo de color azul índigo de la India y sus resultados. La idea es esa, impulsar, conocer y no tener a “grandes maestros que pueden ser muy comerciales porque no construimos lo que queremos”.

Por eso lo suyo ha sido algo más: “Cazar qué está sucediendo en el país” y apostarle a lo colombiano. La curaduría parte de lo que “ha sucedido antes, lo que sucede ahora y, sobre todo, de lo que podemos construir”.

No solo galería

La entrada a la casa es libre y la idea es que al interior no solo se exhiba y venda arte. Quieren que los visiten personas jóvenes que deseen aprender del arte o arrancar sus propias colecciones.

“Parte de la culpa de que las personas vean el arte o el diseño como algo lejano y elitista son esos espacios excluyentes”, dice Gómez. Cree que la cosa puede cambiar cuando se entrega arte de forma digerible a la gente. Por eso en la casa se han hecho, además, charlas y se han abierto talleres en torno a la cerámica y otro a la caligrafía.

El espacio se nutre de otros elementos y apoya otras iniciativas. En el patio central hay un lugar para conocer la labor de la reserva natural Cantos de Agua que ha trabajado por la preservación de 150 especies nativas. Muy cerquita hay un café librería con una selección de títulos del Fondo de Cultura Económica.

Una feria para el Oriente

La casa es un proyecto de financiación privada y en su camino se han topado con otras iniciativas culturales como Cubo, que está ubicado a las afueras de El Retiro. Se ha enfocado en la música, en ser un espacio para artistas recién egresados y un lugar donde, además, se autogestionan otro tipo de proyectos y “donde creemos en la cultura como un eje transformador de la sociedad y que permite la construcción de ciudadanía”, apunta el cantautor y gestor cultural Daniel Gutiérrez, quien hace parte del equipo de Cubo.

Ambas entidades se han puesto en la tarea de pensar otras ideas para seguir impulsando la cultura en ese municipio. Por eso dieron con la idea de sacar adelante, junto con Tanta Tinta y el Laboratorio del Espíritu, la Feria del Libro del Oriente. Esperan celebrar su primera edición en septiembre de este año.

Habrá programación especial, los espacios se adecuarán para ser uno de los espacios de la Feria. Fundalectura, Comfama y otras entidades están, “pero el principal apoyo es que la gente venga”, apunta Rafael Tamayo, quien también está a la cabeza de Casa Ensō. La idea de un espacio como este, dice, “es dialogar sobre la movida cultural en la zona y los espacios de la cultura, que son centros de creación de sociedad”.

Están en conversaciones con el Ministerio de Cultura para proteger casas como esa, además de que adelantan conversaciones con la Secretaría de Cultura para ver la viabilidad de que exista una Área de Desarrollo Naranja en la zona para dinamizar, todavía más, este tipo de iniciativas en este espacio del Oriente.

“Es una realidad que los municipios hacen su esfuerzo en la planeación municipal, pero los recursos no siempre alcanzan para todos los procesos y casi siempre la cultura, a veces con otros procesos educativos no formales van quedando relegados. Entonces abanderarse desde el punto de vista privado de esa gestión es muy difícil a nivel financiero, pero consideran que vale la pena intentar.

De hecho, no saben por cuánto tiempo estará abierta la iniciativa. Han tenido que acogerse a las restricciones de salud pública, pero planean seguir adelante mientras se pueda. A la pregunta de si ese tipo de iniciativa es sostenible, Gómez responde: ¿por qué no? y esa fuerza sigue conduciendo los esfuerzos. “No somos los únicos”, en Barichara o Jericó los oficios artísticos se han convertido en un motor cultural y turístico.

Conscientes de que hoy la cultura necesita escenarios y oportunidades, más que nunca, las salas fuera de Medellín están abiertas y esperando que el público se anime a habitarlas y apoyarlas

Valeria Murcia Valdés

Periodista que entiende mejor el mundo gracias a la música, que atrapa cada momento que puede a través de su lente fotográfico y a la que le fascina contar historias usando su voz.

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